II

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―Uuuugh~

― ¿Mmh?

―Aaaghhh~

―Vene-chan... ¿Podrías callarte?―balbuceó el japonés adormilado pegándole un leve manotazo en su cara.

―Au.

Después de esa queja, el asiático esperó un rato a ver si se atrevía a volver a hacer ruido.

Nada.

Al fin estaba devuelta el tan ansiado silencio.

No tiene mucha paciencia cuando lo despiertan temprano y como no, si eran las 8 de la mañana y ya Venezuela estaba soltando alaridos quien sabe por qué.

Ya cuando estaba a punto de cerrar los ojos, oyó un grito seguido de un extraño crujido que lo asustó:

― ¡VERGACIÓN!

― ¡Ya Cállate!―gritó Japón levantándose levemente de golpe y girando su cabeza para verlo.

Miró raro al venezolano. Éste estaba boca abajo con las piernas estiradas como una tijera abierta y con la espalda doblada a un lado. Una posición muy extraña para dormir si le preguntaran a él.

Parecía que se había caído de un tercer piso o algo por el estilo.

― ¡MANO AYUDAME QUE ME DIO UN MARDITO CALAMBRE Y NO ME PUEDO MOVER!―exasperó el tricolor. Hace unos minutos no quería despertar al asiático para así solucionar las cosas por su cuenta, pero ya que lo había hecho necesitaba que lo auxiliara. Le dolía como los mil demonios― ¡AYUDAA!

No era médico, pero ese crujido que provino de su espalda no había sonado normal.

Japón soltó un suspiro cansado para luego levantarse por completo y sentarse encima de su amigo―. ¿Estabas haciendo yoga o algo por el estilo?―preguntó sarcástico a la vez que movía con suavidad su espalda con masajes leves.

― ¡Mierda! ¡Más lento que me duele, animal!

―No seas llorón Vene-chan, eso te pasa por contorsionista.―se burló―. Ahora, sentirás un poco de dolor.―avisó cerrándole las piernas para así poder estar mejor posicionado sobre él.

―Despacio. No lo vayas a hacer de coñazo.―lo vio de reojo temeroso.

―Tranquilo, lo haré a la cuenta de 3 ¿Hai?―sonrió para transmitirle confianza recibiendo un asentimiento de cabeza―. 1... ¡2! ―alzó su espalda y la estiró con fuerza hacia arriba doblándola.

Dejando que soltara un muy alto y largo «Crack» de sus huesos.

― ¡AAAYYY ¿TE PICA ESE CULO?!―aulló de dolor Venezuela con lagrimitas en los ojos―. ¡HABÍAS DICHO HASTA TRES MAMAGUEVO!

Si el japonés no estuviera sobre sí mismo, ya le hubiera metido un golpe por jugar así con su confianza.

Japón le acariciaba la cabeza para tranquilizarlo―. Ya, ya. Ya pasó ¿Te sientes bien ahora?―se acercó un poco a su cara para ver mejor su expresión.

―Pues... sí, gracias.―confesó aliviado el venezolano―. Pero si te bajaras de encima... No sé, creo que me sentiría mejor marico.

Parpadeó seguidamente confundido hasta que fijó su vista hacia abajo―. ¡Ah! Gomen'nasai Vene-chan.―se paró y se sentó en su futón que estaba al lado del suyo.

―Es culpa de los futones estos de mierda.―exclamó golpeándolos como forma de desquitarse.

Ayer en la noche, cuando ya era momento de descansar, Japón no quería dejar dormir solo a Venezuela en el sofá-cama de la sala (ya que no tenía habitaciones para visitantes). Le parecía inapropiado. Así que propuso hacer como una especie de "pijamada" con el venezolano durmiendo en el sofá y él en un futón. Pero claro, tan pajuo como siempre era, Venezuela se negó y decidieron ambos dormir cada uno en un futón.

i don't give a fuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora