Aunque Bakugou era uno de esos alfas que se enorgullecía de su condición genética, detestaba las clases de auto control de la escuela. Había otros cuatro alfas además de él en su clase, y de todos ellos el más molesto era Iida, quien maldecía su herencia genética por verla como un peligro para la sociedad; su mayor pesadilla era encontrarse alguna vez con un omega en celo y rendirse ante sus instintos bajos. A causa de esto entrenaba y estudiaba más que nadie para poder negar aquellos deseos que ni siquiera tenía, pero que quería evitar a toda costa.
Momo, Todoroki y Shouji eran los demás alfas, pero ninguno se sentía condicionado por esos genes, más allá de que Momo, aunque no se lo decía a nadie, se sentía preocupada por el hecho de que las mujeres alfas tenían muy poca taza de fertilidad, y en la mayoría de los casos eran totalmente infértiles o incapaces de mantener un embarazo. Quería ser madre algún día, y aunque sabía que la adopción era una opción muy popular entre las mujeres alfa, su más grande deseo era poder crear vida en su interior.
Durante las Clases de Educación Alfa, un espacio curricular exclusivo para quienes compartían esos genes, se enseñaban técnicas de meditación, se hacían trabajos reflexivos, se estudiaban las leyes que se ocupaban del desempeño de los alfas en la sociedad y se realizaba un seguimiento personal del desarrollo genético de cada uno, puesto que había alfas más propensos a dejarse llevar por sus instintos que otros, y era mejor detectar estos casos a tiempo.
Así como existían las clases para alfas, también estaban las Clases de Educación Beta y las Clases de Educación Omega. Los betas aprendían a entender el comportamiento de los alfas y omegas y cómo tratar a un alfa peligroso o a un omega en celo; mientras que los omegas aprendían sobre sus derechos sexuales, a intuir la llegada de sus ciclos y el funcionamiento de sus cuerpos omega, sobre todo los varones, que tenían una anatomía diferente a la de cualquier otro hombre.
Kirishima era un alumno muy aplicado a sus clases de beta, sobre todo cuando hablaban de los alfas. No le molestaba haber nacido con genes beta, pero admitía que le hubiese gustado ser un alfa; era una cualidad que, a sus ojos, aumentaba la virilidad. Además, antes de que sus genes se manifestasen, todo el mundo, y hasta él mismo, daba por sentado que sería un alfa hecho y derecho. Tal vez esta era una de las cosas que tanto le atraían de Bakugou: su genética; y aunque no era natural para un beta sentirse atraído por el gen alfa, para Kirishima eso era un gran punto a favor del rubio.
Lo había admirado por tanto tiempo en secreto que cada vez que se escapaban para besarse escondiéndose entre los árboles parecía un sueño. De ninguna forma Kirishima podía concentrarse después del receso si la clase era teórica, aunque si se trataba de pelear o entrenar su habilidad, tenía más energía que nunca.
Pero había algo que lo inquietaba, hasta ahora Bakugou no había dado señales de querer hablar sobre la confesión que le había hecho. Kirishima le había dicho que lo quería, y cada día lo quería más, lo deseaba más, se sentía más cerca de él, pero no sabía lo que sentía Bakugou respecto a él. Se negaba a aceptar que «sólo querer divertirse» —aquello que le había dicho la segunda vez que se vieron tras los árboles—, era la respuesta final del rubio, pero tampoco podía permitirse ilusionarse con algo más allá de eso.
Aún así, cada vez que lo veía, cada vez que lo besaba, cada vez que cruzaban sus miradas durante los entrenamientos, todas las preocupaciones de Kirishima se esfumaban. Y cuando en Yuuei anunciaron que iban a ir casa por casa solicitando el permiso de los padres para que los alumnos viviesen en las residencias dentro del campus, el corazón casi se le sale por la boca. ¡Iba a vivir bajo el mismo techo que Bakugou! Eso significaba que iban a poder convivir mucho más, estar a solas más tiempo, y quién sabe qué otras cosas podían suceder.
