🇳🇮El salvador🇳🇮

67 5 7
                                    

La Siguanaba

Esta es la leyenda más conocida en el Salvador. En el tiempo en el que las deidades podían ser vistas en la tierra, el dios Tláloc se enamoró perdidamente de una joven y bellísima muchacha al que los aldeanos conocían con el nombre de Sihuehuet (este nombre puede ser traducido al castellano como Hermosa Mujer).

Fruto de ese amor, la mujer dio a luz a un hijo. Sin embargo, la gente la consideraba como una muy mala madre, debido a que dejaba al pequeño solo en casa para salir a pasear.

Por esa razón, el niño sólo se alimentaba de ceniza. Tláloc no tardó mucho en enterarse de lo que hacía la mujer y su enfado fue tanto que le lanzó una terrible maldición.

– A partir de ese momento, ya no serás conocida con tu nombre anterior, sino que todos te llamarán Sihuanaba (o sea horrible mujer). Pronunció el dios de la lluvia.

Vista desde la distancia, la dama parecía muy hermosa. No obstante, en el momento en el que algún hombre se le acercaba, su aspecto cambiaba drásticamente convirtiéndose en un horripilante monstruo.

También la deidad la obligó a transitar por las veredas y caminos rurales vacíos, en busca de hombres trasnochadores, para espantarlos y obligarlos a regresar pronto a su casa.

Existe una manera de librarse de la Siguanaba, aunque es sumamente difícil llevar a cabo el plan sin que nada falle. Lo que debe hacer la víctima que se encuentre cara a cara con ella es aproximarse lo más posible y luego tirarse al piso cerrando los ojos y estirando uno de sus brazos, hasta poder alcanzar uno de los pies de la criatura.

Después de esto, la persona debe jalarlo lo más fuerte posible, para lograr que ella se caiga. Mientras el espíritu maligno permanece en el suelo, el sujeto debe «poner pies en polvorosa».

El cipitío

Según se encuentra asentada en la tradición salvadoreña, la leyenda del Cipitío es la «continuación» del mito anterior, ya que en esta narración sabremos cuál fue la historia del hijo de la Siguanaba

Al igual que a su madre, el Cipitío también se convirtió en una criatura maldita, ya que Tláloc le lanzó un hechizo para que nunca pudiera convertirse en hombre. Es decir, sin importar el correr de los siglos, siempre seguiría siendo niño.

los adultos mayores del Salvador me contaron una vez que en las casas de la gente que tenía chimenea, se decía que de vez en cuando el espíritu de aquel chiquillo se aparecía.

Y es que al Cipitío, no sólo le encanta comer la ceniza producida por los maderos quemados, sino que también disfruta revolcándose en ella.

La descripción clásica que se tiene de él es la siguiente:

Un pequeño de baja estatura, con un vientre prominente y que además tiene las extremidades inferiores al revés. Esto hace que la gente que por alguna razón intenta seguirle el rastro, quedan perdidos en el bosque, ya que se dirigen al camino contrario.

A diferencia de su progenitora, este personaje no le hace daño a nadie, aunque de vez en cuando puede llevar a cabo una inofensiva travesura. Por último, sólo nos resta decir que, aunque a esta historia se le han añadido y quitado algunas cosas (dependiendo sobre todo de la época) sigue conservando su misma esencia.



Link:

https://leyendadeterror.com/leyendas-salvadorenas/

Leyendas (especial octubre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora