Capítulo 8

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-¡¿Quieres que nos maten!?...- Dijo él en un tono amenazante.

Su mandíbula estaba tan tensa que incluso podría reventar su quijada.

Tobías tiró del brazo de Sam, apretando con  fuerza para que, sus intentos por zafarse fueran en vano. Dolía como el diablo, y seguro dejaría una marca.

-¡SUÉLTAME MALDITO ENFERMO! - Escupió enfurecida, aguantando las lágrimas.- PREFIERO QUE ME APUÑALEN A PASAR UN DÍA MÁS ENCERRADA EN ESTA HABITACIÓN CONTIGO.- El castaño se sintió extremadamente ofendido, intensificando su agarre.

Golpeó violentamente el pequeño cuerpo contra la pared. El enojo que  desprendía no era proporcional a su tamaño, sin importar cuanto amará a esa chica quería destrozar su boca a golpes.

-¡Oh, claro! No soportas besarme, ni acariciarme sin mencionar lo impaciente que estas cada día que me voy, esperando mi regreso. - Recriminó Toby con sarcasmo y una sonrisa cínica.

Transcurrieron dos meses desde el secuestro de Samantha. Sus padres, sus amigos, su familia, sus conocidos, la policía, la prensa y todo el estado estaban buscando algún rastro de ella, pero parecía que simplemente había desaparecido como el sol en cada atardecer.

Si tan solo supieran que la pobre, se encontraba ahora mismo en una acalorada discusión con su acosador homicida que es menor de edad y tiene tics, creerían que todo era una broma al "911" de muy mal gusto. En especial por el hecho de que lo último que él había dicho era verdad.

-Déjame en paz, Rogers.- Susurró Sam.

Su miembro dio un respingo, tenía un fetiche raro con escucharla decir su apellido, que lo hacía sentir sucio y depravado; más por el hecho de que ella literalmente estaba al borde un colapso mental.

La culpa lo invadió al instante:

-Cariño, y-yo... discúlpame.- Trató de remediar la situación. Soltó a la joven y la abrazo.

Su relación era muy complicada.

-No me llames así...- Respondió fría, sorbiendo su nariz cuando, y deshaciendo el amarre.

Tan complicada que era una mentira envuelta en dulzura.

-Conoces las reglas, y sabes que gritar por ayuda no va salvarte. No estas sola, recuerda que somos un equipo...- Suspiró, en un intento desesperado de ocultar que estaba a punto de un ataque nervioso y comenzar a temblar.

Tobías se convencía así mismo que Samantha lo amaba. Lo hacía siempre que en las noches lo tocaba por encima de su ropa, o cuando sus labios bailaban sobre su torpe boca, también cuando lo escuchaba atentamente hablar.

Pero la verdad, es que lo utilizaba para sobrevivir al aislamiento; cuando se escurría entre las sabanas para a acariciar su cuerpo, imaginaba que era alguien más; no podía evitar besarle porque se sentía bien; y fingía interés en sus palabras  por conveniencia. 

Había privilegios en enamorar a tu captor. 

- Solo quiero ir a casa... por favor- Contestó cansada. Estaba aturdida del peso de miles de mentiras que sostener.

-Permíteme ser tu casa, por favor.- 

El estilo del castaño se alejaba de suplicar hasta tener el corazón latiendo sobre la mano, y con ella sentía que pagaba un castigo; humillarse no era una opción, sino una realidad.

Era como volver a vivir con su padre en una discusión infinita en la que siempre terminaba perdiendo, no hacía falta rogar porque parará de golpear a su madre y hermana, de todos modos nunca iba a ser escuchado.

Y con la joven parecía que su única alternativa era ser rebajado a su gusto, no podía ser valiente ni exigir, porque sus palabras como en el pasado, no iban a ser escuchadas.

Estaba condenado a existir bajo la sombra de alguien más. Lo supo desde que su padre un alcohólico abusivo destruyó a su familia, lo experimentó cuando fue un alumno pisoteado por sus bullís, también siendo un peón de Slenderman, e incluso ahora con ella continuaba desvalorizándose como si fuera un objeto inservible.

El que necesitaba un hogar era él, le urgía un lugar seguro donde desplomarse cuando el alma se le caía pedazos. Cómo demonios pretendía ser la casa de alguien más si ni siquiera él tenía quien vele su tumba cuando fallezca, en cambio ella tenía personas que buscan sin descanso aunque sea su cuerpo para darle una correcta sepultura. 

—Sé lo que quieras o creas que puedas ser, — Arruinó la estabilidad de Samantha, que tenía estrechos vínculos formados y un prometedor futuro, para complacer su intenso deseo de tener una familia. Solo destruía a la inocente víctima de su capricho con cada decisión que tomaba por ambos. — pero yo no voy a ser tu casa, Tobías.

Su corazón se quebró un poco, su idealizada chica le mostraba que tener expectativas siempre está demás.

—Espero algún día cambiar tu opinión. Respondió Toby. — y poder ser el hombre que deseas.

—Estas muy lejos siquiera de ser un hombre.


[...]

Reglas del cuarto:
1. No gritar, te pueden asesinar.
2. No asomarse por la ventana ni acercarse a la puerta, te pueden asesinar.
3. Prohibido bajarle al baño o usar la ducha cuando estoy en mis misiones, te escucharán y asesinaran.
4. No encender la luz de la habitación cuando no estoy, te pueden asesinar.
5. Una vez a la semana harás una lista de tus necesidades básicas. *
6. Comerás y beberas lo que yo te prepare. *
7.  Obligatorio dormir conmigo en la cama.

O

Objetos prohibidos: vasos de vidrio, tenedores,  rastrillos, agujetas, comida enlatada.

*Si me desobedeces no obtendrás este beneficio.

















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⏰ Última actualización: Jun 23 ⏰

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