No existe el momento adecuado

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Vivimos aprisa, pero solemos detenernos a pensar en la próxima decisión, intentando visualizar todos los ángulos posibles, de tal manera que no haya un algo que escape al escrutinio, la respuesta se desplaza siempre hacia el mañana, a veces es tanto el empeño que se aplica, que sin notarlo, se llega a un punto muerto, se exige la resolución inmediata, sin embargo no se encuentra un punto equilibrado, deseado pero imposible, todos los beneficios con el mínimo o ningún riesgo, y una vez más la oportunidad, no aceptando demoras, escapa de nuestras manos.

No es la primera vez, tampoco será la última, nos escudamos en la búsqueda de "el momento adecuado", invención irreal, poco práctica que, apoyado en el autoconvecimiento, intenta demostrar que fue lo mejor que pudo haber pasado.

Las elecciones, para bien o para mal, son una obligación ineludible, sin embargo no es cuestión de arrojarse al peligro sin más, esperando lo mejor, tampoco frenarse en espera de que sucedan las condiciones perfectas, esto solo conduciría a dos posibles resultados: estancamiento u odio de lo seleccionado. Toda decisión implica un riesgo, es algo con los que debemos aprender a lidiar, pero al menos debe ser meditada concienzudamente, para aminorar un poco los propios pensamientos que reprueban, atemorizados por la incertidumbre, la decisión que tomamos, que no buscan dañarnos, sino, por el contrario, quieren evitar vernos dañados, confiemos un poco más en nosotros mismos, y si la elección fue un error, qué más da, no podemos renegar, ha sucedido, aprender, recordar, enjuagarse las lágrimas, ponerse de pie, sacudirse el polvo, mirar una última vez atrás, fijar la vista al frente y andar, un paso a la vez hasta recuperar el aliento.

© Alexander Zante

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