VII. Pintalabios

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Inconmensurable
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cuando alguien te quiere, la manera en que dice tu nombre es diferente, sabes que está a salvo entre sus labios

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El sonido de los besos llenan la cocina, entremezclándose con los suspiros y jadeos que escapan de sus bocas. Momo está sentada sobre la barra de la cocina que la separa del comedor, acogiendo entre sus piernas a Todoroki que las agarra con fuerza, acercando tanto como puede sus caderas que friccionan entre sí a cada pequeño movimiento. Los brazos femeninos están enganchados en su cuello y las delicadas manos, hundiéndose en su cabello, revolviéndolo sin cuidado y tirando sin querer de algunos mechones que, al contrario de provocar dolor, solo aumenta la calentura del cuerpo del muchacho.

— Hah... —Momo respira con pesadez cuando rompen el beso y abre sus grandes ojos, encontrándose con Todoroki, jadeante, con sus mejillas en un tenue sonrojo y sus oscurecidos ojos puestos en sus labios, de color rosado.

— Aún no se va. Es resiste. —Comenta con ronca y aterciopelada voz, haciendo estremecer a la azabache cuando el pulgar del Todoroki se desliza con lentitud atroz por sus labios. Los acaricia con la misma textura de una pluma, presionándolos sutilmente, comprobando que realmente, el pintalabios que ha utilizado es resistente a cualquier cosa.

El dedo se desliza por la comisura, bajando hacia su mentón para sostenerlo y alzarlo con cuidado. Ambas miradas se encuentran, aunque solo durante unos escasos segundos hasta que Todoroki vuelve a atacar su boca con la suya, juntándolas como dos perfectas piezas del mismo puzle, saboreándola, degustando el sabor a melocotón del pintalabios, jugueteando con su lengua.

Su mano libre baja hasta su muslo, colándose bajo la tela de su short, alzándolo un poco, revelando más de esa pierna firme, nívea y suave. Momo gime contra su boca, temblando con ligereza, moviendo con sutilidad su cadera casi por inercia en busca de más porque solo puede pensar en eso. En más. Quiere más y Shoto lo sabe. La mano que acuna el rostro de Yaomomo, desciende, aferrándose a su cintura, marcando el ritmo de sus movimientos, ondeando su cadera, provocando pequeñas embestidas sobre sus ropas que arrancan gruñidos y jadeos.

Quiere que sepa lo mucho que la necesita, lo mucho que le pone, lo mucho que le encanta.

— Es... espe... ra —La Yaoyozoru trata de articular algo más que una palabra, pero sus propio gemidos la interrumpen cuando Todoroki se desvía de su boca, repartiendo besos por su mejilla, descendiendo hasta su cuello, mordisqueando la yugular. Ella clava sus uñas en sus firmes hombros y cierra fuertemente sus ojos, sintiendo los latidos de su corazón sacudir sus tímpanos mientras inclina la cabeza, dándole más acceso a su piel. El cabello de su novio acariciándola la hace estremecer y nota cómo todo su juicio se nubla—. Shoto... —Su voz rompiéndose cuando su cálida lengua asciende de nuevo hacia su boca, la cual lame.

— ¿Mmh? —Tararea él, sus narices rozándose, sus respiraciones entremezclándose.

Momo entreabre sus lagrimosos ojos y ve los labios de Todoroki rojizos e hinchados, pero sedientos de más porque cuando se trata de ella, nunca está satisfecho.

Se siente tan nerviosa que tiene que hacer esfuerzo titánicos para mantener bajo control su quirk y no llenar la cocina de objetos.

— De... deberíamos... parar. —Jadea, pero su entonación es de pregunta, queriendo que él se niegue para así aferrarse a esa excusa para continuar sin sentirse del todo mal por llegar tarde, bastante tarde, a la fiesta mensual que organiza la bakusquad.

Quedan cinco minutos para que empiece y ni de broma van a llegar puntuales. Sabía que no tenía que haberle dejado pasar a su apartamento mientras terminaba de arreglarse. Aprendió la lección la primera vez, cuando Todoroki se aburrió de esperarla y queriendo matar el tiempo decidió aparecer tras ella mientras se peinaba para acariciarla, alternando sus quirks, en muchos de sus puntos débiles.

Inconmensurable; todomomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora