Chloe bostezaba con tanta furia que Nathaniel creía que se iba a tragar a la capital francesa si volvía a bostezar. Ladeaba la cabeza, ¿se estaba durmiendo? Que cosa tan bonita. Pasaron un par de segundos y Nathaniel apreció como, de forma imposible de evitar, la rubia cerraba los ojos, apoyando la cabeza en su brazo, curiosamente apoyado sobre el respaldo del sofá. Sus ojos cerrados la dejaron ver su maquillaje. El pelirrojo nunca había tenido interés por la rama del maquillaje, pero admitía que ella tenía un talento natural con las brochas y las sombras para ojos.
—Chloe, sé que es tarde, ¿me abres la puerta? me tengo que ir yo también... — Nathaniel intentaba despertarla, moviendole suavemente el hombro, pero no funcionaba. Se levantó del sofá, camino a la puerta, y como esperaba, falló en intentar abrirla. Supiró, caminando de regreso con Chloe para volver a intentar despertarla, pero para su sorpresa ella estaba levantada, mirándolo con los ojos rojos y sin labial. Se lo había quitado con una toallita desmaquillante antes de verlo.
—Depende. ¿Está mi sirviente afuera?—
Nath alzó los hombros en signo de no saber. Chloe, frustrada, suspiro y se asomó por la pequeña bolita de crital que permitía ver de adentro hace afuera. Sí, ahí estaba su sirviente, haciendo guardia.
—Mierda— dijo la rubia, alzando las cejas en sorpresa, girándose con él, haciendo una mueca —creo que tendrás que quedarte a dormir—
—¿Qué? ¡No puedo! ¡Debí llegar a casa hace casi una hora!—
—¡Shhh!— Chloe le cubrió la boca, deseando que su sirviente no lo hubiera escuchado —Mira, escúchame bien... No hay opciones. Mi sirviente no se irá, a menos que sean las cinco y cuarenta. Ahí baja a desayunar, así que tendrás que esperar o si tanto quieres salir, sal por el balcón y espera a que Ladybug y Chat Noir te rescaten.
Nath, apenas escuchando sus palabras, se percató del frío contacto de las manos femeninas sobre sus labios. Siempre tenía las manos frías, y lo adoraba. Le daban sensaciones maravillosas, un cosquilleo que no podía comparar con nada.
Suspiró, antes de mirar la enorme cama. Se sonrojó de solo pensar que tendría que dormir con una niña, jamás lo había hecho. Era un chico de pocas amistades y tener pijamadas nunca había sido lo suyo porque, bueno, nunca había tenido una. Menos con una niña. Sin más, comenzó a desvestirse, generando que Chloe se cubriera la cara de la vergüenza. Ahora ella estaba roja.
—¡¿Que crees que haces?!—
—No duermo con ropa, Chloe.—
—¡Yo te prestaré una pijama, pero vete al baño!— Gritaba, apresurando el paso al armario, de donde sacó una pijama cualquiera de dos piezas, arrojándosela para después, ella, ocultar la cara encarando un muro. Nathaniel, igual de sonrojado que ella, fue al baño a cambiarse. Una vez Chloe escuchó la puerta del baño cerrarse, se giró, poniendo una mano en su pecho. ¿Qué locura estaba cometiendo? Bueno, fue el mejor plan que se le ocurrió.
Aprovechó la soledad para cambiarse. Se deshizo de su ropa típica, poniéndose una pijama, un camisón largo de seda, color amarillo y con encajes de color blanco. Justo a tiempo, Nathaniel salió de baño, y entonces, Chloe comenzó a reír con efusividad.
—¡No sabía que te había lanzado esa!
Nathaniel vestía de dos piezas, apretado de la cintura, simulando cuerpo de niña. El pelirrojo rodó los ojos y se encaminó a la cama para meterse entre las sabanas, descubriendo que era extremadamente cómoda. Nunca había dormido en una cama así... en realidad, pocas veces, por no decir mas que un par de veces, había dormido en otra cama que no fuera la suya. Se acurrucó, poniéndose en posición fetal, cerrando los ojos.
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Non, excuse toi ; {NathLoe}
Fiksi Penggemar-¿Que me disculpe? ¡No, discúlpate tú!- Dijo Chloe con los ojos llorosos, aferrándose a su orgullo a como la situación le permitía, aunque era claro que estaba por escupir la disculpa antes de lo esperado. Hacía un par de meses que todo en la vida d...