IV

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Mientras dormía calmadamente, Japón sintió un hormigueo en su cuello junto la sensación del colchón hundido.

Abriendo los ojos con pereza, descubrió a Venezuela sobre él con las manos en su cuello y las rodillas apoyadas en la cama a cada lado de su cuerpo, suponía que era para que no cargara con su peso y así no se diera cuenta.

―Momento intimo full pana―avisó el venezolano con una sonrisa entre nerviosa y avergonzada, levantando las manos para enseñar que no tenía nada malo. No sabía muy bien que decir, lo que estaba intentando hacer era obvio para cualquiera. O al menos eso pensaba―. Ehm... ¿Sabías que hablas dormido? Jeje, que loco.―dijo tratando de menguar la situación, porque... Que despiertes y descubres a alguien sobre ti no es algo muy agradable... Y menos si ese alguien intenta tomar tu cuello.

Parecía que hoy al japonés se le dio por tener un sueño ligero pues, en su primer intento lo capturó infraganti tratando de quitarle su collar con la llave de manera cuidadosa.

― ¿Qué estás haciendo?―preguntó el asiático en tono calmado pero ronco debido a la resequedad de su garganta.

Sin que Japón tuviera tal intención, para Venezuela dicha pregunta se volvió atemorizante cuando notó la seriedad que se vislumbraba en sus ojos rasgados recién despiertos... Aunque la realidad era que el japonés tenía esa mirada porque aún no se acostumbraba a la intensa luz solar que se filtraba por su ventana.

Cuánto se arrepentía de no haber cerrado las cortinas anoche.

―Estabas en una prueba chamo. Actuaste muy lento, si fuera un asesino por lo menos estarías consciente de quién te mató.―respondió firme el sudamericano, con sus manos ahora posadas en los hombros del menor. 

Honestamente, ni él mismo sabía porque dijo esa mentira tan pobre.

« ¿Y me hago llamar "mentiroso"? Naguevona de embuste.»―Pensó sintiendo una ola de decepción sobre él mismo.

Sin estar consciente de lo que ocurría en la mente de Venezuela, Japón asintió con la cabeza de manera lenta―. Wakatta...―susurro en entendimiento sin creerle nada pero también sin los ánimos para discutir.

Se hizo un silencio entre ambos mientras lo rodeaba un ambiente extraño. Y era raro porque el japonés dormía con una ligera yukata semi-abierta (sin importarle nada que estaba en invierno) estando justamente el venezolano en shorts sobre su torso tocándole todavía los hombros al no saber en dónde descansar sus manos para que se vea menos "homo".

―Vene-chan.―llamó el asiático todavía viéndolo con parsimonia.

―Dígalo mano.

― ¿Por qué no te bajas?

Ante esa pregunta, el de estrellas reaccionó y se dispuso a levantarse, pero solo provocó que su peso por fin cayera en el estómago del asiático.

―Ah... Parece que...―Venezuela vio a otro lado con un pequeño sonrojo en sus mejillas―. Mispiernasnosemueven.―murmuró rápido e inentendible.

Japón inclinó la cabeza dudoso―. ¿Nani?

―Bueno chamo, quenopuedomovermispiernas.―repitió todavía incomprensible.

El japonés suspiró―. Vene-chan, no te entiendo nada. Dilo más claro y lento por favor.

― ¡Coño, que mis piernas no se mueven!―confesó el chocolatero con el sonrojo más intenso en sus mejillas y el ceño fruncido.

Le daba vergüenza tener que admitir esas cosas, pero ahora aceptaba que necesitaba un poco de ayuda.

En realidad, la cosa era que él se despertó (otra vez por el cambio de horario al que no estaba acostumbrado) muy temprano, y después de responder a todos los mensajes que había dejado para más tarde, se aburrió y recordó que ahora tenía menos tiempo para tomar la llave. Así que, ni corto ni perezoso, aprovechando que se sentía al máximo, se levantó del futón en donde dormía y se adentró al cuarto de Japón para quitárselo mientras dormía.

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2019 ⏰

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