Cuando volvieron a verse tras los árboles después del anuncio de los dormitorios, Bakugou parecía más encendido de lo normal, lo que coincidía perfectamente con el humor de Kirishima, tal vez estaba pensando exactamente lo mismo que él y compartía ciertas fantasías sobre el futuro próximo.
Katsuki lo había empujado contra la pared, tomando el control, y aunque eso era normal, sus manos estaban muy inquietas. Acariciaban y apretaban el pecho, la cintura y la espalda de Kirishima, como si quisieran arrancarle el uniforme para sentir su piel. Kirishima se había sorprendido al principio, pero la pasión de Bakugou pronto se le contagió, y comenzó a imitar ese juego, sin ir más lejos de lo que el propio Katsuki iría; después de todo, encontraba cierto placer fetichista en dejar que el alfa marcara el paso.
Los desesperados besos y las apasionadas caricias pronto fueron seguidas por unos tímidos suspiros que salían involuntariamente de la garganta de Bakugou; Kirishima jamás había oído algo así, tan provocador, tan delicioso. De pronto, Katsuki tomó una de las manos con las que el otro le acariciaba la espalda, y sin despegar sus labios, la guió apresuradamente hasta su entrepierna. Kirishima pudo sentir el miembro caliente y erecto de Bakugou en su mano a través del pantalón, y su primer instinto fue apretarlo, frotarlo de abajo hacia arriba. Pero Bakugou lo soltó al instante y se alejó, mirándolo atónito.
—¡¡Mierda!! —gritó después de un momento y lanzó unas explosiones al aire, luego se retiró a paso acelerado, dejando a Kirishima solo, confundido y excitado.
Eijirou esperó un poco hasta desconcentrarse de su propia erección y volvió a entrar al edificio escolar, pasando por el baño para arreglar su peinado. Cuando llegó al salón se quedó charlando con algunos de sus amigos, pero no volvió a ver a Bakugou hasta unos minutos después de que el timbre sonase. Notó que no era el único que llegaba tarde, Mineta tampoco estaba en su lugar al comenzar las clases.
—¿Y Mineta? —preguntó Kirishima con la esperanza de luego preguntar por Bakugou.
—Ni idea —le contestó Kaminari.
—Tuvo que retirarse temprano hoy —respondió Jirou desde atrás—. Ese tonto todavía no se conoce lo suficiente.
Kirishima no entendió al principio, pero pronto se dio cuenta de lo que había querido decir Jirou: Mineta era un omega, probablemente estaba por empezar su ciclo de celo ese día, y aunque se había marchado justo a tiempo, algunos alfas ya lo habrían sentido, sobre todo uno tan poderoso como Bakugou.
«O sea que por eso él estaba así hoy», pensó Kirishima, «es un alfa después de todo...». Sintió con tristeza que otra vez la diferencia genética trazaba una línea entre los dos.
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Holis de vuelta, ojalá les guste este capítulo en el que no pasa mucho, pero se profundiza un poquitito más sobre cómo se tratan los genes en la escuela y se da pie a algo que en el futuro jugará un papel muy importante (?)
Como dato random, les comento que cada capítulo tiene como título su equivalente numérico escrito en griego; ya que Alfa, Beta y Omega corresponden a letras griegas pensé que compensaría mi falta de creatividad para los títulos (?)
Estoy muy agradecida con todas las preciosas personitas que le dan una estrellita a los capítulos y estoy el doble de agradecida con las que dejan su comentario interactuando con el fic ❤❤❤
(Yo leyendo sus comentarios y muriendo de felicidad:)
¡¡Gracias por leer, votar y comentar!!
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A B [Boku no Hero Academia - Omegaverse]
RomanceEn un mundo donde héroes y villanos, Alfas y Omegas, conviven día a día, Eijirou intentará conquistar el explosivo corazón de Katsuki mientras intenta entender qué significa estar enamorado de un Alfa obstinado. KiriBaku +18. Omegaverse (no 100% can...