Carta #12 Berlín.

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Christian Williams.

En California, 22 de Noviembre 2018.

Querido destinatario desconocido.

Lamento que está carta llegará a tu buzón, pero ya que nadie quiere escuchar mis sentimientos, los voy a regar por el mundo, hasta completar mí historia.

Me imagino que en alguna parte de tu vida te prometieron seguir ahí, seguir hacia adelante, pero como todo en esta vida algo pasa y todo tu esfuerzo y el de esa persona se reduce a cero... Y empiezan las lágrimas, empiezan los “si hubiera” pero no, no se puede y no existen... Y es donde te pierdes y pierdes cada principio de tu ser y pierdes a esa persona.

Bienvenido a mi vida.

La entendí esa vez y hoy la entiendo muchísimo más, porque su decisión fue casi perfecta dolorosamente perfecta.

Habían pasado tres días desde que Sara me habló de su embarazo, desde ese día, Sara no contestó ni mis llamadas, ni mis mensajes.

Esta preocupado, estaba asustado, intente dar con su hermano, pero este tampoco contestaba, fui a su casa y nadie abrió... Lo mismo pasó con Sara.

Necesitaba despejarme, necesitaba dejar de pensar, así que subí a mi motocicleta y fui sin un rumbo fijo.

El aire pegaba contra mi cara, evitaba con todas mis fuerzas cerrar mis ojos mientras conducía, se sentía tan bien, tan tranquilo, que la tentación fue mayor, pero no quería causar ningún accidente.

Maneje unos metros más hasta dar con una banca en la acera derecha, estacione mi motocicleta en frente de esa banca y me deje caer en esta, cerré mis ojos y dejé ir un gran suspiro.

Cuando sentí mi cuerpo destensado, abrí mis ojos y subí mi mirada y lo que vi me dejó sin aliento.

Ahí, en la acera del frente estaba Sara con su hermano, se notaba pálida, sin fuerzas y sabía desde mi posición que ya ni sus ojos brillaban como si tuviesen un universo.

Me di cuenta que Sara es mi serendipia, fue tan inesperado y tan hermoso, que aun no sé si pueda soltarla algún día.

Pero mientras más los miraba sentí náuseas al ver donde estaban y en que condiciones, no podía soportar tal vista, así que con el estómago revuelto subí a mi motocicleta y decidí volver a mi apartamento.

Cuando abrí la puerta, sentí mi corazón desmoronarse, sabía ya que en este punto de mi vida, todo estaria de cabeza, todo volvería a romperse y yo esta vez no podría hacerlo solo.

Pasaron las horas y aún no se iba la imagen de Sara con su hermano en mi cabeza, me sentía fatal y ahora que lo pienso, aún me siento así cada vez que lo recuerdo, cada vez que paso por esa carretera.

Pasó un día y la incertidumbre hacia mella en mi corazón, opté por ir a visitarla, tenía un mal sabor de boca, todo esto estaba extraño.

Me aliste un poco y vi como se asomaba el atardecer, llegué y di unos toques en su puerta, y todo el aire que estaba conteniendo, salió en un jadeo doloroso.

Sara estaba allí, frente a mi, con ojeras tan grandes como el pesar de su alma, sus labios estaban resecos y su piel pálida y sin ese característico brillo en sus ojos.

Ella al verme, se tiro a mis brazos y pequeños murmullos de lamento, salían de sus labios, yo estaba asustado, sabía que todo estaba mal, así que la agarre como una pequeña princesa, como si fuese una bebé e ingrese a la casa, pasamos por la sala y arroje en el sofá mis llaves, me dirigí a su habitación y me senté en su cama, colocando a Sara en mi regazo.

Ella se escondió entre mí cuello y hombro, agarro en puños mi camisa y solo salió de sus labios y débil y quebrado “lo siento chris”.

Y en ese instante fue donde todo quedó claro, donde unos de mis más grandes miedos se cumplió.

Abracé a Sara y deje que pequeños sollozos salieran con dolor de mi garganta, dejé que un mar se instalará en mis ojos y se derramará por mis mejillas.

Ya no había alguien más ahí, ya no había esa pequeña vida, ya no había nada... Sara había abortado.

Querido destinatario desconocido, te pido que no odies a Sara o juzgues su decisión, porque dudo que alguna mujer en su vida, quiera tener un hijo, que se creó por medio de una violacion... No te voy a mentir, me duele, me duele mucho, porque le tenia un pequeño cariño a ese ser, quería ser su padre, ver como la pancita se Sara iba creciendo, quería poder haber sentido sus pataditas, haber escuchado el latir de su corazón, pero está es la realidad, una realidad que yo debía aceptar.
Por favor, no pienses que Sara obró mal, porque fue el acto más difícil que tomó hasta el momento y la pena siempre la va a acompañar y todo esto siempre va a ser un mal trago, uno de los peores.

Se despide

Christian Williams

Dear UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora