Donde Lucas y Gonzalo recuerdan su relación y reavivan sus sentimientos por el otro a través de una canción.
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Capítulo V: "Clasificación: Parte 1"
26 de Julio
Cruzeiro vs River Plate (Vuelta)
Habíamos ganado, por penales, y yo tuve la oportunidad de marcar un penal. Feliz, me siento feliz. Admito que estaba nervioso y tenía un re miedo de que me la atajara, pero tenía confianza en mí y, según Marcelo, eso es lo que se necesita para patear un penal.
Enzo y Pala propusieron ir a un boliche de acá de Belo Horizonte para festejar, le preguntamos al Muñe y nos dijo que sí mientras que mañana cuando salga el avión para ir de vuelta a Buenos Aires estemos todos sin quejas y no falte ninguno.
Y acá estamos. En un boliche que ni idea el nombre, celoso y triste. ¿Por qué celoso? Porque Gonzalo se está chamuyando a toda pibita que se le cruza en el camino y yo no puedo hacer nada porque no somos nada, que paja es tener celos cuando no son nada, la puta madre. ¿Por qué triste? Porque me acuerdo de todo lo que yo le hice y me doy cuenta que él se merece ser feliz aunque no sea conmigo, ahí está mi tristeza.
—¿Me traes otra caipirinha?—. Le pregunto al barman, por lo que hablé con él, es peruano y está recorriendo América y está laburando acá para ganar un toque de plata e irse de vuelta. Él asiente y se va a buscar más hielo.
Me doy vuelta en la barra, mirando hacia la pista. Lo primero que veo es a Gonzalo chapando con una wacha y revoleo los ojos, a unos metros de Montiel están Enzo y Nachito, tirando unos pasos raros. De La Cruz tiene la espalda contra la pared mientras bebé una botella que, creo, es cerveza. Casco, Angileri, Pinola y Rojas están a unos cinco metros de mí, tomando, jugando "Yo nunca nunca". Armani está hablando con Rafita en la esquina. Palacios está chapando, casi cojiendo con una pibita, y Ferreira y Álvarez lo mismo. Mientras que Ponzio, Lux y Zuculini están sentados en la barra, conmigo, contando anécdotas del partido. Rollheiser y López no quisieron venir porque son niños buenos.
—Te está llamando alguien—. Me dice el Capitán, señalándome el bolsillo de mi pantalón. Un simple "Gracias" sale de mis labios y saco mi celular del bolsillo. Lo prendo y veo quién me está llamando.
Guchi😍❤️
La puta madre, ella no sabe que estoy acá, me va a recontra putear y no tengo ganas. Lanzando un suspiro pesado, deslizo el dedo para rechazar la llamada.
"Mi mujer me estaba llamando, pero yo no contesté porque estaba en la disco..." Se escucha en la disco y yo me sorprendo de que esa canción sepa mi vida. Observo a mi alrededor y veo a Gonzalo perreando hasta el piso mientras se caga de risa, es tan lindo. No puedo creer cómo lo perdí. Agarro la caipirinha que me está alcanzando el barman y hago fondo blanco, quemandome la garganta.
—Andá a hablarle, no seas gil, pelotudo—. Me doy vuelta sorprendido y asustado para después darme cuenta que era Leo el que hablo. Al escucharlo un junto mis cejas.
—¿De qué hablas?—
—Hablo de que le vayas a hablar a Montiel porque sino vas se lo va a terminar cogiendo la turra esa con la que está chapando y nadie quiere eso ¿No?—. Me pregunta y yo niego rápido—. Bueno, andá. Sí garchan yo los cubro—. Dice y me sorprendo más.
—¿Cómo sabes que quiero con el Cachete?—. Le pregunto y él mira hacia Gonzalo, sus ojos están medios colorados, está borracho.
—Yo sé que tenés gustos feos, perdón—. Mira hacia arriba, como pidiendo perdón a Dios y sé que está hablando de Agustina y me río—. Pero tampoco para que te comas a la pelotuda turra ésa con la que está apretando Gonzalo. Además corre el rumor de que estuvieron juntos en inferiores, encima todos sabemos que seguís con Agustina por los nenes.
—¿Todos saben eso?—. Él asintió.
—Andá a bailar, chapalo y cojetelo. Yo los cubro, pero andá, cabeza de pelotudo—. Dice y me empuja un poquito, lo necesario para levantarme de la silla. Doy un paso hacia la pista, pero vuelvo, negando—. ¡Andá, idiota! Yo los cubro, en serio. Todos están en pedo, nadie se va a acordar de nada, tranka palanka...—. Yo continúo negando—. Sino vas te hago correr 10 vueltas más—. Dice y, ahora sí, logra convencerme. Sobretodo porque ni en pedo corro diez vueltas más, apenas y corro las que tengo que correr.
Me levanto y Leo me aplaude, ¿No podíamos tener un capitán normal? ¡Dios! Empiezo a caminar y caigo en que estoy hecho pija, tengo que dejar de tomar así. Me da vuelta toda la cabeza, Ponzio hijo de puta, yo estaba bien, todo por tu culpa, puto. Llego hacia donde está Gonzalo y le toco la espalda, haciendo que se dé vuelta y deje de chapar con la piba esa.
—Hola, Lucas, ¿Cómo estás?—. Me pregunta y mientras habla no puedo parar de mirar sus labios, rojos e hinchados por el labial y la intensidad de los besos con la piba ésta. Lo agarro de los va cachetes y le clavo un beso. Lento e intenso, como le gustan a él. Sus labios tienen gusto a fernet, qué rico. Él no me sigue el beso enseguida, seguramente por la sorpresa de que lo esté besando en un boliche público y con los chicos, pero no me importa, lo quería besar y lo hice. Al darme cuenta de que no me lo seguía, lo dejé de besar y me alejé un poco de él.
—Per...—. Montiel me calla con un beso necesitado y desesperado, pasamos un rato más chapando y después empezamos a bailar—. Estaba contigo perreando y de ella me olvidé—. Le canté al oído.
—Yo estaba en la disco perreando cuando contigo me envolví, si. Mi mujer me estaba llamando y tuve que darle deleite, y—. Me cantó, también al oído, mientras me apretaba contra su cuerpo. Su pija estaba en mi orto prácticamente.
—¡Apaaa!—. Exclamé—. No sabía que tenías mujer, la tenías bien escondida eeh—. Le digo al darme vuelta , cagandome de risa.
—Sos un boludo—. Me dice negando, mientras sonríe.
—Así me amas.
—Lamentablemente sí, te amo, mi chinito lindo—. Me agarra de los cachetes, corte abuela, mientras sonríe. Qué sonrisa más linda tenés, Gonzalo. Y puedo jurar que con esas 7 palabras mi mundo se dió vuelta, hace mucho no me decía así. Me muerdo el labio al ver que está perreando hasta el piso de vuelta y, cuando llega al suelo, me agacho y lo beso.
Sé que capaz me estoy aprovechando de la situación ya que él está borracho, yo también, pero él está peor que yo. Le voy a echar la culpa al alcohol y, seguramente, él también porque lo conozco y sé que estando cuerdo no me hubiese chapado. Bah, sí me hubiese chapado, pero el cuello y solo para hacerme chupones. Gonzalo, cuerdo, me hubiese chapado solo y únicamente cuando yo deje a Agustina de manera oficial y, capaz, no me hubiese besado en medio de una discoteca con todos nuestros compañeros de equipo mirando.