Roseanna
Martin Beck - 05
Capítulo 5
Eran las once y media de la mañana y el tercer día de Martin Becken Motala.
Se había levantado temprano sin saber por qué, no le había servido de nada. Llevaba ya un rato sentado en el pequeño escritorio hojeando su cuaderno de notas.
Había manoseado el teléfono un par de veces con la idea de llamar a casa, pero al final, por dejadez o por la razón que fuera, no lo hizo. Como tantas otras cosas.
Se puso el sombrero, cerró la puerta de su habitación con llave y bajó las escaleras.
Los sillones del vestíbulo estaban ocupados por algunos periodistas y en el suelo se podían ver dos bolsas con equipamiento fotográfico y trípodes plegados y atados con cuerdas a las bolsas.
Apoyado en la pared de la entrada, uno de los fotógrafos estaba fumando, un hombre muy joven que se llevó el cigarrillo a la comisura de los labios, levantó su Leica y miró por el visor.
Al pasar junto al grupo, Martin Beck se bajó el ala del sombrero, encogió los hombros y aligeró el paso. Fue un acto reflejo, aunque siempre hay alguien que se molesta, ya que uno de los reporteros saltó en un tono sorprendentemente irónico:
–Oye, ¿entonces esta noche cenamos con los jefes de la investigación?
Martin Beck murmuró algo, ni él mismo sabría decir qué, y siguió andando hacia la salida. Un segundo antes de abrir la puerta escuchó un pequeño chasquido, el fotógrafo le acababa de hacer una foto.
Caminó sin aminorar el paso por la acera hasta que consideró que había salido de su campo de visión.
Entonces se detuvo indeciso tal vez durante diez segundos. Tiró un cigarrillo a medias a la calzada, se encogió de hombros y cruzó la calle en dirección a la parada de taxis.
Se dejó caer en el asiento trasero y se rascó la punta de la nariz con el dedo índice de la mano derecha, mientras miraba de reojo la entrada del hotel.
Por debajo del ala del sombrero vio al tipo que se había dirigido a él en el vestíbulo. El periodista estaba plantado en medio de la puerta siguiendo con la mirada al taxi que se alejaba.
Pero fue sólo un momento, luego él también se encogió de hombros y entró en el hotel.
Los periodistas y los de la brigada nacional de homicidios se alojaban a menudo en el mismo hotel, y si la investigación concluía con rapidez y éxito solían cenar juntos y beber bastante la última noche.
Con el tiempo, aquello llegó a convertirse en una costumbre.
A Martin Beck no le gustaba, pero la mayoría de sus colegas no compartían su opinión.
Había aprendido bastante acerca de Motala durante estos dos días, aunque su estancia, por lo demás, no hubiera sido demasiado provechosa. Al menos reconocía el nombre de las calles por las que iba pasando: Prästgatan, Drottninggatan, Östermalmsgatan, Borensvägen, Verkstadsvägen.
Le pidió al taxista que le dejara en el puente, le pagó y se bajó.
Apoyó las manos en la barandilla y miró abajo, al canal, que se abría paso cortando la larga pendiente verde como una escalera. Mientras lo observaba, se dio cuenta de que había olvidado pedir al taxista que le escribiera la ruta en el recibo; si la apuntaba con su letra, tal vez tendría que aguantar alguna disputa estúpida cuando pasara a cobrarlo por caja. Lo mejor era escribir aquellos datos a máquina, parecía más serio.
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Roseanna
Mystery / ThrillerRoseanna empieza en una tarde de julio, cuando el cuerpo de una joven es sacado del precioso lago Vättern, en Suecia. Tres meses después, todo lo que sabe el inspector de policía Martin Beck es que el nombre de la chica es Roseanna, que vino de Linc...