A pocos metros del cruce que conducía a su lujoso cortijo, el mayor de los hermanos Lacunza Mendoza tiró de las riendas de su caballo para detenerse, girándose hacia los otros dos.
- Debo ir al Aprendiz para comprobar que todo esté en orden. - Natalia rodó los ojos, pero prefirió no decir nada. Sabía perfectamente que lo que Alfonso iba a comprobar era que su empleada estrella siguiera acatando sus viles órdenes sin rechistar -. Volved a casa.
Y, sin añadir nada más, espoleó a su montura para tomar el desvío de la derecha, sujetándose el gorro vaquero para no perderlo en la potente cabalgada, dejando una nube de polvo a su paso. La joven vaquera se disponía a retomar la marcha, pero Davuco la agarró del antebrazo. Tenía otros planes.
- Hermana, necesito que me acompañes - pidió, erguido con porte altanero.
- ¿Qué tramas?
- Necesito de tus habilidades con la guitarra. Es importante.
Natalia sabía perfectamente por dónde iban los tiros.
- Otra vez no, Davuco. ¿Cuándo vas a parar de utilizarme para conseguir a tus conquistas? – protestó.
- No es una moza cualquiera, hermana. Es... - se llevó una mano al pecho, aportando dramatismo a sus palabras - altanera, preciosa y orgullosa. Además, ¿acaso tienes algo mejor que hacer?
De hecho, sí lo tenía. El rostro de la joven vaquera adquirió un leve rubor que su hermano no pudo ver debido a la oscuridad. Tenía pensado tumbarse en la cama durante horas a rememorar lo que había acontecido minutos antes en el karaoke. Imaginar el color de sus ojos, recrearse en el mejor trasero que había visto jamás... Era evidente que no pensaba contarle aquello.
- Está bien - aceptó a regañadientes -. ¿Pero acaso tienes tú una guitarra que pueda sernos de ayuda? - Se cruzó de brazos, esperando obtener una negativa que le permitiera volver a casa y así dar rienda suelta a que la palomita sobrevolara sus pensamientos.
Dave se inclinó hacia el lado derecho de su caballo, sacando de una de las alforjas una pequeña guitarra que parecía de juguete y provocando que Natalia abriera mucho los ojos con asombro
- ¿Cómo has metido...?
- No preguntes. En Marcha.
Antes de que pudiera reaccionar, el más joven de los Lacunza Mendoza había arreado a su caballo con ganas, sacándole varios metros de distancia. Siendo la mejor vaquera de toda la comarca imitó el gesto de su hermano con cierto pique, dispuesta a hacerle comer el polvo en el trayecto.
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- Soooooo - gritó Natalia mientras tiraba de las riendas para detener el caballo.
Una vez más, había conseguido vencer a su hermano en carrera. Podrá presumir de lo bueno que es delante de las chicas, pero sabe que yo soy mejor, se felicitó a sí misma, descendiendo con elegancia. La luna estaba especialmente brillante aquella noche, lo que le permitió divisar a su hermano con facilidad en la polvareda.
- ¿Quién es la afortunada chica beneficiada de tu galantería esta noche? - preguntó con evidente burla. Davuco ignoró el comentario y sacó la guitarra, tendiéndosela con ceremonia.
- Noelia Reche de la Blanca Paloma - aclaró, carraspeando suavemente mientras se dirigía a una de las ventanas de la enormísima vivienda en la que se habían detenido.
Por las herraduras de mi mejor caballo. Este idiota nos ha traído directos a la boca del lobo. Bueno, al buche de la paloma... Es igual.
- ¡Pssss! - chistó Dave.
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Pasión de Gavilanas // Albalia
HumorLas familias de la Blanca Paloma y Lacunza Mendoza se disputan el control de los chiringuitos y karaokes de la costa andaluza. El odio que sienten por sus rivales comenzará a disiparse cuando el amor empiece a florecer. O a volar como una pequeña pa...