🇳🇱Paraguay🇳🇱

51 3 0
                                    

Leyenda de Ñanduti

Esta crónica paraguaya cuenta los sucesos que vivió Samimbi, una muchacha muy hermosa e inteligente, de quien estaban enamorados dos fuertes y bravos guerreros guaraníes.

Uno de ellos respondía al nombre de Yasyñemoñare (cuyo significado en castellano podría interpretarse como «Hijo de la luna»). Mientras que el otro se llamaba Ñanduguazú, aunque casi todos le decían Ñandú.

Una noche de luna llena en la que Yasyñemoñare se hallaba rezando al pie de un árbol, suplicándole el auxilio divino a Tupã, a fin de que éste lo ayudara a entrar en el corazón de Samimbi, observó que en la copa del arbusto se movía algo muy hermoso parecido a un encaje de color de plata.

De inmediato, el guerrero comenzó a trepar con la intención de tomarlo y después obsequiarse lo su amada. En ese instante, paso por el mismo lugar Ñanduguazú quien al notar de que su contrincante, se llevaría ese precioso trofeo quedó invadido por los celos y le disparó una flecha, haciendo que éste cayera y muriera como consecuencia del golpe.

Ñandú movió el cuerpo del otro guerrero un poco y comenzó a trepar el árbol para llevarse el encaje. A pesar de esto, en el momento en el que sus manos pudieron tocar ese extraño lienzo, se percató de que aquello no era más que una telaraña.

El desasosiego que le provocó haber acabado con su rival de una manera tan vil (recordemos que lo asesinó por la espalda) no lo dejaba vivir en paz. Pasaba los días y las noches hundido en el remordimiento, hasta que finalmente se lo confesó a su madre.

La mujer al principio se molestó, pero luego le pidió a Ñanduguazú que la condujera hasta el árbol en donde todo aquello había ocurrido. Cuando arribaron al sitio, ambos quedaron extrañados, pues vieron azorados que en una de las ramas colgaba un encaje exactamente igual al descrito por el muchacho.

Después la octogenaria y el guerrero regresaron a su casa. No obstante, la anciana quedó tan maravillada al ver el diseño de esa telaraña, que pensó que, quizás obsequiándole un encaje igual a su hijo, éste recuperaría la tranquilidad perdida.

La señora quien dicho sea de paso era una experta tejedora, se cortó su larga trenza de cabellos de plata y la hiló delicadamente hasta que la transformó en una madeja de «estambre».

Luego se puso a tejer copiando los intrincados patrones elaborados por las arañas hasta que fabricó una tela idéntica a la vista en aquel lugar.

Link:
https://leyendadeterror.com/leyendas-del-paraguay/

Leyendas (especial octubre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora