17 Una Nueva Familia

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La noche era tibia. El perfume de las flores del jardín inundaba toda la habitación que era bañada por la luna. El observaba mudo desde el balcón a aquella que fuese su más acérrima enemiga durante años. Tanto dolor y ahora… Unos brazos rodearon su cintura, mientras besos delicados se esparcían sobre su cuello frágil

-¿Seguro de que quieres hacer esto? – le susurró Sirius besándole el cuello mientras lo abrazaba por la cintura
-¿Tú… no estas…? – dijo Remus girándose – bueno después de todo Severus es tu Alfa y es lógico que no quieras compartirlo
-Lo preguntaba por ti – dijo Sirius – mereces un Alfa solo para ti. Que te amé. Que te cuide como te mereces. Como lo que en realidad eres, lo más hermoso que Merlín creo
-Te tengo a ti – dijo Remus sonriendo – es todo lo que necesito
-¿Y a mí? – dijo Severus parándose detrás de él y besándole el hombro lo abraza de la cintura – ¿no me necesitas? – y Remus sonrió al sentir como ambos hombre lo abrazaban colmándolo de atenciones – solo disfruta
-Ven – dijo Sirius y lo llevo hasta la cama – confía en mí – susurro Sirius besándole el cuello mientras se acostaban – ¿recuerdas nuestra primera vez juntos?
-Nunca la olvidare – giro Remus cerrando los ojos cuando Sirius le abrió el pantalón se lo jalaba hasta quitárselo completamente para después desabotonarle la camisa
-Eres lo más hermoso de la tierra – susurró Sirius besándole el cuello – un ser perfecto del cual no merezco ni siquiera una sola mirada
-No digas eso – dijo Remus tomando sus mejillas y besándolo con desesperación – te amo tanto
-Tranquilo mi lobito – dijo Sirius – relájate. Estas muy tenso y así no lo disfrutaras

Remus sonrió y dejo de pensar. Hacía mucho que no se entregaba por amor a alguien, diez años para ser exactos. Manos suaves recorrieron su cuerpo. Besos caían sobre su piel como agua por una cascada. Severus le hizo una leve señal de asentimiento a Sirius y este sonriendo llevo su boca a la entrepierna del castaño. Lentamente la lamio logrando un estremecimiento cada vez que volvía a la base. Se desvió al muslo derecho, el cual lleno de atenciones, luego creo un camino de besos hacia el centro y siguió hasta el muslo izquierdo, mientras que uno a uno tres dedos se colaban por sus glúteos. Quiso, necesitaba gritar, pero su boca estaba ocupada con la hombría del hombre que esa noche lo marcaria como suyo para siempre. Su instinto le dijo como saborear aquel pedazo de carne hasta extraer lo que ingenuamente creía que era la última gota mientras un grito triunfal salía de la garganta del Alfa

-¡Sirius! – susurro Severus suavemente y los besos de este ascendieron a lo largo del cuerpo del hombre lobo hasta llegar a la boca del Alfa –, te amo, hermoso
-Quie… quie… ro… – exhalo Remus como pudo perdido en el placer – ah…

Sirius se acostó sobre el gran amor de su vida y acariciando sus muslos se acomodó entre estos. Los dedos del Alfa marcaron las caderas del pelinegro mientras su lengua macaba el ritmo tortuoso con el que Sirius se movía dentro del Omega

-Alfa – suplico Remus

Severus tomo en su mano la hombría de Sirius y la llevo hacia la entrada de Remus que ya no lograba decir palabras coherentes. Él mismo se acomodó detrás de Sirius y lentamente empezó a entrar en su cuerpo. Coloco su mano sobre las ya entrelazada de los otros dos y tomando su varita hizo una floritura. Un lazo envolvió las manos de los tres a la vez, con cada envestida de Severus, Sirius se enterraba más profundo en Remus

-Juro por mi magia – dijo Sirius moviéndose dentro de Remus – que jamás sentiré celos ni envidia del amor que a partir de hoy unirá a mi Alfa y a mi Omega – y sus dientes se hundieron en el cuello de Remus
-Juro por mi magia – decía Severus sin dejar de moverse dentro de Sirius – cuidar a Sirius Black y Remus Lupin como lo que son que son a partir de hoy, mis Omegas – y los suyos perforaron el de Sirius.
-Juro no conocer más Alfas que Severus Snape y Sirius Black – dijo Remus y los tres fueron envueltos por una luz blanca mientras el grito de placer de Remus inundaba el lugar

