Capítulo 3

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El verdadero Hades

El recorrer el Castillo fue agotador para la doncella, Hades quería mostrarle todo lo posible a su amada para evitar que se perdiera en los intrincados pasillos del lugar, pero, al notar el abatimiento en Persefone sugirió descansar mientras degustaban una simple cena.

Desde la perspectiva de Persefone fue curioso ver como sus alimentos tenía colores vivos y vibrantes, en cambio los de Hades era bastante más opacos en cuanto a color; así que antes de probar bocado le cuestionó el por qué la tan opuesta apariencia de ambos platos.

—No quiero que ingieras alimentos de aquí, esa sería mi única regla para ti querida Persefone— aclaró observando su plato para al final agregar simplemente— es por eso que me encargué de que trajeran comida del mundo mortal para ti.—

Esto extraño a Persefone, quien no entendía el por qué ella debia consumir un alimento diferente al de Hades, era claro que el Dios de los muertos se guardaba un pequeño secreto tras esa prohibición; pero, por el momento decidió confiar en él, después de todo había entendido con el poco tiempo convivido que Hades no resultaba ser como se lo describía normalmente y con un positivo pensamiento, acerca de su ahora esposo, decidió continuar con la fantástica cena que tenía servida frente a ella, esto constaba Mousakás acompañado de una fresca Xoriatiki Salata que degustó con gran agrado, puesto que estos alimentos eran unos de sus preferidos.

Hades se vio complacido con su sabía elección de alimentos, después de todo el observar a la distancia a, en ese entonces, Kore le permitió aprender de los gustos de la joven.

Luego de la cena que fue acompañada con una amena charla a Persefone le fue presentado sus aposentos, una gran habitación de colores cálidos con una amplia cama de Dorcel en el centro de esta, bajo la cama se extendía una gran alfombra color hueso que cubría casi en su totalidad la superficie de la recámara, iluminada con velas a sus costados y los tonos claros de algunas superficie en contraste con el mobiliario oscuro le daban una visión de privacidad y romanticismo a la alcoba.

El pensamiento de que compartiría esta habitación con Hades la hizo sonroja, puesto que ella nunca había dormido junto a alguien más que su madre cuando tenía pesadillas de pequeña.

Hades al percatarse del sonrojo de la joven decidió aclarar lo siguiente para evitar malos entendidos.

—Estos serán tus aposentos, los míos se encuentran al final del pasillo. —

La joven desconcertada miro al Dios junto a ella y profirió.

—¿Por que no dormiré a tu lado en las noches? —

Una sonrisa de medio lado apareció en el rostro de Hades y mirándola a los ojos pronunció.

—Por que quiero que tengas tu espacio propio en caso de que te aburras de mi presencia— por primera vez se escuchaba un pequeño rastro de diversión en la voz del Soberano — además — prosiguió — prefiero que si decides dormir a mi lado sea por decisión propia y no por que te encuentres en la obligación de hacerlo.—

Persefone sonrió con felicidad sabiendo que ella tendría su propio espacio, su madre siempre le comentaba que el ser consorte de un Dios conllevaba estar siempre disponible para el, con esa duda en mente decidió comentarle a Hades sobre esa enseñanza que le habían impuesto.

Hades mirándola a los ojos y con completa sinceridad le confesó —si te quisiera sólo para mi satisfacción nunca te hubiera ofrecido ser mi esposa, lo que más deseo es tu compañía al gobernar a mi lado—

Palabras más dulces a los oídos de la joven no pudieron haber llegado, esta era otra demostración de que Hades no era como los demás dioses y sin duda estaría encantada de descubrir que más secretos ocultaba la personalidad de tan bondadoso Dios Invisible.

Hades Y PersefoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora