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Katsuki Bakugou fue un alfa desde antes de que sus genes despertasen, siempre había manifestado todos los rasgos de uno desde pequeño, excepto por lo sexual, cosa impropia a esa edad. Pero ahora que era casi un hombre todos estaban al tanto de que era uno de los alfas más imponentes de Yuuei. Con la edad de entre quince y dieciséis años, ya la mayoría de los alumnos sabía qué clase de gen llevaban en sus cuerpos, y convivían tranquilamente con ello.

Así como Bakugou sabía que era un alfa, Eijirou Kirishima había aprendido que era un beta, lo que algunos todavía llamaban «normal», alguien cuyos deseos sexuales no estaban condicionados a una cadena genética. Aunque sí deseaba a Bakugou intensamente, casi instintivamente. Le gustaba desde que lo había visto pelear con Midoriya en aquél simulacro a principio de año. Tanta fuerza, tanta virilidad en un sólo hombre, hasta lo hacía sentirse un omega en ocasiones. Sentía por Bakugou una devoción a la que no sabía ponerle nombre. Al principio creyó que era sólo admiración, pero sus ansias por pasar tiempo junto a él no se limitaban a una simple amistad. Le atraía todo de él, su físico, su fuerza, sus actitudes, su irritabilidad, la sonrisa que hacía cuando iba a ganar una pelea, la forma en que arrugaba el ceño cuando estornudaba, como si se enojase con su nariz; en fin, hasta el más pequeño detalle. No podía llamarlo amor, pero pronto se dio cuenta de que un simple «gustar» no abarcaba lo que sentía por él.

Sin darse cuenta se descubrió a sí mismo siguiéndolo en todas las actividades escolares, siempre estaban en el mismo equipo cuando entrenaban, y en el mismo grupo cuando debían hacer una tarea. Bakugou no era muy hablador, pero no necesitaban charlar, simplemente estaban cómodos con la presencia del otro, o por lo menos él parecía tolerar muy bien a Kirishima.

Entonces ocurrió el incidente en el campamento de entrenamiento, las vacaciones de verano de los chicos de Yuuei se convirtieron en un infierno y Bakugou desapareció. Kirishima jamás había sentido un vacío tan grande, le había fallado a su amigo, no había podido ayudarlo. Y aunque estos pensamientos lo atormentaban, no iba a quedarse de brazos cruzados. Eso no sería propio de un hombre.

Nunca había tenido tanta certeza de algo como cuando propuso rescatar a Bakugou. Sabía que era muy peligroso, pero no le importaba. Sentía que con la ayuda de sus amigos y su propia fortaleza podía hacer hasta lo imposible. Esa noche en que arriesgó su vida para salvarlo de los villanos, aquel día donde pudo ver que había una conexión más fuerte entre ellos dos, cuando lo miró a los ojos y pudo verse reflejado en ellos, finalmente supo lo que sentía.


—¡Te quiero! —le había gritado cinco días después del rescate, con el rojo palpitar de su corazón encendiendo sus ojos, y lo hubiera hecho antes de no ser que Bakugou había estado ocupado con la policía— Sé que soy un beta y además un hombre, pero te quiero. Con todo mi corazón, te quiero, Bakugou Katsuki .

Los puños apretados, postura recta y mirada firme, así es como un hombre declaraba su amor en el receso, en los límites de la escuela, a quien le había robado el corazón desde hace tanto sin darse cuenta. Bakugou le sostenía la mirada, como si quisiera probar qué tanta fuerza tenía su determinación.

—Ya veo —contestó fríamente—. ¿Y qué quieres hacer al respecto?

La pregunta parecía malintencionada, pero a pesar de que no sonreía, Kirishima sabía bien que Bakugou se estaba divirtiendo con eso, así de bien lo conocía. No lo estaba rechazando, lo provocaba.

—Quiero que me permitas estar a tu lado —contestó Kirishima.

—¿A mi lado? —preguntó con sorna y una sonrisa burlona— Bueno, ya estamos solos aquí, ¿no? ¿Qué quieres hacer?

Era más que evidente que Bakugou jugaba con la confesión de Kirishima, pero él no iba a dejar que lo intimidase, eso no sería propio de un hombre, aunque fuera un beta frente a un alfa. Con una decisión de hierro, caminó firmemente hasta estar cara a cara con Bakugou. Sus torsos chocaban, sus bocas casi se tocaban, Kirishima podía sentir el cálido respirar sobre sus labios.

—Quiero besarte —le dijo firmemente, para demostrarle que él también podía provocarlo.

Bakugou resopló con una sonrisa, sus ojos rojos llameaban también.

—Interesante, cabeza de puerco espín —respondió con picardía y con un movimiento audaz tomó la cabeza de Kirishima con su mano, acercándolo para poder besarlo a gusto.

A Kirishima lo había tomado totalmente desprevenido ese movimiento, no pensó que Bakugou fuera a ceder tan rápido, pero al poco tiempo entendió, por aquella mano en su cabeza, por la profundidad del beso, por la ansiedad de esos labios, que el rubio quería tanto como él aquello que estaba pasando.

Pero si algo había aprendido de las clases de biología, es que los alfas eran más sensibles a los estímulos que los betas, y por más que aquél beso significase una concreción de sus sueños más anhelados, ya podía sentir la mano de Bakugou abrazándole la espalda y pegándolo más a su cuerpo. Como no sabía qué tanto podía dejarse influir por un alfa tan poderoso dentro del territorio de la escuela, decidió romper aquél beso, aunque Bakugou insistiera en tomarlo otra vez.

—¿Qué te pasa? —preguntó al sentirse rechazado.

—Nada, simplemente estoy feliz de que esto esté pasando —dijo Kirishima con una sonrisa.

—¿Qué cosa? No te creas mucho sólo por esto. Fue sólo un beso, y ambos teníamos ganas. Eso es todo.

La sonrisa se borró del rostro de Kirishima. Por un momento había olvidado lo directo y cruel que podía ser Bakugou con sus palabras. Pero lo que más le dolió fue su fría mirada clavada en él, como un castigo; hasta casi sintió alivio cuando se retiró de la escena en silencio.

«Muchos alfas tienen personalidades frías y oportunistas, y no es extraño que sus intereses se centren en conseguir una pareja sólo para copular, a cualquier precio». Kirishima pensaba desanimado sobre esa línea que una vez había escuchado de algún viejo prejuicioso. Decir cosas como esa estaba prohibido para los medios públicos, pues se creía que sólo estigmatizaba y estereotipaba a una parte de la población; pero qué bien parecía quedarle a Bakugou ese día.

A B [Boku no Hero Academia - Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora