Siempre le he tenido miedo a los cambios, porque a pesar que suene inmaduro, me cuesta adaptarme a todo. Pero mi chica, y Catalina serían a los cambios a quienes nunca tendría miedo.
Pedí licencia de paternidad en el trabajo para poder disfrutar los primeros días de ser padres.
Habría ahorrado lo suficiente como para poder comprar un departamento y estar cerca a mi chica del cabello pintado cada vez que quisiera ir. Y esta vez no, no seríamos solo dos, nuestro equipo había aumentado a tres: mi chica, mi bella Catalina y yo.
Una noche entré a la habitación luego ir corriendo a comprar pañales, y escuché:
-Queda, el silencio y derrepente, me pregunto que pasó...entre tu y yo...
Ahí estaba ella, cantándole mirándola a los ojos.
- Esa canción se la cantaba a tu padre cuando a penas nos conocimos, le fascinaba - le dijo con una sonrisa en el rostro.
Solo atiné a abrazarla, por la cintura, a voltearla rápidamente, y darle un beso como de aquellos que nos dábamos los primeros días de enamorados.
Jamás amé tanto estar junto a ella, jamás amé la tranquilidad que ella me podía dar. Jamás la amé tanto como ahora, pues ya no somos dos, ahora somos tres.
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Querida Mirian
RomanceAdaptarse a los cambios es lo peor que puede haber para la vida de David, más aún si se trata de la muerte de alguien.
