Una huida al más allá

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Información 

Esto es un relato de cuando Aneesa ya se a marchado de Egipto y hace su vida "mundana" en Nueva York y que por sueños, presentimientos e incomodidad en su entorno, regresa a Egipto y se encuentra de que debe ir al inframundo exactamente a la necrópolis donde su padre Anubis gobierna, allí nada saldrá como esperaba y la joven diosa regresa perdiendo algo más que su tiempo.

Espero que os guste.

Una huida al más allá

Llevaba tiempo incomoda con todo, algo en mi interior me hacia sentirme incomoda y las continuas peleas con el demonio solo me desquiciaba mas, hasta tal punto había llegado el asunto de quererlo matar con mis propias manos, pero siempre procuraba mantener a esa fiera interna calmada aunque a menudo me era extremadamente difícil.
Por otro lado los sueños eran mas oscuros y mas absorbentes, cada vez que cerraba los ojos me sentía atrapada entre tumbas, huesos, oscuridad y edificios destruidos. Las primeras veces ni me había centrado en el lugar, solo en la sensación que me provocaba pero a medida que las noches avanzaban supe donde estaba, reconocería la necropolis aun me vendaran los ojos y me dejaran perdida por sus calles, la mayoría de mis años de niñez hasta que me había vuelto útil para Sekhmet me los había pasado allí a bajo, ante la atenta mirada de Anubis, que me procesaba un especial cariño al ser su única hija hembra.
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El 10 de enero todo colapso, por todos lados, esa sensación de asfixia, de ansiedad, angustia me invadió de tal modo que sin importar que dejaba atrás tome a mis dos bebes, a Eleanor que estaba a mi cargo y me marche tomando un vuelo de ida a Egipto, Cairo.
Nadie me esperaba, nadie sabia de mi desde mi huida a estados unidos, y ni siquiera sabía si quería volver a ver a mi madre Sekhmet, pero tenia 3 niños y estaba en un país que ya no era el mio, así que parecía la única opción, el palacio de mi madre. Mientras caminaba por las calles que años atrás había corrido descalza, un individuo tomo mi brazo, apartándome de las calles y arrastrándome con mis hijos a un callejón, en seguida se descubrió el rostro que estaba oculto detrás de una capucha oscura, para evitar que me defendiera de la supuesta agresión de un desconocido. Estaba ante mi un hombre de una belleza extraordinaria con el cual había soñado tantas veces, mi medio hermano Nefertum, mantenía hacia el un extremo odio por lo que era para mi madre y para los demás dioses y yo jamas seria, y a la misma vez lo amaba con tal devoción que lo abrace fuerte, cuando me estrecho entre sus grandes y poderoso brazos, perdiéndome en el tiempo como si jamas me hubiera marchado y aun fuera aquella niña que lo seguía a todas partes.
Pero ya no era esa niña cuando me separo del duro cuerpo de mi hermano, volví a sentir lo mucho que había cambiado, lo muy diferente que eran nuestros caminos y como no las tres bendiciones que había traído conmigo.
Le explique del nacimiento de mis hijos mientras el mismo cargaba a los pequeños en brazos sorprendido ya que no sabia como el mundo y los seres que vivían en el, tomarían a estas pequeñas criaturas que por su genética solo causarían horror y caos, eran únicos jamas antes una diosa se había degradado ante un demonio y menos creado descendencia y aun así tan pequeños y hermosos no parecían que jamas harían ningún daño, todo lo contrario que la pequeña pelirroja, que a pesar de su belleza y su corta edad, sus ojos inteligentes, brillaban con una maldad que se adivinaba que sus intenciones jamas eran buenas, aun con esa estampa Nefertum demostró un especial interés en la demonio.
Después de las presentaciones Nefertum nos ofreció su mansión para evitar verme con mi madre, que aun seguía muy molesta con mi marcha. Una vez en su pequeño paraíso mientras los niños jugaban me puso al día de todo lo que estaba pasando en el reino y entre los dioses. Explicándome así que se vivía un caos en la necropolis y que nadie sabía nada de Anubis y del consejo, que los muertos vagaban sin tener un lugar el cual ir y sin llegar a su juicio final y la prueba de la verdad.
Alarmada por las noticias que me había dado el dios primordial del nacimiento del sol, deje a los niños a su cargo, haciéndole jurar que seria el único que estaría y vería a mis hijos, para así mantener alejado a los tres niños de las controladoras manos de la diosa Leona, y así me fui al inframundo con el corazón dividido entre mis hijos y lo que me esperaba en las tierras de mi padre.

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