Capítulo 12

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Las siete en punto, pensó Leo al mismo tiempo que jugaba nerviosa con sus manos. Era hora de entrar, ella lo sabía, pero por su cabeza solo pasaba la idea de que todo esto iba a salir mal. Que solo iba a separarse aún más de la de ojos azules.

Pero Daniel le dijo que lo intentara, que hablara con ella aquí, que en este lugar era el único sitio donde Sara le atendería, así que sin pensar más cruzó la puerta del museo.

Segundo piso sala tres, repasó el lugar donde estaba la exposición de la más pequeña, su segunda exposición. Por lo visto la anterior tuvo bastante éxito, así que el museo sin pensarlo mucho le ofreció otra exposición.

Una vez vio la puerta, abrió y cerró repetidamente sus manos intentando quitarse aquel nerviosismo de encima. El museo estaba lleno de gente, amantes de arte en su mayoría pero había también algunas personas vestidas de empresarios.

Hoy era el día que se estrenaba la nueva exposición del mes, así que estaba más lleno de lo normal.

A paso lento caminó hacia la puerta, la miró con cierto miedo pero eso no evitó que la cruzara.

Perfecto, pensó irónicamente intentando abrirse paso entre las personas que se amontonaban a la puerta.

Una vez por fin escapó de la avalancha y entró dentro la habitación pudo observar que no estaba tan abarrotada como parecía desde fuera, y eso le alivió considerablemente. Saber que no tenía que estar constantemente abriéndose camino la aliviaba, al igual que saber que si hacía el ridículo no lo haría delante de mucha gente.

Sus ojos recorrieron toda la sala, estaba llena de fotografías, ahora solo tenía que buscar las suyas.

Caminó mientras se detenía a mirar las fotos que llamaban su atención, no entendía mucho de fotografía pero estaba segura que todas eran de una alta calidad. Anotaba en su agenda los nombres de los autores que más le llamaban la atención al mismo tiempo que revisaba cada una de las placas para ver si eran de la morena.

Sara García, no pudo evitar sonreír cuando vio el pequeño cartel de la pared junto al título de la fotografía, reflejo, después de leer mentalmente el título se echó unos pasos hacia atrás para poder observar la fotografía. Era unas niñas jugando a la pelota a través de un reflejo de un cristal azul.

La escena tan tierna como dos niñas pequeñas sonriendo genuinamente mientras jugaban a la pelota se veía a traves de tonos azules que tenía el cristal donde se veía reflejada la escena. Era una mezcla de sentimientos extraños, alegría y tristeza se fusionaban perfectamente en la foto.

Sus ojos se separaron de la hermosa fotografía que tenía delante suya para pasarla a una mujer que la observaba desde la distancia.

En el momento en que fijo su vista en sus ojos pensó por un segundo que aún estaba observando aquella bella foto.

*****

Sara también estaba nerviosa, había mucha gente, más de la que esperaba. Era su segunda exposición, se sentía como un bebé con pañales, indefensa.

Había hablado con varios fotógrafos que siempre había admirado, cosa que nunca pensó que fuera posible. También intercambio número con un par de personas interesadas en proyectos del futuro.

Su vista recorrió la parte de su exposición, la cual para su sorpresa había resultado un buen trozo de la habitación, eso la había motivado en gran parte. La otra vez sus fotografías apenas ocupaban dos metros de pared. Se detuvo unos segundos en una mujer que observaba atentamente una de sus fotografías. Cabello castaño ondulado, ojos marrones adornados con unas perfectas pestañas largas, labios rosados, nariz respingada y mandíbula marcada. El mismo perfil que habia visto años atrás tantas veces.

¿Que hacía aquí? Se preguntó cuando sus ojos conectaron con los de la abogada, aunque no tardó mucho en desviar la vista a otro lado. Estaba claro que no podía salir de aquí por cuestiones de trabajo, por lo tanto estaba atrapada dentro de esa habitación con Leo Villar.

- Sara- su cuerpo tembló al escuchar su voz tan cerca de ella. Suavemente giró sus ojos hasta encontrarse otra vez con los de ella. Su corazón bombeaba sangre a gran velocidad, su cabeza gritaba que se marchara de allí y su cuerpo solo se quedó estático, mirándola- Felicidades por conseguir otra exposición- habló torpemente Leo, que sentía morirse de la vergüenza.

Adulta, eso era. Se tenía que comportar como una adulta. Ya tenía veinticinco años, no era ninguna adolescente como para no plantarle cara a Leo. Ella podía actuar normal, si, ella debería poder.

- Gracias- contestó provocando mil sensaciones en el cuerpo de la más mayor, si tan solo Sara supiera todo lo que provocaba el Leo con tan solo una palabra estarían en un escenario completamente diferente.

- Yo... quería hablar contigo- se quedó en silencio unos segundos tratando de organizar sus ideas- Quería explicarme, que supieras el motivo de mi no respuesta a tus llamadas- Sara se mordió el labio ¿Tenía que sacar ese tema? No quería escuchar nada sobre eso, quería enterrarlo en lo más profundo de sus recuerdos.

Sus ojos se fijaron otra vez en los de ella, en busca de cualquier cosa para poder negar la petición de la morena, pero por más que buscaba no encontraba nada.

- Cinco minutos, tienes cinco minutos- habló con seguridad en si misma, si algo había aprendido Sara es que no podía flaquear delante de Leo. Tenía que mantenerse fuerte.

La abogada no pudo evitar sonreir genuinamente al escuchar aquellas palabras de la fotógrafa. Tenía una oportunidad y no la iba a desperdiciar.

- Me cambié el número, perdí mi teléfono y me cambié de numero. Estaba toda la semana de examenes y no pude ir a tu casa y cuando fui a verte te habías mudado y no podía contactarme contigo. Créeme que en ningún momento te ignoré, como iba a ignorarte si estaba enamorada de ti hasta la médula- aquella confesión que se le escapó a Leo hizo que el cuerpo de Sara temblara y que la de ojos marrones se pusiera más nerviosa de lo que ya estaba- Yo... solo quería decirte eso, en ningún momento pensé en hacerte daño y sigo sin querer hacértelo. No quería que tuvieras una imagen equivocada de mi.

El silencio hizo acto de presencia en la conversación de ambas mujeres. Sara estaba reflexionando, buscando alguna señal de que la mayor la estaba mintiendo, pero no encontró nada. Leo solo esperaba impacientemente una respuesta de la ojiazul, una señal para poder relajarse. Pero el silencio de Sara solo la desesperaba más.

- Amigas- dijo en un suspiro la fotógrafa al mismo tiempo que extendía la mano hacia Leo.

Ella no quería ser su amiga, eso no era suficiente, pero le pareció un buen comienzo así que tomó la mano de Sara y sonrió.

- Gracias por perdonarme- sonrió la abogada haciendo que involuntariamente la fotografa también sonriera.

- No había nada que perdonar- se encogió de hombros- Voy a saludar a los demás invitados. Nos vemos.

- Nos vemos- Leo sonrio aún más después de repetir esas palabras. Iban a volver a verse ¿No? Si, ella había dicho nos vemos.

Y al final, Leo se quedo con la idea de la nueva promesa de verse con la más pequeña.

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Destino, te odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora