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B Á R B A R A;
Mí parte baja comenzó a latir. Mis pantaloncillos se empararon en cuestión de segundos. El bebé está cerca. Me levanté como pude, después de la paliza que recibí. Mis brazos y piernas estaban entumecidos, mí cara o costillas dolían.
—¡Kiara, ayuda. El bebé ya viene!—. Grité con todas mis fuerzas.
El silencio se apoderó de la situación. Nada.
—¡KIARA, AYUDA!—. Imploré, tomando la parte baja de mi gran barriga.
Los pesados pasos se incrustaron en los pasillos, a una velocidad que consideré preocupante.
El rostro demacrado y golpeado de Kiara se dejó ver. Claramente Dylan le tuvo que golpear. Maldito animal.
En cuanto bajó la mirada notó el charco. Alarmada abrió el portón. Jaló rápido de mí brazo, llevándome a algún camino desconocido.
Su respiración estaba agitada, causándole pavor.
Las contracciones se hicieron presentes, haciéndome gemir de molestia una que otra vez.
Los callejones terminaron en unas escaleras, enfrente una puerta, sin candado.
—Vete lo más rápido que puedas. Volverá—. Rogó empujándome.
Entendí al momento sus intenciones. Había arruinado mi vida, y ahora la salvaba.
—¡Lárgate!—. Exclamó, llorando con una sonrisa.
Le murmuré un gracias, para después salir corriendo.
El dolor no cesa, provocando mis pasos lentos.
Un disparo me hace parar el frío.
Kiara.
Sin importar nada, apresuré mis zancadas. Nunca me dí cuenta de cuando empecé a llorar, pero lo estaba haciendo.
Tengo miedo, más de lo que he podido tener en toda mi vida.
Me tiré por entre los arbustos, cubriendo mi cuerpo cansado con las hojas caídas por el otoño.
—¿Dónde te metiste zorra?—. Oí la voz de Dylan cerca, lo suficientemente como para sentirme en peligro de nuevo.—Sé que el bebé viene en camino, ví tú graciosada.
El frío era mortal en esta época, mis pies lo empiezan a comprobar.
—Que lastima que haya tenido que acabar así, ¿No lo crees?. Éramos perfectos juntos.
Su ironía me hacía enojar.
—Lamentablemente Kiara cogía mejor que tú. Sin embargo, ahora que ya está muerta, por cometer la estupidez más grande que haya hecho en su vida de porquería, podrás gozar de sexo sin límites, cariño. De noches eufóricas gritando mi nombre, en las que te penetro como me gusta, en las que siento tus líquidos sobre mí, en las que me aprovecho de tu lixir. En las que te haga sentir la puta que eres.
Estaba aguantando golpe tras golpe. Quería matarlo.
Una presión magníficamente mortal se posicionó en mí partez, empujando fuertemente con mi entrada.
—Ven cor meum. Seamos lo que nunca pudimos ser, hagamos nuestros planes. Mantengamos ésta llama.
Seguía escuchando la sarta de mierda que expulsaba cuando ví a Camila por entre los árboles.
Sus ojos vagaron hasta mí. Ahogó un grito, preocupando a Shawn, quien venía detrás de ella.
Sonreí al hacer contacto visual con él.
—Te encontré.
AMIGOS, YA ESCRIBÍ LA FINAL. PERO COMO SOY CULEY, VOY A DEJARLOS UN POQUITO CON EL SUSPENSO.
