Capítulo 14 .:Definitivamente tú eres el mi amor de mi vida:.

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Me moví siéndome muy pesado, echándome al costado de mi cuerpo, estiré un brazo y tomé el celular, vi la hora y cuando lo hice me horroricé, iban a dar las dos de la tarde ¡¿Cuánto tiempo llevábamos así?! El peso de la realidad volvía a recaer sobre mí, por lo que si de por sí ya me sentía pesado ahora me sentía mucho más. 

Sin querer hacerlo, odiando esa idea pero sabiendo que ya era hora (y que ya nos habíamos pasado de la hora) me levanté de la cama y empecé a buscar mi ropa, tomé mis boxers y me los puse, en verdad no quería hacer esto y me costó mucho pero ya no podíamos seguir así o realmente nos descubrirían. Mientras me vestía, pasó por mi cabeza la idea de robarme a Gwen, de esa manera estaríamos todo el tiempo juntos, no solo para estas cosas de entrega y pasión, sino para todo, para cada momento.

—Tener a Gwen en cada momento de mi vida. —dije para mí mismo en un susurro, sintiéndome realizado aun siendo eso apenas una idea. Mi voz había sido casi inaudible pero a mis oídos, y sobre todo a mi corazón se escuchó claramente.

Sonreí como idiota por la fantasía de tenerla conmigo y también por la poco realista idea de robármela, eso parecía realmente hermoso pero completamente imposible. Continué vistiéndome aun teniendo esa loca idea de mi mente, haciéndome conservar mi sonrisa de bobo, causando que vestirme me fuera más fácil, porque realmente no pensaba en ello, sino en ella, por lo que me acomodaba la ropa inconscientemente, por inercia. Empecé a cerrar los botones de mi camisa y en eso Gwen salió del baño (ya más fresca y limpia). Me observó detenidamente y luego compuso un gesto triste.

—Oh... ya te estas vistiendo...

Tal vez hubiera sido mejor esperar a que ella saliera para entonces vestirme, porque me sentí mal de ya estar vestido ella aun estando desnuda, aunque creo que de lo contrario habríamos querido un poco más y la verdad es que ya no había tiempo para un último encuentro, no importaba de que clase fuera, si rápido, lento o intenso, en verdad ya no había tiempo de nada.

No le pude responder, le sonreír igual de triste y después le evité la mirada, aunque con el rabillo del ojo noté que desanimadamente también buscaba su ropa, luego de un rato nada agradable en el que solo nos mirábamos con cierta tristeza terminamos de vestirnos. Fue una lástima ver que la ropa volvía a cubrir ese bellísimo cuerpo imperfecto y tan perfecto al mismo tiempo, pero, pensándolo bien así era mejor, porque no pretendía dejar que otros ojos que no fuera los míos admiraran lo que ella era.

En ese momento me sentí un posesivo, pero me fue inevitable no ser así, y es que me justifiqué creyendo que lo contrario hubiera sido peor, porque si no pensara de esa manera sería como si Gwen no me importara, y claramente ella era lo más importante para mí, además, aunque mi novia no era un objeto ella misma había querido ser mía, y obviamente haría honor a su decisión, debía defender y cuidar a mi dueña de todo y de todos.

Gwen tomó su teléfono y llamó a su madre (algo sumamente incómodo para los dos) además de que sentí un horrible remordimiento en cuanto escuché la voz de la señora Stacy y la mirada conflictuada de Gwen al estarle diciendo que hasta ahora ya podía salir de la casa de Michel porque las calles ya estaban abiertas, aunque aún le dolía la cabeza, eso fue un buen toque que hacía más creíble toda esa gran mentira.

Me sentí mal porque la señora Stacy había confiado en ella y también en mí, porque mi suegra pensaba que su hija solo había salido conmigo y no tenía idea de que había pasado la noche aquí y mucho menos todo lo que había sucedido entre nosotros, pero era muchísimo mejor que creyera la mentira a que supiera la verdad, además... Gwen tenía razón, mentir era lo único que podíamos hacer para estar juntos (o al menos en estas circunstancias) pero bien que valía la pena, definitivamente que lo valía. Salimos de mi casa y nos dirigimos a la de ella.

La noche de Peter y GwenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora