Capitulo 19

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Damon

Dormí, demasiado bien, y eso no paso nunca que mi memoria recuerde en esta ocasión. Siento unos pequeños brazos que me rodean, son los de ella. Su piel blanca se muestra, recuerdo que paso anoche. Ahora es totalmente mía, fue tan sumisa, tan seductora. Sin embargo, su rostro se mostraba arruinado de lo mucho que lloro, en realidad aun no quería llegar a esto pero ella adelanto los planes.

—Comienzo a adorar cuando tus brazos me rodean, me hace sentir que somos uno. — Murmuro cerca de ella, sé que no esta despierta, no obstante no quiero que sepa lo que me pasa cuando estoy con ella. Podría usarlo en mi contra y no quiero eso, yo quiero tener el control.

Aun no reacciona, será mejor empezar el día sin ella, tengo que preparar todo para la llegada de Donna. Quizás con ella en la casa, Adaline no vuelva a escapar. Camino hacia la esquina de la habitación, una barra de metal pegada a la pared me espera. Muevo las cortinas dejando ver todas las infraestructuras que nos rodea, uno de ellos es la torre Eiffel. Sin tiza, tomo una barra pegada a la pared y mis brazos están estirados, en el momento que los flexiono mis piernas se cruzan, así empiezo mi entrenamiento. Como acomodo mis ideas.

Espero que Adaline, haya aprendido la lección. Que sepa que es lo que le pasa a la gente que me desobedece. También, tengo que ver que clase de castigo le tengo que hacer a Jean, por tomar mi paga, tengo una idea. Busco mi celular, en la sala, el fuego esta apagado al igual que mi ira. Marco el número de Charles.

— ¿Si, señor? — Espera una respuesta de mi parte, los teléfonos se escuchan afuera, será mejor que el trabajo lo haga yo mismo.

—Voy para allá, — le comunica antes de cortar la llamada, Adaline aun esta dormida y Donna esta viniendo. Tengo que hacer esto lo mas rápido que puedo. Aunque, no me prohibiré hacer mis juegos con él.

Busco mi ropa, en el armario, es el último que traje cuando vine, antes de que Adaline apareciera en mi vida. No tengo que perder mi imagen de ser omnipotente, un pantalón de vestir y una camisa con los botones de arriba desprendidos, esta bien. Cierro la puerta, del ropero, antes de cerrar la de la habitación dejo la bolsa de Adaline. No pienso dejar que vuelva a escapar, de mis manos. Ahora que lo pienso va a ser un día agitado, ya entiendo a lo que se refería Roger, sin embargo hare que lo haga por las buenos o por las malas.

—Ya vuelvo, Adaline — decir su nombre es lo más dulce que puedo probar, en estos momentos.

Salgo de la suite, veo a unos clientes pasar. Le regalo mi mejor sonrisa, para que no sospechen. Parece que es la hora del desayuno, mejor para mi, necesito todo el ruido que este disponible para mi en estos momentos. Un carraspeo me detuvo, era Roger quien estaba en la administración, con unos cuantos papeles. Y creí, que no iba a empeorar, me equivoque.

—Señor Lehner, — me llama, maldito, sabe que estoy apurado aun así atrasa mi trabajo — que bien que lo encuentro, tiene que revisar estos papeles. — Instintivamente lo sujeto, alguno de los papeles se arruga por el agarre. Tengo que disimular mi enojo con él. — Por favor, léalo antes de las cinco de la tarde, señor. Y no se olvide de la reunión que lo sigue después.

—Ok, Roger. — Acomodo las hojas en la recepción, lo veo con la mirada de siempre. Tengo un asunto, Roger. — ¿Hay algo mas en la agenda que tenga que saber? — sé que el me advirtió, que ella traería problemas, pero también sabia mis limites. Si había que matarla, lo haría. Es una paga, no una persona y mas para el mundo en el cual estoy rodeado.

—No, Señor Lehner. — Lo miro, con la intención de que se vaya, por donde vino. Y que siga su trabajo sin mí. — Lo espero en la empresa para discutir otros asuntos antes de la reunión. — fue lo último que dijo antes de que se dé la vuelta y se vaya del hotel.

A Roger nunca le gusto estar presente cuando yo hacia mi trabajo. Desde el primer momento que lo supe lo respete. Únicamente dejo que mis hombres estén presentes, es la puerta del cuarto.

— ¡Mira ese hombre! Debe ser un millonario. — Lo escucho de una voz demasiado irritante.

No hace falta saber quien, desde hace un rato esas escandalosas mujeres estaban mirando a todos los hombre como futuros maridos para sus divorcios. Sera mejor irme antes que se me acerquen a hablarme. Miro mi reloj, las seis y cuarto de la mañana. El gerente del hotel, aparece al lado mío.

—Su auto ya llego, Señor Lehner. — Me susurro en el oído, mientras me guiaba hacia donde estaba. — Por favor sígame.

—Bien. — Le respondo, camino hacia donde esta mi auto. El chofer, me entrega las llaves de este. — Que nadie entre a mi suite sin mi autorización, y si escuchan algún ruido llámenme. — Le expreso agresivamente, no volveré a cometer el mismo error una vez mas. El chofer asiente, y me observa cuando me voy.

Veo en el espejo retrovisor, para echarle un último vistazo al hotel. En donde esta Adaline, durmiendo. Su castigo fue hacerla totalmente mía. De tan solo pensar en hacerlo otra vez, me sale una erección. Quizás lo vuelva hacer hoy a la noche, en realidad no tengo que pedirle permiso. Es mi paga y yo puedo hacerlo que quiera con ella. Paro en un semáforo rojo, agarro de nuevo el teléfono para revisar si me llego alguna notificación y nada, avanzo cuando tengo en paso.

Conduzco hacia un lugar alejado del hotel. Donde mando a cualquier persona que se meta conmigo o con mi trabajo. Charles y algunos guardaespaldas del hotel están ahí, con Jean. Antes de que llegue Adaline ya tenía una idea formada de lo que quería hacerle a ese tipo que se llevo lo mío. Ella ayer pidió piedad, pero lo que no sabía es que no cumplo cosas que no valen para mí.

Esta va a ser mi carta secreta. Se dio cuenta de que iba a pasar lo mismo, no obstante ella se la culpable. Ella se metió con la persona equivocada.

Sin IdentidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora