Cap. 5 Sentimientos

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Narra Emilio.

Verte dormido con tu respiración pesada y profunda, ver tus labios entre abiertos balbuceando de vez en cuando palabras sin sentido, escuchar tus murmuros cuando paso mi mano por tu rostro y sentir tus brazos rodeando mi cintura cada vez más fuerte conforme pasa el tiempo es un sueño, quizás todo lo es, porque ni en mis sueños más locos estabas aquí a un lado mío, dormido entre mis brazos, penetrando tu esencia en mis respiraciones, haciendo que sueñe despierto con cosas que es este momento podría hacer realidad.

Aprendiéndome cada una de tus facciones, viendo la forma de tu nariz, de tus cejas, incluso la forma de tus pestañas no supe cuando me quede dormido, pero te puedo asegurar que estabas en mis sueños, quizás no lo pueda admitir en voz alta o tal vez solo es miedo a ser feliz, pero aquí en mis pensamientos te confesare que no es la primera ni la última vez que sueño contigo.

Desperté algunas horas después, sentía la pesadez por todo mi cuerpo al haber dormido tanto, pero todo esto se contrarrestaba con mi felicidad, la que tú me das. Me removí en mi cama al no sentirte, incluso pensé que todo había sido un sueño, pero tu olor seguía aquí.

Te busqué con la mirada por toda la habitación, sentía tu presencia pero no podía verte. Me levante, quizás fue tan rápido que me causo un mareo, pero tan pronto se desvaneció aquella molestia te vi, sentado en el suelo de espaldas a la cama, sentí como el aire regreso a mis pulmones y una pequeña risita salió de mis labios.

–¿Qué haces Joaco? Me asuste al no sentirte cuando desperté– dije aun risueño hacia Joaco y me pare justo detrás de él. –Ven, vamos a desayunar algo.

No contesto y no aparentaba hacerlo, me preocupe un poco pues pensé que le pasaba algo, puse una mano en su hombro para llamar su atención y solo tembló al sentir mi contacto. –Te pasa algo, necesitas que te ayu...

Me interrumpió con su voz ronca y cortada, pareciera que acabara de llorar por horas. –Vuelve a dormir Emilio, estoy bien.

Obviamente no estaba bien, me intente sentar con él, tenía que tranquilizarlo. –Emilio dije que te vayas– grito enojado sobresaltándome. –Por favor, déjame solo– me dijo ahora más tranquilo.

No podía verle el rostro pero al escuchar su sollozo entendí que estaba llorando, en ese momento creí que por eso no quería que lo viera a la cara. Lo agarré de la cintura posándolo encima de mí, abrazándolo y sosteniendo sus manos ya que intentaba golpearme y soltarse de mi agarre.

–Aquí estoy contigo, tranquilízate– empecé gritando, Joaco no se quería calmar y yo quería llamar su atención. –Bebé por favor escucha, me tienes aquí contigo– de la angustia que sentía no me di cuenta de mis palabras, por suerte Joaquín no se dio cuenta.

–No Emilio, no lo entiendes– comenzó a llorar. –Se va a enojar Emilio, no sabes lo que has hecho.

No entendía que pasaba, quien se podría enojar por haberlo abrazado, quizás tenia novia y yo no estaba enterado de ello, aunque si fuera así, ella no nos estaba viendo.

Se quedó dormido mientras yo lo acurrucaba y decía palabras en su oído, aunque ya había pasado algo de tiempo desde lo que paso, seguía temblando en mis brazos, debo admitir que tenía miedo, algo le pasaba y no quería decirme que era.

Se empezó a mover un poco sobre mí, señales de que estaba despertando, con la diferencia de que esta vez procure ya no quedarme dormido, tenía que estar despierto cuando él lo hiciera para enfrentarlo, tenía que contarme que es lo que le pasaba.

–Buenas tardes bonito– desplazo su mirada hacia mí y pude ver su ojos aun hinchados por tanto llorar.

Me vio a los ojos un momento y antes de empezar a hablar hizo el intento por ponerse de pie. –Perdón Emilio, no me di cuenta que...

–No te preocupes– interrumpí. –Sabes que aquí estoy y estaré siempre para ti, ¿verdad Joaco?