El sol se colaba entre las cortinas e iluminaba el rostro de Sirius que tenía Remus abrazado  contra su pecho y su cintura rodeada con un brazo, mientras el castaño se abrazaba a él como si su vida dependiera de ello. Severus sonrió entrando en la habitación con la bandeja. La dejo sobre la mesita cerca de la ventana y se acercó para acariciarle el cabello a Sirius. La expresión de su rostro lo mostraba en paz, como si por fin hubiese encontrado su lugar en la vida, y sintió celos, celos de nunca él haber conseguido que su Omega fuese así de feliz

-Yo tampoco la había visto nunca – dijo la voz de Remus sin abrir los ojos ni levantar la voz – aunque jamás lo reconocerá abiertamente, sé que te extraño todos esos años, y no hablo del Omega o el Alfa, va más allá de eso
-¿Tú crees que…? – dijo Severus sorprendido
-Te ama – dijo Remus –, no lo dudes. A su modo – sonrió – ya lo conoces, pero te ama. Ahora, si no es molestia, puedes darle un beso a tu Omega como se debe – y ambos sonríen cuando Severus lo besa dulcemente
-Quiero dos de esos y mi café – dijo Sirius empezando a estirarse con la más radiante de las sonrisas

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La mansión Malfoy del sur de Francia, estaba en completo silencio, cuando las llamas de la chimenea se activaron dejando a una pareja que iba tomada de la mano

-Dragón ¿eres tú? – dijo Narcisa desde las escaleras
-Si mamá – dijo Draco mientras sonreía mirando a Harry que trataba de tranquilizar su respiración
-Cariño, que bue… - decía la mujer bajando las escaleras pero se detuvo en seco viendo a la persona que estaba junto a su hijo
-¿Qué hace este tipo aquí? – dijo la voz de Lucius Malfoy a las espaldas de la pareja
-Buenas noches se… - dijo Harry
-Lárgate de mi casa, ahora – exigió Lucius alzando la voz
-Padre, por favor, cálmate – pidió Draco
-¿Acaso ya olvidaste que por su culpa, tu hijo no nació? – grito Lucius
-¡déjame…! – dijo Draco
-¿olvidaste las veces que despertaste gritando de terror por todo lo que el señor Oscuro te torturo por su culpa? – dijo Lucius
-¡Cállate! – siseo Draco mientras sus lágrimas caían
-¿olvidaste que te abandono cuando mas lo necesitabas? – dijo Lucius – te dio la espalda…
-Basta Lucius – suplicaba Narcisa
-Sé que es mi culpa – intentaba Harry explicarse – y no hay manera de remediarlo, pero quiero hacer las cosas bien con Draco
-Lárgate de mi casa y de la vida de mi hijo – amenazo Lucius con un siseo
-Si él se va, yo también me iré – dijo Draco
-¿Cómo lo puedes defender? ¡Mato a tu hijo! – grito Lucius
-¡Quien mato a mi bebé fuiste tú! – dijo Draco interponiéndose entre su padre y Harry – el verdadero asesino de tu nieto, Lucius Malfoy. Lo ves todos los días cuando te paras frente a un espejo
-¿Qu… qu… qué… ton… ton… terías dices? – tartamudeo el rubio mayor
-¡Tú lo mataste! – dijo Draco llorando – ¡tú mataste a mi bebe! Tú me obligaste a ir a su guarida. Tú me entregaste al bastardo que intento violarme
-¿Qué cosa? – dijeron Harry y Lucius al unísono
-Mi hijo murió no porque Harry nos hubiese dado la espalda – grito Draco – murió por qué me lo arranco a punto de Cruxius porque tú fallaste al dejar escapar a Harry de la mansión, pero yo cerré la conexión antes que Harry se diera cuenta. Yo entregue a mi hijo para que te salvaras ¿y ahora intentas negarme la posibilidad de que rehaga mi vida junto a mi Alfa?
-Draco – susurro Narcisa y se cubrió la boca llorando
-¿No lo entiendes? – dijo Draco – ¡tú me obligaste a elegir entre mi manada y tú! Y ahora me arrebatas de nuevo la posibilidad de ser feliz. ¡Después de esto, lo perdí todo! ¡Me volviste a robar todo!

El mundo se detuvo para las cuatro personas que estaban en esa sala de la mansión Malfoy. Ninguno sabía cuál de las culpas era más grande. Ningún sabio cual dolor era más profundo¬.

Lo Que Antes FuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora