Carta #5 Marruecos.

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Christian Williams.

En California, 22 de Abril 2018.

Querido destinatario desconocido.

Lamento que está carta llegará a tu buzón, pero ya que nadie quiere escuchar mis sentimientos, los voy a regar por el mundo, hasta completar mí historia.

¿Sabes que Marruecos suena como un lugar increíble? Personita que tenga esta carta, quiero decir que, este era uno de los lugares donde pensaba ir a vivir con Sara, aún espero algún día ir a recorrer Marruecos e intentar progresar allá.

Al llegar a mi apartamento, abrí la puerta y me senté a llorar en el recibidor, me dolía, me dolía como nada mas que hubiese sentido antes. Este dolor era diferente, este me calaba los huesos, oprimía mi pecho y hacia que de tantos sollozos me fuera imposible respirar correctamente.

No entendía, ¿por que me dolía tanto si no sabia nada de ella? Me partía la cabeza intentando sacar alguna razón lógica para lo que estaba sintiendo.

No se cuanto tiempo pase llorando y preguntándome ¿Que le hice a Sara?, me acuerdo que me dirigí hasta mi habitación, con los ojos irritados y la cabeza doliendome a horrores. Saque casi toda la ropa de mi cuerpo y me tire a la cama, a seguir llorando.

Pasaban los días y ese dolor me hundía aún más, no salí para nada, no atendía ninguna llamada. Y aún no entendía ¿que fue lo que me afectó tanto?

Una madrugada fría, tan fría que sentía como mi corazón volvía llorar, decidí ir a verla, intentar entender todo lo que pasó, decidí que de una forma u otra, le ayudaría.

Despues de acearme y colocar a cargar mi celular, salí directamente a su apartamento en mi motocicleta, a mitad del camino, varias inseguridades se instalaban en mi cabeza, tanto así que ya iba a dar media vuelta y salir huyendo. Pero no todo es como queremos y ya cuando había decidido aquella opción tan cobarde, había llegado a la casa de Sara.

Con mi cuerpo temblando, sin ninguna razón aparente, llegue a su puerta y me quede ahí, viéndola como la cosa mas interesante del mundo, solo salí de mi estupor cuando escuche un leve ruido detrás de la puerta, ahí fue cuando toque. La curiosidad pudo mas conmigo que el miedo que sentía.

Toque su puerta y espere unos minutos, todo quedó en silencio y nadie abrió, me rehúse a irme así de fácil, toque unas tres veces más y cuando ya estaba a punto de rendirme, ella abrió, y te puedo jurar destinatario, que sentí mi pecho encogerse y mi mente gritó llena de dolor.

Ahí estaba, era ella, pero no se sentía así, no, no era la misma despampanante Sara que conocí, ahí estaba ella, con sus ojos aún mas apagados, sus mejillas con rastros de lágrimas frescas, su rostro sin su preciosa sonrisa.

No me importo nada y empuje la puerta sin hacerle daño, me di la vuelta solo para cerrarla y la agarre por la cintura alzándola y pegándola a mi cuerpo, cubriéndola con mis brazos.

Sentí como se tenso, como buscaba separarse de mi, pero no la dejé, no volvería a dejar que ella tocara fondo. Me dirigí hasta un cuarto que resulto ser el de ella y me senté en su cama, causando que ella estuviese sentada en mi regazo, ella seguía intentado escaparse, así que solo comencé a acariciar su cabello, diciéndole que se calmara, que yo no le haría daño.

Pasaron largos minutos que se sintieron como horas sin fin. Sara dejo de intentar escapar y rompió en llanto, sosteniéndose con tanta fuerza de mi camisa, que cualquier persona podría ver su dolor en esa simple acción, gritos desesperados salían desde el fondo de su garganta, y yo solo pude quedarme ahí, dándole pequeñas caricias, meciendo mi cuerpo, así arrullandola, sosteniendo cada pedazo de su ser.

Paso casi una hora donde ella cesó su llanto, atiné a levantar su rostro y secar sus lágrimas, me acomode aún con ella, en el centro de la cama, donde la dejé sobre mi pecho acariciando sus largos cabellos, entendí que no era buen momento para despejar mis dudas, así que solo me dedique a darle pequeños mimos en su cabeza.

Sentí como Sara se abrazo a mi torso, como si no quisiera que me fuera, y no lo haría. Recordé una canción bastante hermosa, tanto que comencé a cantarsela en voz baja
"Desde el cielo todo es mas bonito...Dejame llevarte a las estrellas otra vez.
Cómo la noche de ayer, vámonos a Marte donde nadie vaya a buscarte ni a ti ni a mí.
Donde todo es más callado y solitario para los dos
Donde no hay nadie... mas que tú y yo.
Dejemos la tierra llena de gente tan mierda que nos quiere aplastar... Vámonos de viaje a las estrellas y a marte a olvidar nuestros problemas tan punzantes"

Deje de cantar cuando vi a Sara soltar mi torso, ella se quedó dormida en mi pecho, sentí una pequeña calidez extenderse por mi cuerpo... Por primera vez en días me sentí feliz. Por fin Sara podría descansar un poco de lo que la atormentará, lo sabia, estaba seguro de eso.

Su respiración era calmada, sus labios estaban medio abultados por estar apoyando su cabeza en mi pecho, sus pestañas eran largas, sus mejillas levemente coloreadas, su pelo despeinado, todo en ella lucia perfecto, la abracé y solo pude quedándome verla fijamente, hasta que los brazos de Morfeo me llevaron a su paraíso, arrullando nuestros sueños, nuestro pequeño momento de paz.

Querido destinatario desconocido, este sentimiento fue el dolor, dolor por saber que aún no era momento para poder ayudarla, no podría después de haberla visto así, es interesante ver lo bobo que era al no identificar que era ese dolor, del ¿por que venia? Oh Dios, me siento tan bobo.
Pero se que también veras que fui feliz, aunque el dolor predominó en esos días.
Lo dejaria como un sentimiento agridulce, pero para mi no lo es, no podría, ningún momento merece ser llamado agridulce, porque siempre va a existir un sentimiento mas grande que el otro, uno que lo enjaula y no te deja decidir si es triste o feliz, así que solo decidimos llamarle "agridulce" a algo que no es.
Gracias por hacerme recordar, el latir de mi corazón resquebrajado.
Gracias por dejarme sentir la calidez de contarte este especial fragmento de mi vida.
Espera tengas una vida plena y sin problemas.

Christian Williams

Dear UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora