8 Una Oportunidad

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- ¡Severus! - grito Sirius desesperado mientras este caía hacia atrás - ¡Alfa!


- Así que el Omega quiere a su Alfa - dijo Peter sonriendo con superioridad - pues tendrás que conformarte con este Beta. Pero no te preocupes, ni notaras el cambio


- ¡Ni siquiera lo pienses! - dijo Sirius apuntándolo con su varita - ¡Niphandora fue a Azkaban por tu asesinato!


- ¿Qué harás? - dijo Peter - solo eres un pobre y sumiso Omega con la magia atada a la voluntad de tu Alfa. Dime ¿qué harás? ¡Petrificus Totalus! - grito


- ¡Expecto Patronum! - grito Severus desde el suelo y el hechizo de Peter reboto en el perro fantasmal que el pocionista había proyectado y lo golpeo a él mismo. El cuerpo inerte del mortífago cayo hacia atrás


- ¡Severus! - grito Sirius corriendo a abrazarse a él


- ¡Estoy bien! - aseguro el Slytherine - ¡Estoy bien! - Avada Kedabra - dijo sin ningún tipo de remordimiento


- Fue él - dijo Sirius - ¡él me hizo esto! ¡Siempre creí que era mi amigo!


- Ya paso - dijo Severus - ya pas... - pero se desmayó mientras Sirius lo llamaba





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Estaba en su casa, con el alma destrozada. Aun mucho más de lo que la había tenido los últimos meses. Desde que su Alfa, o quien él siempre pensó que lo seria se había ido confesándole que lo suyo era imposible, su vida se había vuelto un infierno. Amaba a Sirius más que a su propia vida y no entendía porque lo había engañado durante tanto tiempo. Ahora su rabia había bajado y podía pensar con claridad nuevamente, había decidido buscar al... al hombre que amaba y hablar con él. Antes de irse, en realidad, antes que él lo echara a la calle y Severus se lo llevara, Sirius le había jurado y perjurado que se podía revertir. Que Severus estaba trabajando en la poción y que él volvería a ser un Alfa. Si eso era así, ellos podrían reanudar su vida juntos y esta vez sí podría darle hijos a su Alfa, todos los que él quisiera. Total ya habían criado juntos a Harry y eran unos buenos padres. Y aunque no tuvieran hijos biológicos juntos, a él no le importaba, solo no quería perder a su manada





La noche que la batalla estallo todo fue un caos. Hechizos volando sobre sus cabezas, amigos de toda la vida, caídos. El olor a sangre lo inundaba todo. El miedo era palpable. Había visto a Sirius pelear cerca de la escalera a unos pasos de... su Alfa, que lo protegía con ferocidad. Pero después no lo había vuelto a ver. Ni entre los vivos... ni entre los muertos


Había buscado durante varios días a Sirius, afortunadamente Ron y su familia tenían bastante entretenido a su hijo, por lo que lo había convencido de que su padre estaba ayudando a capturar a algunos mortífagos que habían escapado durante la batalla, pero que en unos días regresaría y todo sería exactamente como siempre


Finalmente se había enterado donde estaba su compañero. La pareja había sido atacada por Peter Petregree y quien se había llevado la peor parte había sido Severus, pero seguía vivo. En cierta medida se alegraba por ello porque así tendrían una oportunidad de arreglar todo aquel desastre.


Al llegar a San Mungo pregunto por la habitación del pocionista y le habían dicho cuarto piso, habitación número ocho. Pregunto si alguien estaba con él y la enfermera le había dicho que su compañero Sirius Black no se despegaba de él ni un solo instante





- Deme unos minutos y ya vera como eso cambia - había pensado con una sonrisa radiante





Prácticamente había corrido a la habitación. Moría por abrazarlo. Besarlo. Decirle cuanto lo amaba. Lentamente giro el pomo de la puerta, pero se detuvo en seco al escuchar la conversación de ambos hombres

Lo Que Antes FuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora