Capitulo 2

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La llegada de Persefone

Al llegar a la entrada del Castillo se toparon con el guardián de la entrada, un gigantesco can de tres cabezas llamado Cerberus.

Persefone sin duda estaba impresionada por la colosal bestia, más sorpresa le causó lo dócil que resultó con ella y su acompañante; considerando esto estaba claro que no todo lo que se decía de esté reino era verdad.

La principal diferencia podría ser el gobernante de esté, pensó la joven al ver como las sombras que rodeaban a Hades se desvanecian dejando observar al fin su rostro.

El Dios era apuesto, no comprendía el por qué ocultaba su apariencia entre las sombras, pero el largo cabello negro azabache en contraposición con la pálida piel de esté, labios delgados, rasgos afilados y unos penetrantes ojos color ámbar que se encontraban rodeados de unas gruesas pestañas, eran sin duda una visión magnífica para la Diosa, ya que él poseía un porte noble y una mirada dulce dirigida hacia su persona, era lo que Persefone podía captar de su ahora esposo.

No era como su madre lo describía y a la vez se asemejaba a la visión que le fue dada; recordaba claramente las palabras de su progenitora, el como describía al Dios de las tinieblas como alguien ruin, cubierto de ébano y bastante cruel con sus súbditos; que nunca debía acercarse a alguien tan sombrío como Hades.

Sin embargo la visión que ahora Persefone tenía del Dios era completamente distinta, ignorando las palabras llenas de veneno de su madre optó por darse la oportunidad de conocer al Rey de los muertos.

Al curzar la gran entrada al castillo la joven vio a tres figuras nebulosas, eran nada más y nada menos que Minos, Radamantis y Éaco el trivio consagrado de Hecate, Hades con una aterciopelada voz le explicó a la joven el labor de esas entidades, eran los encargados de juzgar a las almas y decidir a donde irían a su descanso eterno.

—¿Como es que deciden a donde van las almas?— cuestionó la joven pelirroja con gran curiosidad.

—Los campos Elíseos— nombró el soberano mirando a la joven con una gran calma mientras avanzaban hacia las puertas del castillo, para luego agregar— es para los bendecidos, allí se encuentran las almas puras, ahí esas almas tienen la posibilidad de volver al mundo de los vivos; pero no todos deciden volver. — Esto último provocó una pequeña mueca de disgusto en él, resultó ser la primera vez en que la joven deidad observaba un indicio de molestia en su cónyuge.

— Es una pena aquello, este mundo necesita más almas puras...— haciendo una pequeña pausa continuó con su breve explicación del como estaba constituido El Erebo— El Tartaros es una fosa para todas las almas condenadas; luego están Los Campos de Asfódelos, alli las almas de los heroes vagan abatidas entre espíritus menores.— Y así finalizando su explicación se encontraron en la entrada del gigantesco Castillo de Hades.

Si bien era mucha información que digerir, a la pequeña Diosa le resultó bastante curioso que él, hasta ese entonces para ella, conocido soberano de tal Reino se lamentara el hecho de que la maldad se encontraba en abundancia en este joven mundo.

La razón de este pensamiento en Hades es que el aborrecia la violencia, de hecho pocas veces se lo vio ser cruel, normalmente esto sucedía cuando era desafiado de forma directa. Era un dios sin interés en las guerras humanas, ya suficiente había obtenido luego de ser liberado de su cautiverio en el estómago de su padre Cronos; una guerra llena de violencia no es algo que fuera de su interés.

Y aunque la joven nunca mantuvo contacto con los mortales, si estaba enterada de lo susceptibles que eran a corromper sus almas por un propósito, muchas veces un propósito que, a sus ojos, no lo valía.

Ahora, más interesada en ese mundo, se dedicaría a recorrerlo para conocer mejor su nuevo hogar, sólo lamentaba no tener obligaciones que cumplir ahí, de seguro se aburriria bastante si su día sólo consistía en caminar por las cercanías... o eso pensó hasta que Hades pronunció la oración que le daría un nuevo propósito en ese oscuro lugar.

—Quiero que al ser mi reina gobiernes a mi lado — Hades, al notar la sorpresa de la joven, decidió agregar. — En este Reino tienes más e igual autoridad que yo, después de todo no podría vivir en un Reino que no es del agrado de mi amada. —

La sonrisa sincera que Hades le dedicó a la joven la hizo sonrojar, ella creyó que sólo sería conocída como su amante. Tal era el caso de Hera, quien no tenía voz ni voto en los dominios de su padre, pero el saber que sería escuchada, respetada y valorada en este lugar, el Reino de las sombras ya no lucia tan oscuro a su parecer.

Se aseguraría de ser una buena Soberana, una que pueda decir con gran orgullo que gobierna tanto como su esposo.

Por que después de todo el Erebo era una gran carga para Hades, quien al compartirla con Persefone, se le hizo mucho más llevadero de direcciónar.

El no permitiría que su reina sea humillada y desvalorizada, pues él creía en el potencial que pareció apreciar en esa joven de rojos cabellos que cada día realizaba sus tareas en el mundo mortal con gran ímpetu y diligencia.

Y Hades no se equivocó, mejor reina no pudo haber escogido para sentarse junto a el en el trono.

Persefone sería la Diosa más respetada y temida de todo el Olimpo, por que ella contaba con el apoyo de su amado, quien de forma amable le ofrecía una mano en ayuda o su pecho como escudo.

Pero ya eso lo sabremos mejor más adelante, pues la historia de estos enamorados apenas y comienza.


*Erebo es un eufemismo del como se conoce al Reino de Hades
*Cerberus: perro guardián de tres cabezas que tiene la misión de no dejar escapar a las almas y la orden expresa de Hades de no dejar entrar a los vivos.
* Los Campos de Asfódelos: se lo podría asociar como al limbo en la religión cristiana, tanto así El Tártaros como el infierno y los Campos Elíseos como el cielo.

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Aquí tienen el segundo cap x3 espero que les haya gustado y dejen estrellitas y comentarios 😘😝

En un ratito subiré el tercero 😏

Besitos y amors para todos los que lean esta linda historia 😘😘😘

D.I.

Hades Y PersefoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora