Aquellos argumentos que me ofrecen y no dejan resquicio para la duda o la esperanza, los tomo como resoluciones, sin importar las circunstancias, inquebrantables; es mi forma de mostrar respeto, ¡con el ferviente deseo (para bien o para mal), de que mi interlocutor haga cumplir cada letra que profirió en el ayer, al haberse sometido a la dominación de la visceralidad o el sentimentalismo!
©Alexander Zante
ESTÁS LEYENDO
Filosofía poética
PoesíaUn poco de prosa y unos cuantos versos, retazos de poemas que no lograron serlo