II. Heridas

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Inconmensurable
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a sus ojos, los defectos que decía tener se volvían imposibles de encontrar
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— ¡Vamos, joder!

Yaoyorozu cae al suelo tras la patada, apretando los dientes para evitar gritar al sentir un intenso dolor en su reciente herida, una fea marca rojiza por rozamiento en su costado que ha raspado su piel, haciéndola sangrar un poco. Pero lucha por ignorarlo y vuelve a ponerse de pie, tambaleándose ligeramente. Jadea con fuerza, su pecho sube y baja a gran velocidad, pero sus ojos negros se mantienen firmes, observando con dureza a Bakugou. Él sonríe con poderío bajo su ceño fruncido y alza su brazo hacia su boca, cortando con el fluyo de sangre que fluye de su labio. Katsuki también tiene la respiración agitada, pero a diferencia de ella, se ve mucho mejor, como si solo hubiera corrido una pequeña maratón.

— ¿Es toda la mierda que tienes, cola de caballo? —La provoca, poniéndose en posición cuando ve la furia envolver esos orbes oscuros mientras ella se irgue, extendiendo su brazo que comienza a brillar—. Una niña de tres años pelearía mejor que tú. —Bakugo observa cómo ella extrae de su brazo un bo.

— No —respira hondo, controlando su respiración mientras se pone en posición de ataque—, aún no te he enseñado ni la mitad de las cosas que puedo hacer.

— Eso es lo que quería oír. —Susurra, ampliando su sonrisa mientras extiende sus manos, haciéndose oír el crepito en las palmas de éstas—. ¡Muere! —Grita eufórico, corriendo hacia ella cuando ésta también corre hacia él, saltando con todas las fuerzas que le quedan hacia el cielo, dispuesta a darlo todo y mostrar que Creati no es irrelevante.

Ø

Todoroki camina de un lado a otro en la habitación de Yaoyorozu como un león enjaulado, mordiéndose la mejilla por dentro algo nervioso y preocupado. Hace horas que Bakugou y Yaoyorozu se escabulleron para poder entrenar y a diferencia de otros días, están tardando mucho en regresar. Normalmente, llegarían justo antes de la cena, pero ya ha transcurrido una hora desde entonces y no han dado señales de vida.

— Debería ir a buscarlos... —Susurra, poniendo mala cara tras encender su móvil por vigésima vez y ver que no tiene ni un solo mensaje o llamada.

Sin embargo, cuando está por ir hacia la puerta, ésta se abre sola y él agranda sus ojos cuando ve a su novia cruzar por el umbral, pero no precisamente con la apariencia que esperaba. Momo, que siente todo su cuerpo palpitar, entra cojeando un poco. Su cabello está suelto y revuelto, cayendo salvaje por su rostro herido y empapado con agua que se mezcla con su sudor; su ropa está sucia y destrozada, una de las mangas de la chaqueta del chándal reglamentario está arrancada y la otra, agujereada; el top negro que suele ponerse bajo ella ahora está grisáceo por la suciedad, además, su vientre descubierto está magullado al igual que sus piernas que asoman entre las rajas del pantalón.

Los ojos de ella se alzan del suelo cuando cierra la puerta y se agrandan al encontrar a Todoroki ahí, con la misma mueca de sorpresa.

— ¿To-Todoroki, qué estás...? —Pero antes de que pueda decir nada, el muchacho se acerca, tomando su rostro con delicadeza entre sus manos y mirar preocupado y algo horrorizado cada rasguño en su rostro de porcelana.

— Lo sabía. —Murmura entonces, frunciendo el ceño mientras pasa las yemas de sus dedos por la herida abierta de su frente. Momo emite un pequeño quejido, cerrando su ojo por inercia, lo que hace que Shoto maldiga y retire enseguida su mano—. Voy a matar a Bakugou y luego te llevaré a Recovery Girl. —Habla molesto, a punto de alejarse de ella para abrir la puerta y salir en busca del rubio cenizo.

Inconmensurable; todomomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora