Capítulo 5

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La Profecía de Cronos


Era una mañana fría en el Erebo, pero no por eso menos agitada para el soberano de este, ya que, unas almas habían logrado escapar del tártaros. Si bien logró atraparlas al alba, era muy inusual que algo pudiera lograr salir de esa gran fosa que se encontraba rodeada del Flegetonte; así que dirigiéndose a sus aposentos para ver despertar a su amada y poder desayunar con ella, en esa promesa no dicha; que sin importar que él cumplía.

Esa noche Persefone no pudo dormir del todo bien, extraño los brazos de Hades rodeandole, pero al amanecer sus ojos se abrieron al sentir un beso sobre sus labios, levantó la vista y observo a su marido algo sucio, desarreglado y con las prendas levemente rasgadas, pues esas almas dieron un poco de trabajo.

—Buenos días querida, ¿Qué tal has dormido? — le pregunto mientras le acariciaba con suavidad la mejilla.

— no muy bien esposo, no sin ti aquí—

Hades suspiro y dándole un beso en la frente le pidió que se alistara para desayunar en lo que el se marchaba a limpiarse.

—hoy debo ir al Tártaros, es extraño que esas almas lograrán escapar— le explicó mientras se quitaba su túnica.

La joven se levantó de manera perezosa y tomando ropa limpia espero a que Hades se retirará de la habitación.

Varios minutos después y ya desayunando la curiosidad de la joven diosa no pudo aguantar más y sin más le pregunto a su esposo el por qué se veía tan molesto.

—por que si bajo al Tártaros... veré a mi padre— le explicó con su usual calma.

La voz de Hades era, muchas veces, difícil de descifrar; solía mantener el mismo tono casi siempre, pero, luego de un tiempo conviviendo con él, Persefone aprendió a distinguir los pequeños matices que esta poseía, pues Hades debía de estar muy alterado para dejar de lado el tono calmó y voz aterciopelada que solia transmitir que todo ahí se encontraba bien. Esa mañana era uno de esos casos, Persefone no sabía en totalidad la historia de los dioses principales, pero si el ver a su padre lograba poner de esa forma tan nerviosa a Hades significaba que ese ser no era nada bueno.

Ya más decidida la joven observando a su esposo pronunció — ¿Podría acompañarte? —

Hades la miro inseguro de si permitirle o no ir a tal sitio, pero luego de pensarlo un poco mejor termino accediendo con una condición.

—no te apartes mucho de mi, puede ser peligroso a cierto punto—

Él sabía que Persefone no era ninguna damisela en apuros, pero no se perdonaría si algo malo le sucedía y él pudiendo evitarlo. Al verla asentir el desayuno continúo en silencio con los dos pensando en el bienestar del otro.

Al salir del Castillo se encontraron con el carruaje de Hades listo para partir, él tomando a su esposa de la cintura la levantó con facilidad para luego depositarla en dicho transporte, para luego subir él

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Al salir del Castillo se encontraron con el carruaje de Hades listo para partir, él tomando a su esposa de la cintura la levantó con facilidad para luego depositarla en dicho transporte, para luego subir él.

Hades Y PersefoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora