Carta #8 Madrid.

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Christian Williams.

En California, 22 de Julio 2018.

Querido destinatario desconocido.

Lamento que está carta llegará a tu buzón, pero ya que nadie quiere escuchar mis sentimientos, los voy a regar por el mundo, hasta completar mí historia.

Y volvemos aquí, mi querido destinatario, un sentimiento que creció a pasos agigantados, es un sentimiento hermoso, que nos llevo a hacernos aún mas cercanos, amé sentirse así, amé pasar varios días a su lado para que este sentimiento no se quisiera ir. Espero que tú también los tengas, porque simplemente es lo mas maravilloso del mundo, si tienes a la persona correcta resta para compartir ese sentimiento.

Pasaron varias semanas, entre salidas, cenas y noches solo para los dos, tanto nos divertíamos, que perdí la noción del tiempo, sin saberlo, ya habían pasado dos meses desde que conocí a Sara Collins.

En una llamada, con los nervios a flor de piel, le pedí que saliéramos, que fuéramos a cualquier lado, para olvidar los malos ratos, los daños en nuestro ser, aún notaba a Sara decaída y lo que me preocupó más, es que un día, en nuestras pequeñas guerras de almohadas, note en los brazos de Sara muchas marcas y algunas quemaduras de cigarrillo. No estaba seguro de lo que vi y espero que sea una equivocación mía y me duele aún mas cuando la abrazo fuerte y ella se vuelve a romper un poco más ¿quien le habrá hecho tanto daño, para que un abrazo le duela? No lo sé, pero quiero acabar con toda preocupación de Sara, quiero que todos los días, ella sonría, esa sonrisa que solo ella porta en este mundo.

Después de una hora, me encontraba ya en el parque con Sara, ella llevaba un vestido suelto blanco, su cabello ondeado y sus labios de un durazno precioso. Sara rodeada de las flores y los rayos del sol, se veía tan angelical, tan hermosa que se que las mismas diosas del olimpo, tendrían envidia de la figura etérea de Sara y yo, con gracia me había colocado una camisa desgastada, un jean negro y mi cabello alborotado, me reí de como lucia en mi mente, pero Sara me había dicho que lucia bien y mi tonto cerebro que se volvía espuma con ella, también se creyó eso.

Decidimos ir a la parte mas alejada del parque, aquella en las que pocas personas conocen y es una verdadera lastima, ya que allí, un hermoso lago se mostró frente a nuestros ojos, los árboles nos hacían sombra, pequeñas y hermosas flores nos rodeaban, era un buen lugar para olvidarnos del mundo por un rato.

Nos acostamos en el verde pasto, bajo un frondoso árbol de roble, los pajaritos creando un ambiente calmado y el cielo algo despejado. Agarre a Sara de la mano y las llave hasta mi pecho, vi que ella no puso resistencia ante mi tacto y ahí fue donde entendí, que era el mejor lugar en el mundo para olvidar todo.

Después de media hora, contando nubes e imaginando sus formas, una pequeña idea llegó a mi mente "ser niños" necesitamos olvidarnos de que somos adultos, de que debo buscar trabajo y Sara de que debe estudiar para sus exámenes. Me levante bruscamente de mi lugar y toque con mi pie sus piernas, Sara abrió sus ojos y me dedico una pequeña sonrisa "¿Qué pasa Chris?" yo solo me incline para tomar sus manos y tirar de ellas hasta que quedo a mi lado "Seamos niños, vamos a jugar, vamos a olvidarnos que debemos ser responsables, que debemos tomar decisiones" así que con nuestras manos enlazadas, corri hasta la orilla del lago, escuchando las leves quejas de Sara al sentir el agua salpicar en su vestido.

Solté su mano y me sumergí en aquel lago, sentí mi cuerpo relajado y quería que Sara se sintiera así también, así que salí a la superficie, para tirar a Sara en el lago, ella corrió apenas me acerque a su lado, ella sabia que quería hacer y obviamente esta vez ganaría.

Corri detrás de Sara por toda la pradera que bordeaba el lago, Sara daba pequeños brinquitos y se escondía tras los árboles, mi única guía hacia ella, eran sus carcajadas, sus pequeñas manitos asomándose entre la maleza y los troncos, me escabullí por toda la pequeña jungla y la agarre de la cintura, llevándola a mi hombro, cargándola como un saco de papas.

Sara golpeaba mi espalda y yo dejaba pequeños y para nada dolorosos pellizcos en sus piernas, Sara pataleaba un poco para que la dejara ir, mi misión era dejar a Sara suavemente en el agua, pero creo que se me había olvidado mi mala suerte y mi atracción con el suelo, al llegar a la orilla, no vi unas raíces y estas se enredaron con mis tenis y caí de lleno al agua con Sara debajo mío.

Me separe un poco de ella y le pedi perdón sin verla, me estaba alejando de apoco, hasta que escuche las carcajadas de Sara y como tomaba mis brazos y con ayuda de sus piernas me empujaba, haciéndome caer a su lado, inevitablemente me uni a sus carcajadas, mire en los ojos de Sara la diversión en su máxima esplendor, ella se enderezó y se sentó mas cerca de la orilla, yo la seguí, ella aun dejaba salir pequeñas risas sosteniendo su estómago, vi como pequeñas lágrimas se asomaban por sus ojos, producto de su risa, yo me sentía avergonzado, Sara miro lo torpe que puedo ser, aunque se que es bobo esto, ya que ella ya lo sabía, siempre pasaba algo cuando estaba con ella.

Sara se levantó y camino en el lago, hasta que el agua cubría sus hombros y ella agarraba su vestido para que no se subiera por el agua, yo me acerque hasta ella y vi la gran diferencia, el agua llegaba hasta un poco menos de la mitad de mi pecho, así que pasé un brazo por su cintura, elevándola hasta que el agua cubría debajo de sus pechos y te digo que firme mi sentencia de muerte, la vergüenza no cabía en mí, el vestido al ser blanco se volvía traslucido y fue inevitable que su ropa interior no se mostrará. Sara río nerviosa y cubrió sus cara que tenia un gran sonrojo.

Decidí soltarla lentamente y salir del lago, me senté en la hierba dándole la espalda y agarre los bordes de mi camisa, retirándola y retorciéndola para quitar la mayor cantidad de agua posible, llame a Sara para que se cubriera con mi camisa, así que la deja detrás mio, mientras observaba los arboles y escuchaba el sonido del agua.

Sara se sentó a mi lado y me pego juguetonamente en mi hombro, yo dirigí mi mirada hasta ella y vi una pequeña sonrisa "Chris, no te preocupes, somos amigos, me sentiría aun mas avergonzada si hasta ahora te conociera, pero ya hasta me has visto en pijama y recién levantada, no te preocupes cabeza hueca" Sara tenia esa capacidad de hacer añicos mi mundo, era su amigo, era alguien para ella, una calidez recorrió mi cuerpo y me tire de espaldas dejando que el sol se posara en mi cuerpo, Sara me siguió y me dijo que así aprovechaba para secarse y que quien viera lo que me mandaba.

No entendí eso ultimo hasta el día de hoy, Sara me estaba coqueteando ¿por qué? No lo se.

Nos quedamos en pequeños tiempos en el sol, volviendo de vez en cundo a la sombra, ella reposo su cabeza en mi abdomen, yo acariciaba su cabello y ella me contaba sobre su madre, pequeñas cosas que aun lastimaban su corazón.

Su madre siempre le dijo que debía seguir sus sueños, que ella no debía vivir por alguien más, pero cada vez que ella le decía en que ámbito se quería especializar, le decía que no, que no era de prestigio, que no era seguro seguir por ese lado. Ella se sentía mal, ella al final iba a vivir por su madre y no por ella, Sara no podía más, con sus gritos, sus órdenes, que controlara cada segundo de su vida, que hasta le ordenara en como debía vestirse, pero aun así, ella no podría dejar de amarla, que a pesar de que le dijera que no sirve para nada, Sara aun daría su vida por ella sin dudarlo.

Sara ese día lloro sobre mi abdomen y apretaba sus manos, haciéndose daño con sus uñas, al haber notado eso, agarre sus manos y comencé a dejar pequeños besitos en éstas.

Sara quería huir, Sara quería ser libre, Sara quería poder librarse de su ansiedad. Sara me dijo que quería desaparecer y desparecerlo.

Mi querido destinatario, tal vez para ti fue aburrido este fragmento, pero acá, donde el sentimiento de la amistad se hizo mas claro, entendí un poco más de lo que Sara se callaba. Entendí que estaba a unos muy escasos pasos, de saber su historia, aquella que la dejo tan rota, tan triste y sin ganas de seguir.
Te pido, que cuando una persona te diga que quiere desaparecer, la sostengas contra tu cuerpo, no es necesario que hables, sólo hazle sentir que no esta sola, que se puede derrumbar en ti, que tú volverás a reconstruirla. Me di cuenta que a las mejores personas le pasan las peores cosas, aquellas que dejan una herida tan grande, que ni el tiempo es capaz de curar y menos aún, cuando tenés que ver todos los dias, a la persona causante de aquella herida.
Y la vida no es justa y ni el karma existe y ni todos son tan felices como aparentan ser.
Espero que tu vida sea feliz y agradable.

Christian Williams.

Dear UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora