Su mirada, azulada, tranquila, con un mar encerrado en ambos de sus iris. Sus labios, delgados, con ese brillo labial tan claro. Su nariz, afilada. Chloe Bourgeois terminaba de maquillarse, admirando su belleza. —¡Soy un encanto!— Gritó en la habitación, para después levantarse, admirando su cuerpo desnudo. Pechos de mediano tamaño, cintura sumamente afilada, las piernas largas y la piel blanca —Sí, soy un encanto— Río, aún admirándose.
En ese momento, la canción que escuchaba, se terminó, obligándola a dejar de verse y tomar su teléfono para admirar la hora. Llegaría tarde, pero poco le importaba. Rodó los ojos, reinciando la canción, tomando un hermoso vestido amarillo con flores en blanco y negro, poniéndoselo después de únicamente haberse puesto su ropa interior, bueno, la mitad. Iba sin sujetador, la espalda de su vestido era descubierta y una joven tan importante como ella no podía darse el lujo de una burla. Ni la más mínima.
Una vez estuvo lista, se peinó en tan conocida cola de caballo que siempre usaba, y abrió la puerta de su habitación de par en par, admirando a un empleado de la casa, nervioso, con los labios separados, listo para hablar, pero nada salía de su boca. —Sí, ya sé que voy tarde. ¿Crees que me dejarán? ¡Ja! Soy Chloe Bourgeois, ellos esperarán lo que haga falta— comentó la burgesa, dejando por el pasillo un hermoso aroma dulce, el de su perfume. El empleado cerró la boca.
Chloe se subió a la limusina, donde le cerraron la puerta y ella se acomodó en el asiento, sacando sus audífonos, comenzando a escuchar música mientras veía sus muchísimas notificaciones que habían llegado en tan poco tiempo, como de costumbre.
"¿Vas a venir?" Preguntaba Sabrina, preocupada. Chloe ya había faltado a un par de clases.
"Claro que no" Respondió la rubia en mensaje "Voy camino a comer con mi papi"
No hubo respuesta después de eso.
Chloe había decidido no asistir a clases por ir a comer con su padre. No se trataba de una comida familiar, oh, claro que no. Se trataba de un importante almuerzo donde asistiría su padre a encontrarse con varios políticos importantes de Francia, incluído Macron. Era la oportunidad perfecta para Chloe, la oportunidad perfecta de presentarse en la sociedad de la política, lugar que nunca le había tenido ni dado el más mínimo interés, pero que ahora se trataba de un tema crítico. Oh sí. Tenía un plan, un plan muy bueno; se trataba de conseguirse a alguien que se enamorara de ella, para así poder darle celos a Adrien Agreste, su mejor amigo. O bueno, amigo de la infancia. Ni ella misma sabía como llamarlo.
¿Y que mejor que alguien a la altura de Adrien Agreste? Nadie lo estaba, pero podía simularlo.
De pronto, el auto se detuvo en seco, haciendo que la señorita casi se infartara. —¡Por Dios! ¿Que pasó? ¡¿No ves que tengo que llegar a un lugar?!— gritó la hija del alcalde, asomando la cabeza por la ventana que bajaba lentamente, descubriendo a un muchacho pelirrojo, con un montón de pinceles en el suelo, y él notablemente lastimado, quejándose. Miró con indiferencia, subiendo el vidrio, suponiendo que el chofer arrancaría en unos segundos.
Bueno, unos minutos...
¡¿Qué estaba pasando?!
Cuando Bourgeois se hartó, salió de la limusina, descubriendo un montón de gente tomando fotos, con el chofer intentando ayudar al muchacho. Oh, no. Si alguno de esos flashes de cámaras lograba captar algo que no fuera correcto, además de la incómoda situación, no lograría llegar a tiempo. ¡Peor! la reputación de los Bourgeois se arruinaría. Actuó rápido, corriendo sus tacones negros para tomar al muchacho, y con ayuda del chofer, lo subió a la limusina, donde después ella entró. El chofer pudo continuar.
No podía creerlo.
Lo primero que hizo fue tomarle la cara a ese patético pelirrojo. Lo miró enojada, para después ser el varón quien abriera los ojos y pudiera responderle a la mirada. Bourgeois se petrificó un segundo —¿Nathaniel?— Preguntó mostrando los dientes cual perro rabioso, suspirando con la cabeza. Él, herido, no pudo responderle, sólo alzó levemente el brazo para recargarse en ella, y tirarse, literalmente, encima de la fémina. —¡Uy!— gritó la rubia, frunciendo el ceño, pero dejando que el pelirrojo cayera. Tomó aire con la nariz, e inevitablemente por sus fosas nasales se metió el suave aroma del joven. Un aroma... dulce. Frutal. Era delicioso.
—¿Usas perfume de niña?—
No hubo respuesta.
Suspiró con ganas, empujándolo suavemente. Se había quedado dormido, aparentemente. Lo dejó dormido en el asiento, mientras que ella admiraba por la ventana que habían llegado. —¡Oh!— sonrió —Deten el auto. Lléva a Nathaniel a ... a algún lado. No sé. Yo me bajo aquí, gracias—
Y sí, se bajó. Dándole la espalda al pelirrojo justo cuando abrió levemente los ojos para admirar unas hermosas piernas, largas y brillantes. Gracias a Dios Chloe no vio cuando Nath se relamió los labios y volvió a caer dormido.
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Non, excuse toi ; {NathLoe}
Fanfic-¿Que me disculpe? ¡No, discúlpate tú!- Dijo Chloe con los ojos llorosos, aferrándose a su orgullo a como la situación le permitía, aunque era claro que estaba por escupir la disculpa antes de lo esperado. Hacía un par de meses que todo en la vida d...