Una mujer llamada...

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Muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo este triste intento de historia.

Como siempre nada me pertenece yo solo ocupo los personajes sin fines de lucro.

Capítulo III. Una mujer llamada...

Botas.

Anna desde que tenía memoria, esos eran el tipo de calzado que utilizaba, su padre las utilizaba, su madre las utilizaba, y eran los únicos zapatos que podían seguirle el juego a la pequeña pelirroja, cuando entro a la universidad trato, inútilmente, utilizar otro tipo, sin embargo, nunca logro acostumbrarse a los tenis, y ni hablar de las zapatillas, y ahora aún con ellas sentía la fuerza con la que golpeaba en la planta de sus pies, podía sentir como la cabeza de aquella mujer golpeaba el suelo y ello llegaba a sus pies, era muy parecido a la sensación que producía un árbol al caer.

Una pequeña voz retumbó en la cabeza de Anna, le decía que se detuviera, que se arrepentiría si no lo hacia, pero la ira que sentía no lo dejaba hacerlo, era como si estuviera en un trance y no pudiera salir de el.

Los golpes solo caían una y otra vez sobre aquella mujer, su piel ardía por la fuerza con la que la golpeaba, pero no era suficiente, necesitaba verla muerta, y solo pudo detenerse cuando ya no la vio levantarse, vio su cuerpo tendido sobre lo poco que quedaba de lo que alguna vez llamo hogar, podía sentir como sus manos se rehusaban a dejar de ser puños, su respiración aun era agitada y fue cuando vio un charco de sangre debajo de ella que por fin pareció regresar en sí.

Se tensó apenas proceso lo que había hecho, sintió sus ojos arder...

Había matado a alguien...

No quería seguir viendo el cuerpo de la mujer, así que se olvido de todo y corrió lejos de todo, no tenía ningún lugar al que regresar, corrió por el bosque tratando de correr de igual manera de sus acciones, pero cuando llegó a la cuidad, se detuvo, no por el cansancio, sino porque supo que no podía escapar, aquello la seguía aún estando a cientos de kilómetros de distancia del cuerpo de la mujer.

Necesitando hablar con alguien, fue con la única, que pensó podría ayudarla en ese momento, en realidad no la conocía lo suficiente como para poder llámale amiga, sin embargo algo dentro suyo le decía que ella, era la única que podía comprenderla en aquel momento.

Camino por la ciudad, y en ese momento, fue conciente, por primera vez, que había perdido a las únicas personas que la habían comprendido, en ese mar de gente, fue en el único instante en el que se sintió completamente sola, y supo que ya nadie la podía siquiera entender lo que estaba pasando con ella, al caminar entre los "humanos" se sintió como hacia mucho no se sentía, sus padres nunca la dejaron que pensara de ella misma de mala manera, siempre le dijeron que lo único que siempre debía tener presente era que era su hija, pero ahora sin ellos, sintió que ella no pertenecía a ese mundo.

Sin darse cuenta llegó a aquella mansión, sin siquiera tomarse la molestia de tocar, saltando la reja, y llendo directamente a la puerta de la mansión, podía escuchar las alarmas sonando, pero en realidad sólo fue consiente de lo que estaba haciendo cuando llegó a la puerta y tocó con calma.

En un instante la puerta fue abierta, un hombre se asomaba y ella sabia que detrás de la puerta había un cañón de una escopeta justo apuntando a su cabeza

- ¿Quién eres?

Anna vio la arma, sonrió con sorna, aquello no podría hacerle siquiera cosquillas.

- ¿Está Maléfica?

Vio como el hombre se tensó, pero casi de inmediato vio detrás de él a quien buscaba.

La alta mujer se acercó a ella con paso calmado, como si la alerta de su hogar no se hubiera accionando y frente suyo solo estuviera una visita.

- ¿Anna? Diaval baja eso.

El ahora identificado como Diaval dejo pasar a Anna tratando de ocultar la escopeta detrás de si, pero era un hecho inútil para ella, sin tomarle importancia camino hasta llegar a estar enfrente de Maléfica, por una extraña razón su corazón que latía desbocado, se tranquilizo con aquella fría mirada.

- ¿que sucede?

- ¿podemos hablar en privado?

Como pensó que pasaría, la pálida ni siquiera pareció sorprenderse, solo asintiendo como única respuesta, y casi de inmediato comenzó a caminar con Anna detrás suyo hasta llegar al que era el despacho de ella.

La mujer mayor podía ver algo que no había visto en la joven, pues en una primera instancia había decidido contratarla por que fue la única que pese a su posición, la había tratado casi como una igual, aunque también tuvo que ver que aquel divagar de la pelicobre le pareció extrañamente tierno, y ahora verla en aquel estado, se reconsideró seriamente la contratación a su despacho.

- ¿y bien?

- Creo que mate a alguien.

Y aunque le sorprendió la respuesta, Maléfica sabia que aquello posiblemente solo era la punta del iceberg, y aunque rara vez se interesaba en alguien mas que no fuera ella, decidió que quería saber que era lo que sucedía. 

- ¿quieres hablar de eso?

Anna sonrío, sabiendo que fue al lugar correcto, así que por primera vez en su vida, contaría a alguien su secreto.

- Yo... tengo un secreto...

- Todos los tenemos. - el recuerdo de aquello que descansaba en el sótano de su hogar, le hizo estremecerse.

- Si lo se... pero esto es diferente.

Con la simple mirada que estaba recibiendo de Maléfica, supo que estaba comenzando a desesperarse, por lo que Anna solo hizo algo que hablara por si mismo.

No había muchas cosas que sorprendieran a Maléfica, sin embargo, en ese momento las palabras simplemente no podían salir de ella, pues para serse sincera, esperaba mucha cosas, menos tener a alguien flotando en su despacho.

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La cabeza le dolía de manera horrible, Elsa despertó aun siendo de noche, por pura inercia volteo alrededor, queriendo saber si aquella hermosa mujer siguió estando cerca, su decepción fue bastante al encontrarse sola, no sabia lo que había sucedido, sin embargo al solo recordarla, su corazón comenzó a latir desbocado.

Levantándose del suelo sacudió sus ropas, y empezó a caminar por el bosque,  ansiaba poder encontrarse nuevamente con aquella mujer, y sonrío sabiendo dentro suyo que así seria.

La última hija.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora