San Valentín.

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Todo comenzó una cálida mañana del catorce de febrero. Para todos el día de San Valentín, para mí un simple día como todos los demás. Todos saldrían a comprar regalos para su pareja, mientras yo solo tenía que ir a la universidad. Tenía un terrible dolor de cabeza, pero no era excusa para faltar así que tome un antibiótico y me puse en marcha. Tome una ducha, me seque, me cepille, entre al armario a ver que me pondría y tome lo primero que encontré; Unos jeans, una vieja blusa azul, un suéter azul, unas converse blancas y ya que mi cabello castaño estaba horriblemente desordenado esa mañana una coleta de caballo y una gorra fueron mi solución. Agarre mi bolso, mi libreta, mis lápices y estaba lista. Era hora de salir a deprimirse a ver otras parejas juntas dándose cariño y afecto. Cerré la puerta de mi apartamento, pase las llaves y las guarde en mi bolsillo. Baje por las escaleras ya que el ascensor estaba averiado y Salí del edificio tan pronto como pude. Se hacía tarde. Tome un taxi para apresurarme y pedí que me dejara en un Starbucks que quedaba junto mi universidad, para pedir un café y entrar a clases. Al entrar todavía quedaba tiempo para llegar antes que lo demás, así que lo hice y fui la primera en entrar. Saque las cosas y me prepare para un examen. Sonó el timbre  y todos entraron en el aula. Mientras que todos estaban nerviosos por el examen yo ya había terminado al primer segundo que me entregaron la hoja. Así que salí del salón y me dirigí a lo que era el patio de la universidad esperando solo por una persona; Caroline Johnson, mejor amiga desde primaria. No era la típica chica que tiene muchos amigos solo por enseñar sus senos en internet y ese tipo de cosas, en realidad mi única amiga en esta vida era ella, somos dos gotas de agua, congeniamos completamente tanto socialmente como mental. En cuanto salió de hacer el examen le tome la mano y salimos al fin de ese infierno. Las horas pasaban muy rápido, así que decidí hacer algo con mi mejor amiga antes de que terminara ese estúpido día de enamorados en donde quizás éramos las únicas solteras en la faz de la tierra.

-¿Que quieres hacer?-le pregunte a Caroline con interés.

-No lo sé…-respondió con inseguridad apretando los labios.-¿Quizás ir a Starbucks?

-De acuerdo. Vamos.

Ya afuera de la universidad, solo nos quedaba cruzar la calle para estar en el Starbucks. Así que lo hicimos, entramos, nos sentamos y ordenamos algo. Yo lo común, una magdalena y un café, lo simple y Caroline ordeno un panecillo con té. Hablamos de todo un poco, de los estudios, del trabajo, de lo típico. Hasta entonces pensé que era un normal y aburrido día, que solo era la misma rutina de siempre, pero estaba equivocada. Un resplandor se avecinaba por la ventana, eran luces de flashes de cámaras que me estaban dejando ciega. Las cámaras de lo que parecían ser reporteros y paparazzi rodeaban un Lamborghini de color negro que al parecer tenia alguien adentro. El hombre que estaba adentro, salió, pero las luces no me permiten detallarlo. Los paparazzi parecían estar ahogándolo hasta que se introdujo en el Starbucks y sus guardaespaldas cubrieron las entradas para no dejar pasar a los paparazzi y reporteros. Las mesas estaban llenas de gente besándose o parejas afectuosas y el apuesto hombre parecía no querer interrumpir y como particularmente Caroline no era mi tipo y mis gustos no eran esos, decidió sentarse junto a nosotras. No sé quién era ese tipo, ni siquiera sabía porque los demás tipos lo seguían, seguro es uno de esos engreídos actores o cantantes que se creen de lo mejor y creen que en cualquier lugar que pisen las chicas rinden a sus pies, pero están equivocados, al menos conmigo eso no funciona. Miraba a Caroline y como era de esperarse ella estaba sonrojada, espero que no tenga ningún impulso de idiotez.

-Oh, mira la hora. Adiós querida, tengo que irme.-Y enseguida sabia que su impulso de idiotez se había activado.

La muy cabrona decidió irse y dejarme sola con este tipo. ¿Y si es un asesino en serie disfrazado de actor? No, no le importara, simplemente porque la muy imbécil estaba a punto de desmayarse frente al tipo. Dios mío, Caroline Johnson. Apenas salga de aquí te ahorcare con una soga. Y este sujeto se levanta de su silla y se coloca en la de Caroline, en donde su vista da perfectamente con la mía. Ay no puedo soportarlo, su cara de arrogancia, su mirada penetrante quemándome por dentro. Esto es quizás lo más doloroso por lo que he pasado. Mejor será que me concentre en mi café, esto fue para lo que vine después de todo.

-¿Por favor puedes dejar de estar viéndome?-Pregunto con arrogancia el idiota que estaba sentado junto a mí.

-¿Quien mierdas te crees que eres?-le pregunte atónita de su arrogancia

-Si claro, como si no supieras quien soy.-argumento el idiota engreído mientras rayaba con su bolígrafo un papel.

-Realmente no tengo idea de quién eres y ahora menos quiero saber.

-Toma y calla.-me paso el papel con su mano atreves de la mesa.

El papel tenía lo que parecía ser una foto del mismo cabrón de ego enorme con su firma y una escritura que parecía decir lo siguiente:

para la chica grosera y linda, con amor: Lucas Thompson”

Apenas lo recibí lo rompí en pedacitos y se lo lance en la cara. ¿De dónde saca tantos cojones para insultarme y hacerme un cumplido a la vez? Ante mi acto grosero su cara esboza una sonrisa de picardía. Me pregunto que estará pensando ese idiota.

-Oye, realmente no sé quién eres y me importa una mierda saberlo. No soy la típica chica que va detrás de los famosos a dejarlos sordos con sus gritos de pasión. Y créeme, jamás seria una fanática de una persona tan egocéntrica y engreída como tú, ¿entiendes?

-Lo siento, es solo que tuve un mal día. Perdóname.-Rogo con cara de perro abandonado.

-Tranquilo, está bien.-dije dándole la ultima mordida a mi magdalena y el último sorbo a mi café-.tengo que irme

-No por favor, quédate.-se levanto y  tomo mi mano para que no me fuera.

Entonces ahí fue cuando jalo de mi brazo e hizo que nos acercáramos aun más, quedando tan cerca que nuestros labios se rozaban pero no se besaban y mis manos estaban en sus hombros, sus fuertes y dulces hombros, mis ojos estaban viendo los suyos, sus sombríos, penetrantes y hermosos ojos azules. Mi respiración se entrecortaba cada vez que recordaba que sus manos estaban en mis caderas y no podía evitar sonrojarme. Sea como sea necesitaba irme de ese lugar.

-Lo siento…-susurre nerviosamente-…Tengo que irme.

Después de lo dicho lo solté y decidí irme. Encontré la salida trasera, empuje la puerta para salir, vi hacia atrás y lo último que pude ver fue su mano despidiéndose de mí...

Detras de camaras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora