El restaurante(china)

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La siguiente leyenda se tiene como una historia real y ocurrió en un restaurante de Hong Kong, durante la década de los 90. Causó tanta polémica en su momento, que incluso el gobierno local tuvo que admitir la veracidad de los hechos.


Todo comienza una noche, en la que los empleados del mencionado establecimiento reciben una llamada. Alguien pedía comida a domicilio. Se trataba de un auténtico banquete de platillos cantoneses, que incluía delicias de esta cocina tradicional como fideos, huevos hervidos, pollo marinado y pato, entre otros.

Una vez que el pedido estuvo listo, un muchacho salió a entregarlo en su motocicleta. Llegó a una casa cuyas luces se veían apagadas y daba la apariencia de no estar habitada por nadie.

Dubitativo, llamó a la puerta y casi al instante, una voz muy tenebrosa le habló:


—Deja la comida en el suelo y vete.


En ese momento, bajo la puerta, alguien deslizó el dinero. El chico lo tomó extrañado y se subió a su motocicleta, pensando en la clase de gente que viviría allí.

La noche siguiente, la historia volvió a repetirse, Alguien llamaba para hacer un pedido de comida cantonesa en el mismo domicilio. Intrigado, el mismo muchacho volvió a llevar la cena. De nuevo nadie le abrió la puerta, pero le dijeron que dejara la comida allí mismo y le pasaron el dinero por debajo.

Mientras tanto, en el restaurante, el jefe se encontraba contando los ingresos cuando se percató de que había «dinero de muertos» entre los pagos de la noche anterior. En China, esta clase de dinero consiste en billetes de juguete que se queman y se ofrecen a los seres queridos que han fallecido, con la creencia de que podrán usarlo en el Más Allá.

Extrañado, interrogó a sus empleados al respecto, pero nadie sabia nada. Solo cuando el joven repartidor llegó y le contó lo de las extrañas personas que habían pedido comida las dos últimas noches, sospechó lo que podía estar pasando.

La noche siguiente, al recibir la llamada del mismo lugar, decidió que él iría a entregar en persona el pedido.

Tomó la comida y se dirigió a la casa de la que le había hablado el repartidor. Tocó a la puerta, solo para escuchar una voz de ultratumba:


—Deja la comida en el suelo y vete.

Le pasaron el dinero por debajo de la puerta. El hombre lo analizo suspicazmente, comprobando que eran billetes reales. Dejó la comida y se marchó. Pero por la mañana, al revisar el dinero ganado, se llevó una sorpresa al ver que aquellos billetes se habían convertido también en «dinero de muertos».


Alterado, llamó a la policía y un par de oficiales lo acompañaron hasta el domicilio, cuya puerta tocaron sin recibir respuesta.

—¡Abran ahora mismo! ¡Policía!

Al no obtener respuesta, forzaron la entrada… y lo que vieron adentro los horrorizo. En la sala de estar había tres cadáveres, que a juzgar por su avanzado estado de descomposición, ya llevaban varias semanas muertos.

—¡Imposible! —dijo uno de los vecinos, al enterarse— ¡Si yo anoche escuché que estaban jugando cartas y riendo muy alto! Llevan tres noches haciendo lo mismo.

Nadie podía creer lo que estaba pasando. Y menos lo pudieron creer cuando los análisis
Forenses, encontraron restos de comida cantonesa en los estómagos de los cadáveres. Comida que había sido ingerida la noche anterior.


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