7 Luchando Por Ti

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Los días pasaron e inevitablemente la guerra estaba a la vuelta de la esquina. Muchos habrían pensado que estar en la guarida del Señor Oscuro era un suicidio para alguien que había peleado tan ferozmente por el bando de la luz, pero había resultado todo lo contrario. A medida que pasaba el tiempo, comprobó que Severus tenía razón, el mejor lugar para él y para cuidar a los suyos, era ese, la fortaleza del mismo Señor Tenebroso. Sin embargo había otras cosas que le preocupaban en igual medida. No hacia falta ser demasiado observador para ver que desde el primer momento Voldemort había desarrollado una especie de fijación hacia él. Solicitaba que Sirius tomara todos sus alimentos con él. Paseara por los jardines con él. Lo acompañara en sus harás de descanso, e incluso cuando trabajaba. Severus sentía celos pero no podía hacer nada, la vida de todos dependía de ellos.

Desde la ventana de su habitación, en la que trabajaba en unas pócimas pedidas por su señor hace algunos días con carácter de extrema urgencia, Severus Snape veía como el único hombre que había amado en su vida paseaba por los jardines de la casa mientras era cortejado por el demente que quería dominar al mundo. Su Alfa interno exigía defender lo que consideraba suyo, su corazón gritaba protegerlo aunque ello significara perder la vida, pero la cabeza le ordenaba sobrevivir para seguir cuidando a su Omega. Sin embargo la naturaleza siempre encuentra el camino para seguir su curso natural

De pronto el tiempo se detuvo, todo paso demasiado rápido. La brisa cambio de rumbo, los ojos dilatados de Voldemort por la lujuria. El lobo interno de Severus aullando en señal de territoriedad. El cuerpo de Sirius ardiendo en la incontrolable necesidad de ser poseído y entre sus piernas un líquido escurriendo desde sus partes más intimas

- ¡Mío! - gruño el mago más tenebroso de todos los tiempos abalanzándose sobre el Omega pero un hechizo lo lanzo hacia atrás
- ¡Mío! - gruño Severus mas alto apareciendo entre ambos hombres con la varita en alto, nadie supo cómo hizo para llegar hasta donde ellos estaban en tiempo record
- ¡Lo quiero! - dijo Voldemort con los ojos llenos de deseos
- ¡Me pertenece! - gruño Severus
- ¡Alfa! - imploro Sirius - ¡lo necesito!
- ¡Aléjate! - exigió desafiante el lobo interno de Severus
- ¡Lo tendré! - dijo Voldemort
- ¡Expelliarmus! - grito Severus en su dirección, lanzando a su amo hacia atrás
- ¡Alfa! - suplicaba Sirius completamente cegado por la necesidad de este - ¡Alfa! ¡Alfa!

Severus tomo a su Omega de la cintura y lanzando hechizos a diestra y siniestra corrió hacia la puerta, donde ambos se aparecieron mientras Voldemort los llamaba a gritos.
Ambos hombres llegaron a casa del pocionista muy seguido de mortífagos de los que Sirius se deshizo en cuanto recupero su varita que había dejado olvidada en la mesa de la sala. El Omega lanzo un hechizo sobre Bella justo cuando esta le lanzaba un Avada a Severus, por lo que este cayó sobre otro mortífago de menor escala matándolo al instante

- ¡Sirius! - grito su Alfa y este le agarro la mano para desaparecer al instante

Cayeron sobre el suelo de bosque. Desaparecieron nuevamente y reaparecieron en una cueva en la playa. Sin detenerse a pensar, Severus empezó a poner todo tipo de hechizos protectores. Diez minutos después caía sentado al lado de Sirius. Fue allí cuando sintió nuevamente el llamado de su Omega. Sabía que nadie los encontraría. El deseo lo cegó de nueva cuenta y se entregó a él
Un gruñido posesivo salió de lo más profundo de su ser mientras tomaba al Omega de la cintura y aspiraba su aroma. Lo desvistió lo más rápido que sus manos le permitieron sin desgarrarle la ropa

- ¡Alfa! ¡Entre en mí! - suplicaba Sirius presa de un deseo irrefrenable
- ¡Mi precioso y delicado Omega! - dijo Severus devorando sus pezones con fuese el manjar más exquisito que existiera

Lentamente sus labios fueron bajando por su pecho hasta llegar a su vientre plano y muy bien trabajado. Suaves gemidos inundaron el lugar mientras una boca deseosa de saborear la gloria llegaba hasta la entre pierna del animago, devorando completamente ese pedazo de carne que ya estaba erecto y a la espera de ser atendido. De un solo bocado lo trago entero arrancando el mayor de los placeres al Omega. Las manos lo recorrían entero mientras él abría las piernas para que Severus se acomodara entre ellas. Pequeñas mordidas se aglomeraron en su cuello formando una especie de collar alrededor de este
Sus brazos se enredaron en el Alfa aferrándose a este como si no existiese un mañana. Un dedo se coló entre las piernas de Sirius, lejos de darle placer, dándole solo más necesidad de la atención del otro hombre

Lo Que Antes FuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora