Cap 16. Luciérnaga.

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Miguel:

Llegamos a casa. Hubieron discusiones. Den se fue con un sabor amargo de lo que fueron las vacaciones. Erica no paraba de llorar. La culpa me invadía. Temía por el bebé.
Esta perra me había cagado la vida. Pero el principal culpable de todo esto soy yo. ¿Cómo pude caer en tan vil juego?
Somos adultos, y se supone que sabemos lo que hacemos, pero cada acto nos define en la vida y parecía que yo ya había trazado mi destino.

Erica:

Deseo irme. No le encuentro sentido a esto. Me sentía en el paraíso emocional y ahora me reedescubro en la soledad. ¿Cómo podré vivir después de haber sentido tan sublime traición?

Estando en el apartamento no lo quiero ni ver. No le dirijo la palabra, ni siquiera una mirada. Una parte de mí quiere perdonarlo. Pero sé que esa fracción tiene nombre, "conformismo". No me puedo autocompadecer, tengo una beba qué críar. Ella necesita prescinde de mí y de mis progresos laborales.

Me aproximo a Miguel para coincidir un trato. Creo que debo de ver más allá de mis sentimientos. No le tengo confianza como pareja pero como padre creo que podría poner las manos en el fuego y decir que se la jugará. Él está sentado en la sala con la laptop. Yo vengo de ir de compras.

-Miguel.- Digo apoyando las cosas sobre la mesada. Mi vientre ya está sobresaliendo pronunciadamente. Ya encuentro incomodidad con determinadas actividades de la vida cotidiana. Miguel me observa sorprendido al ver que le dirijo la palabra.- Tenemos que hablar.- Se para de abrupto, casi tirando la laptop al piso.

-¿Qué necesitas? ¿Pasó algo con la beba? ¿Necesitas que te vaya a buscar algo? ¿Te sientes bien?- Decía con semblante de preocupación y nerviosismo.

-Sientate.- Ambos procedimos a sentarnos en el sillón.- No te puedo perdonar, sinceramente. No creo esa loca historia de que ella te amenazaría si no la tocabas. Considero que eres grande y sabés lo que hacés.- Frució el entrecejo, la confución inundaba su rostro.- Pero considero que debería darte otra oportunidad. Al fin estaba cómoda en un lugar y no quiero que eso cambie. Si esta mujer se vuelve a presentar en nuestras vidas considerate perdido para mí. Me volveré a Midorín y verás a nuestra hija sólo a través de un juez.

-Erh... Por favor...- dijo consternado.

-¡No! Te estoy dando la oportunidad de que remiendes lo que hiciste. Además le debemos mejores vacaciones a Den. La semana que viene hablaré yo con Samera para que en un mes lo vuelva a mandar. Yo tengo algo de dinero ahorrado...- suspiré.- Necesito saber que puedo contar contigo.

-¡Sí! Daría mi vida por ustedes.

Dicho esto procedí a la cocina y me dispuse a cocinar unos cupcackes. Tendría que pensar la forma de poder hablar con la madre de Dennis. Estaba bastante molesta por la manera en que acabaron sus vacaciones. Inclusive sentí insultarlo a Miguel a través de una llamada. Él callaba. Esto no iba a ser fácil, pero sería en compensación de lo que pasó. El pobre chico no tiene la culpa, y merecía las mejores vacaciones de que un joven de su edad pudiese tener.

Un mes después, Miguel:

En la editorial la psicópata de Amelie me trataba de rozar de manera inapropiada. Me dirigía miradas y guiños. Intenté de hablar con ella y nada funcionaba.

En la seccional policial los agentes se reían en mi cara cuando trataba de explicar mi situación.

La desesperación me consumía. No me sentía seguro allí. Necesitaba cambiar de editorial.

Me dirigí a uno de los socios para hablar sobre este tema en particular.
Al parecer éste habría comprendido y accedió a comunicarse con el jefe de la joven para que ésta se tranquilizara.

Luciérnagas // CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora