Capítulo 18

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Leo caminaba nerviosa de un lado a otro. El salir corriendo de la oficina había hecho que llegara demasiado pronto.

- Leo- pero por lo visto no era la única que había salido corriendo para llegar temprano. La abogada se giró hacía la fotógrafa y sin poder evitarlo sonrió.

- Buenas tardes- saludó dando un paso hacia Sara. Por su lado, la más pequeña se quedó mirando el rostro de la mujer que tenía enfrente de ella. Las ojeras de Leo eran visibles desde quilómetros de distancia y el color pálido de su piel no ayudaba mucho a mejorar su imagen. Además de que su voz sonaba cansada, Ya se lo había parecido en la llamada pero en persona se hacía mucho mas evidente.

- ¿Te encuentras bien?- preguntó Sara preocupada después de analizar a la abogada unos segundos. Leo solo sonrió y dejó un beso en la mejilla de la ojiazul.

- Estoy bien, solo trabajo bastante- Sara recordó que más de una vez había utilizado el trabajo como excusa para su aspecto cansado ¿Trabajaría en exceso?- ¿Vamos dentro y nos tomamos algo?

- Si, claro- Sara volvió a sonreír antes de seguir a Leo al interior de la cafetería y tomar asiento. Ambas se observaron un par de segundos, buscando algún tema de conversación que no fuera incómodo, pero los pensamientos de las dos terminaban siempre en el mismo sitio, el beso que compartieron hace una semana y que ninguna era capaz de nombrar. Mas que dos adultas parecían dos adolescentes.

- ¿Sueles venir a menudo a este lugar?- se armó de valor Leo para iniciar una conversación. Nunca antes le había costado hablar tanto con una chica.

- A veces. Es tranquilo y aparte un amigo mío trabaja aquí- Leo observó los ojos de Sara- De hecho tu lo conoces. Es el del juicio- Leo frunció el ceño. No le gustó ese chico y la razón era obvia, parecía realmente cercano a la pequeña.

- Mmh- Sara observó a la abogada unos segundos. Pensaba que la abogada iba a continuarle la conversación, pero después de nombrar a su amigo solo se calló ¿Había hecho algo mal?- ¿Es tu novio?- se atrevió a preguntar Leo con el corazón en la mano por si decía que si.

- ¿Qué? ¿Carlos mi novio? Te estás escuchando la idiotez que estás diciendo- dijo Sara mientras reía- No tengo pareja, pero si me gusta bastante alguien- aseguró mirando directamente a los ojos de la abogada, para que le quedara bien claro de que estaba libre y solo tenía intención de salir con una persona y que esa era ella, porque por eso se había armado de valor minutos atrás para pulsar el botón de llamar. Con casi un ataque al corazón y los dedos temblados había pulsado aquel botón ya hacia mas de media hora.

- ¿Qué queréis para tomar?

- Yo una Coca-Cola y un cruasán- pidió Sara dejando de mirar los ojos de la abogada y ver al camarero.

- ¿Y usted?- preguntó el chico a Leo que aún miraba interrogante a Sara.

- Una Sprite y una napolitana, por favor- pidió sin despegar en ningún momento los ojos de la mas pequeña. El silencio se adueñó de la mesa cuando el camarero se marchó- ¿Tu hermano sigue viviendo en tu casa?

- Si, pero en una semana se va a mudar a un pequeño apartamento cerca del centro.

- A Lucas no le tiene que gusta la idea- afirmó sabiendo de sobra lo encariñado que estaba el pequeño con su tía.

- A decir verdad no. Pero el ya sabía que solo estaba temporalmente.

- Me alegro de que todo esté empezando a funcionar- Sara observó unos segundos a la más mayor en silencio antes de suspirar.

La comida continuó bastante tranquila, no hablaron sobre el beso que compartieron en la discoteca, pero en todo momento estuvo presente en las cabezas de ambas.

- Esta sonando un teléfono- rápidamente Leo buscó en su bolso. Era el suyo- ¿Si? ¿Ahora?- Sara observaba atenta la conversación de la más mayor con a saber quien- Lo siento pero ahora mismo no puedo ir. Ya he terminado de trabajar por hoy- Sara sonrió al escuchar esas palabras salir de la abogada- Si, nos vemos.

- ¿Tanto trabajo tienes ni para que te dejen descansar un rato?- Leo rio ante la pregunta de Sara. Estaba claro que ella no sabía del ultimátum que le habían hecho sus jefes y era mejor que se quedara así.

- Digamos que soy una abogada muy solicitada- coqueteó la de ojos marrones mientras le guiñaba un ojo- Voy a pagar- Sara fue a reclamarle, a decirle que no hacía falta que pagara pero fue demasiado tarde, Leo ya estaba en la caja.

- ¿Vamos a dar una vuelta?- preguntó la fotógrafa cuando volvió. Ante la afirmativa de la más mayor ambas salieron de la cafetería, pensando en como hablar sobre la noche pasada sin sentirse nerviosas.

- Creo que tu y yo tenemos algo que hablar- susurró Leo mientras caminaba al lado de Sara. Inmediatamente el rostro de la ojiazul se volvió rojo brillante, sabiendo cual era el tema que la abogada quería hablar.

- Si es por el beso, de verdad lo siento. No iba en mis cinco sentidos y mi cuerpo actuó por si mismo- Leo no pudo evitar sonreír al ver lo avergonzada que lucía la fotógrafa.

- No quería que te disculparas, solo que supieras que me debes un beso- la más pequeña sintió como su corazón latía más fuerte ante su confesión y ante la atenta mirada de la morena bajó la vista completamente avergonzada.

La mano de Leo se deslizó por la mejilla de Sara, haciendo que esta cerrara los ojos ante la suave caricia y sus pies se quedaran anclados al suelo. Sintió como su dedo pulgar recorría su rostro y después los pasaba por encima de sus labios. Un pequeño suspiro se escapó de su boca.

- Leo- susurró Sara cuando sintió el aliento de la mayor encima de su rostro. Pero para su desgracia los labios de Leo no fueron a parar encima de los suyos, si no que le dejó un suave y delicado beso en la nariz.

- No me voy a tomar mi beso aún- dijo observando los ojos azules de Sara, que la miraban dulcemente- Me lo quedaré un tiempo más- la fotógrafa solo atinó a asentir, ya deseando que fuera el momento en el que Leo se cobrará su beso.

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Destino, te odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora