Capítulo 7

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Tobías nunca había tenido sexo, aún así sus conocimientos acerca de la reproducción humana eran bastos. Sus fantasías sexuales eran demasiadas y cada una más intensa que la anterior, había pasado días enteros encerrado en su habitación dándose placer así mismo, mientras imaginaba una conocida figura femenina en varias posiciones, sanando el dolor de su entrepierna.

Bastante erótico para ser sinceros.

Claro que el joven con tics había tenido sus oportunidades, pero él prefería reservarse para su más íntima fantasía, la obsesión que lo había perseguido desde hace un año y medio.

-Samantha, -Dijo en un débil susurro Toby- La chica lo miro fingiendo indiferencia, pero aunque le costará admitirlo su corazón latía muy rápido.- ¿Eres virgen?...- 

Él ya sabía la respuesta, pero quería escucharlo de ella. 

-Lo soy...- Repentinamente todo ese efecto de atracción se rompió, ese bastardo era igual a todos los hombres, solo quería sexo.-¿Por qué el interés Rogers?.-  

El mencionado soltó un gemido ahogado en serio, oírla decir su apellido le excitaba tanto.

-¿Crees en el amor verdadero? ¿Has guardado tu virginidad para alguien especial?.- Preguntó Toby nerviosamente.

Ella solo río y él se sintió tan estúpido.

-Creo que el amor es una mentira, algo que inventó la sociedad para ocultar el hecho de que llegamos y nos iremos solos de este maldito mundo.- Contesto de manera hostil.- Y bueno, en está hipócrita sociedad la virginidad es lo más valioso de una mujer. Los hombres pueden perder la virginidad a temprana edad y darse acostones con cientos, y son triunfadores...- 

-Soy un perdedor.- 

-¿Qué?...- Cuestionó confundida. 

Toby soltó una risa y comenzó a tener un tic nervioso.

-Soy virgen. - 

Ni siquiera podía creer que lo estaba diciendo en voz alta. Samantha lo miró a los ojos para examinar si era un engaño pero, no parecía estar mintiendo. Y de nuevo Tobías se sintió estúpido. 

-¿Cuál es tu edad?- 

-Diecinueve...-





Las épocas dicembrinas habían acabado hace meses pero Toby seguía observando a esa joven. No fue difícil descubrir que vivía sumergida en la monotonía. 

Su nombre era Samantha, dos años menor que él y estaba apunto de entrar a la universidad.  Soltera, sobresaliente, antipática, estatura mediana, peso normal, hija única, sin amigos y extremadamente ansiosa. 

Prácticamente sabia todo de ella. Se había convertido en su adicción, siempre quería más y más. No era sorprenderte si admitía que, se escabullía de sus misiones para verla, madrugaba para seguirla en su camino a la escuela, en las tardes se adentraba a su hogar para conocer su intimidad y se desvelaba por las noches pensando en ella.

Era el consuelo de su horrible vida, era la droga que adormecía al adicto, estaba cegado.

Parecía atrevido asegurar que estaba enamorado de esa chica. Para él el recuerdo más preciado de su amorío, es aquel en que se entero que anhelaba a esa mujer.  

La escena era de nuevo una madrugada, Tobías se retorcía entre sus sabanas pero esta vez no era debido a las pesadillas, sino un peculiar sueño, y la protagonista era la hermosa chica que dormía.

Vestía una lencería negra, mientras se mecía frenéticamente sobre Toby gimiendo su nombre, parecía real y se sentía real. Tan placentero que podría morir.

-¡Ah!... S-se siente b-bien...- Susurró el castaño.

Tomo la cintura de su amada y le ayudo a que sus movimientos fuesen más satisfactorios para ambos. Su piel cubierta por una leve capa de sudor daba la ilusión que brillaba, y sus senos atrapados en aquel sostén de encaje lucían radiantes cada vez que el vaivén aumentaba. 

La cúspide del gozo llego cuando ella unió sus cuerpos una vez más en un beso, lo suficientemente dulce para provocar que Toby se levantará exaltado, anhelante del desenlace de esa historia. 

Se enderezo en su cama jadeando, la oscuridad era su única compañía; sintió como un líquido espeso brotó de su erección, que se esparcía entre sus sabanas filtrándose hasta lo más profundo de ellas. Había tenido un sueño húmedo. Y se sintió tan sucio al respecto, porque ni siquiera cuando tenía catorce años le había sucedido.

Era un chico inexperto, que creía que el sexo era el acto más deplorable del ser humano. Nunca se atrevió a explorar su masculinidad, le causaba repulsión imaginar siquiera en tocarse. Pero esa noche lo hizo, entre turbulentos placeres, hasta que tuvo la mano temblorosa y la vista nublada, cada segundo pensando en esa chica y en como debió terminar su fantasía.

Tras ese sueño una parte salvaje de él se desencadeno, su lado obsesivo que quería apoderarse de la vida de Sam,  junto al erótico que deseaba hacer cada rincón de su cuerpo fuera solo suyo.





Los silencios prolongados eran comunes entre ambos, por lo que él creyó que su conversación había acabado ahí. 

-¿Y tu "perdedor" crees en el amor verdadero?...- Preguntó ella de forma altanera.- ¿Cómo un ser despiadado puede deducir que el cariño es real?-

Tobías soltó un bufido.

- Aunque sea difícil de imaginar, conozco el amor verdadero. No precisamente el que es retratado en películas románticas... mi hermana tenía sentimientos incondicionales por mí, y a pesar de que yo era un fenómeno nunca me abandono.-

-¿Por qué no vuelves con ella? Si realmente sintiera tanto afecto por ti como dices, tú no serias un criminal.- Le reprocho.

-Ella murió.-  Susurró. - En un accidente de auto.-

Y de nuevo ambos quedaron mudos.

-Mi mejor amigo se suicidó.- Comentó Sam con una punzada en el corazón al recordar esa desagradable experiencia.

Cada día gastaban horas imaginando un destino diferente para sus seres queridos, uno en el que permanecían a su lado. Se adentraban en torbellinos de ideas que no los llevaban a ninguna solución, el pasado no se podía remediar. Ese era el pozo de su debilidad, saber que nunca volverían a estar junto a ellos.

-No me molestaré en preguntarte para quién conservas tu virginidad... - Interrumpió la joven, aquel nostálgico momento, evadiendo caer en su propia miseria.- creo que ya sé que soy la respuesta-

- Y nunca va a ver otra opción...- 



¡I Hate You!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora