έξι

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Por fin había terminado una de las semanas más agotadoras para los chicos de primer año de Yuuei, podrían salir del campus, ver a sus familias y tomar un merecido descanso. Durante el fin de semana los dormitorios estarían vacíos.

En el comedor, durante el desayuno, todos parecían emocionados por volver a casa y realizar actividades familiares. A pesar de todos los peligros a los que se enfrentaban y las duras pruebas por las que debían pasar, aún eran adolescentes, y muchos de ellos necesitaban todavía un buen abrazo de mamá o papá.

—Mamá dijo que podíamos ir a comer carne hoy y mañana —contaba ansioso, Mineta.

—Nosotros vamos a ir a un concierto —agregó Jirou.

—Yo no tengo planes —continuó Eijirou—, pero estoy seguro de que mi mamá va a cocinar alguno de sus famosos platillos. Viejo, ¡extraño su comida!

—Mi familia y yo iremos a un parque de diversiones acuático —comentó Asui.

De uno u otro modo, nadie podía esperar para volver al añorado hogar. A medida que terminaban de tomar el desayuno, los alumnos se iban despidiendo de sus compañeros, buscaban sus pequeños bolsos para el fin de semana y se retiraban.

Kirishima terminó su comida, se despidió de Mina y Zero, y subió a su habitación. Cuando llegó al pasillo notó que Bakugou estaba allí, recostado junto a su puerta, esperando en silencio. Eijiro se acercó.

—Hola, Bakugou, no te vi en el desayun...

La mirada de Bakugou se clavó en él.

—Hoy no te vayas a casa.

La orden era simple, pero en esas escasas palabras se escondían muchas otras. Kirishima ya había alistado todo para marcharse, pero pudo leer en los ojos de Bakugou eso que no le estaba diciendo.

—Entiendo. Déjame avisar a mi familia.



Durante el mediodía unas nubes oscuras llenaron poco a poco el cielo, y antes del atardecer la lluvia despidió a los últimos alumnos rezagados que abandonaban los dormitorios. Sólo Bakugou y Kirishima permanecían en el ala de los varones.

«Ven». El celular vibró con la llegada del mensaje. Kirishima respiró hondo y entró a la habitación de Bakugou.

—Cierra con llave.



Las luces estaban apagadas, sólo un perezoso brillo lejano que se esforzaba por atravesar la muralla de nubes negras llegaba a iluminar algunos contornos en la penumbra a través de las cortinas de la ventana. El repiqueteo de las gotas de lluvia cayendo sobre el pavimento envolvía todo en un estruendoso silencio. Bajo las sábanas los muchachos se abrazaban con candor, con sólo su ropa interior cubriéndolos de dar el gran paso. Sus manos estaban ocupadas con los miembros del otro, agarrándolos, masajeándolos, jugando entre gemidos.

—Para —dijo Bakugou en un susurro, deteniendo la mano de Kirishima.

Kirishima sabía que los alfas eran más susceptibles a las estimulaciones, pero no quería parar.

—¿Puedo... Hacerlo con mi boca?

—¡Estás loco! Me vas a morder con esos dientes.

—¡No te voy a morder! No es que lo haya hecho antes, pero... Quisiera intentarlo. ¡Prometo que seré cuidadoso!

Bakugou quedó en silencio por un momento y luego apartó las sábanas, quitándose su ropa interior y dejando su miembro erecto al descubierto.

Kirishima lo besó una última vez antes de colocarse entre sus piernas. El pene de Bakugou era una sombra recortada ante la claridad que se colaba por la ventana, y se veía mucho más grande de lo que había imaginado, ciertamente más grande que el suyo. Una duda lo había dejado congelado: ¿Cómo iba meterse todo eso a la boca sin rasparlo con los dientes? Sintió la mirada de Bakugou en la oscuridad y supo que debía comenzar con algo, así que optó por lamer la punta sin llegar a metérselo en la boca.

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⏰ Última actualización: Jan 26, 2020 ⏰

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