Bajo su mirada hacia mis brazos que aún lo tenían abrazado y habló. –Lo se Emilio, perdón por lo que te hice pasar hace un momento.

–No pidas perdón, para eso estoy contigo para cuidarte– levante su rostro con una de mis manos figando su mirada en la mía. –¿Me dirías que te paso? Si no me dices no sabré cómo ayudarte.

Guardo silencio, note como entreabría sus labios, como si quisiera hablar pero no pudiera o no supiera como hacerlo, cuando creí que ya no diría nada volvió a tomar la palabra. –Te lo diría, pero ni yo mismo sé que pasa Emilio– volvió a llorar y aquello me partió el corazón, lo abrace y decidí dejar el tema por el día de hoy.

Nos calmamos, y sin pronunciar palabra bajamos a almorzar. Durante el almuerzo nos dedicábamos miradas, sonrisas y alguna que otra palabra para no estar en completo silencio. Terminamos y decidimos ver la televisión, me senté haciendo espacio a Joaco para que se sentara a un lado mío, mi plan salió mejor de lo que planeaba porque recostó su cabeza en mi hombro e inconscientemente me provoco una sonrisa.

–Emilio, no fuimos a la Universidad– lo dijo entre una risa baja.

–Ya se bonito– note su sonrojo aunque haya bajado la cabeza. –Pero prefiero estar así contigo, aquí juntitos– dije pícaramente y entre pequeñas risas mientras lo abrazaba fuerte. –Que dormido en un salón de clases con un profesor hablando de la historia de Aristóteles.

Escuche las risas de Joaquín mientras fijaba su mirada sobre mí. –Yo también prefiero esto– me sonrió e involuntariamente comencé a acercarme a su rostro pero él se apartó.

–Lo siento... no sé qué estaba pensando– me excusé.

–Yo sí, intentaste besarme– se río.

Es neta Joaquín en vez de besarme te ríes de mis impulsos– pensé.

–Mira si tienes problemas con María lo entiendo, pero no busques un remplazo conmigo– bajo su mirada para después volver a mirarme. –Nos dañarías a ambos.

–No eres un remplazo Joaco... solo no sé cómo...

Interrumpió. –No tienes por qué darme explicaciones Emilio– me sonrió dulcemente. –Ya me tengo que ir– se levantó de sofá y antes de que yo pudiera hablar continuo. –Y tú tienes que hablar con tu novia.

Escuche que subía al segundo piso, tardo algunos escasos minutos y bajo con sus tenis en mano, se sentó para ponérselos y cuando terminó me dedico una última mirada seguida de un –Nos vemos Emilio– y salió antes de poder despedirme.

Me costaba admitirlo pero tenía razón, yo en este momento me encontraba en una relación y no podía aprovecharme de la situación de Joaco para intentar sobrepasarme con él. Quizás Joaquín tenía razón y yo estaba confundiéndome por las peleas que he tenido últimamente con María.

Tome mi teléfono y decidí llamarla, tarde o temprano tendría que afrontar lo que pasaba y aunque fuera tarde arreglaría las cosas con mi novia. Por suerte contesto a mi primer llamada.

–Hola amor, quería disculparme por lo de ayer– dije un poco bajo, como si estuviera triste–Te puedo explicar todo, lo prometo– suspiré. –¿Podemos vernos? – terminé preguntando en forma de súplica.

–¿Te queda bien en el café donde nos conocimos?– pregunto ella del otro lado de la línea y escuchar su voz un poco más alegre hizo que sonriera.

–Sí, me queda perfecto amor– dije sinceramente. –¿Te parece en 1 hora ahí?

–Ahí nos vemos Mailo– termino la llamada con esto.

Un problema menos– pensé.

Ahora solo tendría que ocuparme de Joaquín, si es que yo amo a María porque no puedo sacarlo de mis pensamientos, porque hace que quiera tenerlo cerca, quererlo abrazar y besar, quererlo conmigo. Necesito acomodar lo que pasa en mi corazón, porque si no lo hago saldremos dañados ambos.

Pesadillas reales - EmiliacoWhere stories live. Discover now