Prólogo

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Hace varias generaciones, la raza humana dio un nuevo salto evolutivo y niños con diferentes habilidades comenzaron a nacer. Las transformaciones, la telequinesis, el control de los elementos y muchas habilidades más se volvieron rasgos de esta nueva generación de humanos que había aparecido para cambiar cada estrato de la sociedad. Pero junto con esos extraños poderes algo más despertó en ellos, una nueva mutación genética se dio en los nuevos hombres y mujeres que poblaban la Tierra, una involución: los genes Alfa y Omega.

Las primeras manifestaciones de este gen fueron muy escasas, casos aislados y casi nunca reportados como tales. Muchas noticias hablaban sobre violaciones, ninfomanía, actos desvergonzados en público, anomalías en el comportamiento sexual de ciertos pequeños grupos de personas en todo el mundo. Muchos años, investigación científica y una reorganización social hicieron falta para poder aceptar que estos individuos ya no eran un grupo aislado, sino que formaban parte de la nueva raza humana.

Los reportes científicos dieron pie al nuevo y controversial orden social, separando a la gente no sólo por sus poderes o la falta de ellos, sino también por los genes que afectaban su comportamiento emocional, social y sexual.

Por un lado se encontraban los hombres y mujeres con el gen alfa, personas marcadas por su gran liderazgo, firmeza, fuerza física y un voraz apetito sexual, sobre todo ante la presencia de alguien con genes omega que estuviese en celo. Luego de varias investigaciones se había descubierto que las personas con el gen omega, señalados en un principio como una contraparte de los alfas por su tendencia a ser menos asertivos, podían entrar en períodos de celo así como muchos otros mamíferos; durante este tiempo la persona omega buscaría instintivamente aparearse con alguien de gen alfa para producir una prole.

También se separó un tercer gen, el gen beta, con el que se etiquetó a aquellas personas que no tenían genes alfa u omega, personas que en un primer momento fueron llamados «normales». Pero con el correr del tiempo, y al ver que la población con genes alfa y omega crecía llegando a la par de los betas, las sociedades no pudieron hacer más que aceptar este nuevo orden social y la idea de lo que era genéticamente normal se perdió.

Sin embargo, la sorpresa del mundo científico y el público en general surgió cuando fueron descubiertos varones con genes omegas. Hubo mucha controversia, y alrededor del mundo se desataron diferentes cacerías clamando la anti naturalidad de estos seres, los llamaban «errores genéticos». Estos hombres fueron forzados a esconderse en un principio por lo vergonzosa que veía la sociedad a su genética, pero con el correr de los años, la mayoría de las sociedades lograron adaptarse y varios grandes héroes alrededor del mundo confesaron ser omegas.

Fue así que junto a los departamentos de registros de poderes se crearon registros de genes, donde las personas podían pedir ciertas consideraciones de acuerdo a sus necesidades genéticas. Aunque muchos sabían que esta medida era principalmente para cuidar a todos los hombres y mujeres omegas de las personas alfa.

Lentamente, las sociedades comenzaron a escindirse por el prejuicio genético. Muchos omegas temían a los alfas y varias veces los marcaban de depredadores sexuales; algunos alfas se sentían segregados, mientras que otros disfrutaban lo que llamaban «superioridad genética»; los betas se veían muchas veces atrapados en guerras de odio que no lograban comprender, y como resultado de esto despreciaban a ambos genes por igual.

Pero en Japón las cosas eran un tanto diferentes. Las personas del país del sol naciente nunca habían sido muy entusiastas sobre la libertad sexual que poseían, muchos la habían reprimido o ignorado desde mucho antes de que los poderes y los genes se volvieran una realidad cotidiana. El impacto genético no había golpeado tan fuerte a ese país como a otros, sino que en parte había ayudado a la prosperidad económica. Habiendo sufrido por muchos años una escasez de natalidades, ahora las mujeres y hombres omegas se habían encargado de reabastecer discretamente la necesidad de jóvenes en la sociedad. Aunque las cantidades de abortos clínicos también habían aumentado debido al celo mal controlado de adolescentes omegas.

A diferencia de otros países, la sociedad japonesa en general no tomaba tan en cuenta los roles genéticos de los héroes. Aunque sí creían que alguien con genes alfa podría ser un mejor héroe de combate, mientras que alguien con genes omega estaría mejor sirviendo en unidades de rescate. Aun así no se hablaba mucho del tema, y la mayoría prefería guardarlo para la intimidad.

Junto con la aparición de los nuevos genes, algunas sociedades se volvieron más abiertas a aceptar la homosexualidad como algo natural. La educación sexual en las escuelas ya no sólo incluía las relaciones heterosexuales, sino de cualquier tipo, siempre desde el punto de vista de una sexualidad responsable y con consentimiento. Las familias homoparentales eran una realidad cotidiana para la sociedad a partir de la naturalización de los varones omega, y no necesariamente uno de los miembros de la pareja debía tener esos genes para ser aceptada.

En Yuuei se creía que sin importar la predisposición genética, cualquier persona podía convertirse en un gran héroe. Aun así habían algunas clases especialmente dedicadas a los alfas y los omegas, sobre todo porque era en la época de la adolescencia cuando esos genes despertaban. Los omegas debían aprender a ser consientes e intuitivos sobre sus propios ciclos, no involucrarse en una misión si estaban en celo o si presentían que pronto lo estarían, y cuidarse de provocar a cualquier alfa cuando sucediese. Para esto último existían lugares especiales donde los omegas podían recibir atención, protección y contención, santuarios resguardados por héroes beta y omega que trabajaban duramente en repeler a todos los poderosos alfas que buscasen infiltrarse, llamados por la cantidad de feromonas. Los alfas, a su vez, debían aprender a controlar sus instintos sexuales, puesto que existía la posibilidad de tener que rescatar a un omega en celo de otros alfas, y poder contener su apetito sexual en ese momento era fundamental para el desempeño de un héroe alfa.

Así, todos los estratos de la sociedad estaban en una frágil armonía, héroes y villanos, alfas, betas y omegas, todos convivían en este nuevo mundo.

A B [Boku no Hero Academia - Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora