Me desperté, el día pasó como si nada, hice mi comida y cuando estaba llevando el tenedor a mi boca, su cara pasó por mi cabeza. Mejor dicho, más que su cara, pasó él. No sé como explicarlo, me refiero a su presencia, su nombre, la sensación de sentirlo. Pero no se sentía como siempre que pasaba. Se sentía... No lo sé... Como si hubiera sucedido algo. Como si algo hubiera cambiado en su recuerdo. Inmediatamente pensé que lo había soñado, y por eso se sentía tan rara su presencia en mi memoria, porque había algo de mi inconsciente que reaccionaba a él gracias a un sueño que no podía recordar. Pero, si no podía recordarlo, ¿por qué mi inconsciente si? Intenté preguntarme a mi misma que había pasado, y sentí otra cosa, una respuesta: había pasado algo que yo sabía, que antes no sabía, y que ahora no podía saberlo. Había podido descubrir incosncientemente algo que desconocía el día de ayer, pero que en el sueño, o por lo menos dormida, encontré. Algo que necesariamente olvidaría al despertar, no porque no pudiera recordar el sueño en sí, sino porque pertenece a esa parte de cosas que sabemos, pero no sabemos que sabemos, porque nunca nos preguntamos si lo sabemos. Entonces desperté.