Cap. 4 ¿Secretos?

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Narra Emilio.

Así seguimos corriendo tomados de las manos, él no quería soltarme y yo no esperaba que lo hiciera, me gustaban estos momentos junto a él, me gustaba estar cerca de él.

Cuando estábamos suficientemente lejos de la universidad paramos, aun tomados de las manos y recuperando la respiración le hable.

–Y...¿A dónde quieres ir? – rompí el silencio entre ambos.

–No lo sé, no podemos quedarnos en la calle nos podrían ver– contesto él.

–Cierto mi querido Joaco– calle un momento mientras pensaba –Vamos a tu casa– su expresión cambio, obvio no quería ir a su casa –O a la mía– termine diciendo.

–¿Podríamos ir a la tuya?– pregunto un poco apenado –La mía es un desastre ahora.

–Claro Joaquelongo– sonrió –Pero no te salvas, tendrás que presentarme tu casa algún día.

Joaquín solo asintió y empezamos a caminar hacia mi casa, el camino no era muy lejano dado que ya habíamos caminado un poco mientras nos alejábamos de la universidad y por suerte, no tan alejado de mi casa. Mientras caminábamos hablábamos de cosas sin sentido, y todo parecía ir normal pero se me ocurrió preguntar por su familia y las cosas cambiaron.

–¿Y cómo está tu mama y Ren?– pregunte sin voltear a verlo.

–Muy bien, a veces las visito– bajo la mirada –Aunque no he ido en semanas, quizás meses y las extraño demasiado.

Aquí va la pregunta que no debí hacer –Y si tanto las extrañas ¿porque no regresas a vivir con ellas?– su mirada se agacho por completo, tanto que no podía ver su rostro.

–Problemas Emilio– quizás noto mi confusión porque volvió a hablar –No con ellas... solo que no, no puedo.

Quería de verdad preguntar la razón de su melancolía pero vi sus ojos llorosos y supe que tenía que callar, apreté su mano que estaba aún aferrada a la mía y sentí como el hizo lo mismo.

Llegamos a mi casa, cabe aclarar que yo también vivía solo ya que hace algunos años decidí ser más independiente y me mude a un departamento no tan alejado de la casa de mi madre.

Decidimos ver una película, la verdad es que no le podía poner atención teniendo a Joaquín a un lado mío. Él se daba cuenta de mis miradas y solo se reía, lo que no sabe es que cada vez que sonríe me da 100 años de vida, me da mil ganas de seguir viéndolo, mil ganas de tenerlo toda la vida con migo.

–Durante toda la película solo me has visto– dijo sin voltear a verme –Me sentiré acosado y me iré– finalizo riendo, obviamente lo decía jugando.

Me reí de su comentario, el simple hecho de que estuviera aquí ya me hacía feliz y verlo sonreír me hacía sentir afortunado –Perdón, es que ya te extrañaba– admití sin verlo.

–Ayer nos vimos Emilio– se río.

–Ay pero no así– lo mire a los ojos –Recuerdas que antes íbamos al cine, salíamos a cenar con amigos, te invitaba a mi casa y tú a la tuya, eso es lo que extraño.

El solo sonreía, sin contestar nada se recostó en mi pecho y siguió viendo la película, yo solo podía oler su cabello y sentir su respiración encima de mí la cual cada vez se hacía más pesada, señales de que se estaba durmiendo.

Aun eran las 3 de la tarde, para esta hora aún estamos en la universidad, quizás al igual que yo no tuvo una buena noche y por eso quería descansar, así que si el lo hizo porque yo no, abrace un poco a Joaquín y cerré mis ojos, quedándome dormido.

Pesadillas reales - EmiliacoWhere stories live. Discover now