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Conforme fuimos avanzando fui olvidando las preguntas.

Recorrimos gran parte de la ciudad y después pasamos por el bosque y por unas pequeñas colinas la vista y la suave brisa que acariciaba nuestros cuerpos me mantenía sumido en un estado tranquilo disfrutando del cómodo clima.

No debí de bajar la guardia.

La sorpresiva sensación de un peso abalanzándose sobre mi cuerpo y empujándome hacia el suelo me hicieron aterrizar.

A manos del leñador, al caer ambos rodamos por el suave y corto pasto acompañado por las risas del guardián, el cual se sujetaba firmemente de mi espalda aferrándose a mi cuerpo.

La caída no fue brusca mucho menos el camino, sin embargo fue tan rápido que no pude asimilar bien lo sucedido, mi mente se quedó en blanco hasta aterrizar.

Canadá se encontraba sobre mí con su cabeza apoyada en mi hombro izquierdo, su risita llamo mi atención era suave e infantil, él era el que más se divertía.

Se incorporó lentamente, al hacerlo sin querer nuestras narices rozaron de arriba abajo. Me observó a los ojos, sin perder su delicada sonrisa como si esperara una respuesta de mi parte, la cual no tenía gracias al impacto.

Nos observamos unos segundos no sabía que hacer, tratar de quitarlo por mi cuenta sería en vano, pues no tengo la fuerza suficiente.

Canadá me quitó mi pañuelo el cual mantengo fielmente amarrado a mi cuello para después echarse a correr burlándose infantil, sin pensarlo lo perseguí, su comportamiento me parecía tan adorable que era imposible no prestarle atención.

La euforia y adrenalina en mi interior hacia que disfrutará mucho más el recorrido, me hacía reír igualmente.

El correr libremente entre la vegetación me hacía recordar a cuando era pequeño y solía importante poco si salía lastimado o si papá me regañaba, incluso si mantenía asuntos importantes que atender, lo hacia por placer, por diversión, por vivir.

De vez en cuando se me perdía de vista y volvía a aparecer, escalaba los árboles, se escondía entre las piedras y en las cuevas, era como si se fundiera con el bosque dejándome solo, y cuando tenía miedo y me encontraba atrapado entre la oscuridad y la profundidad él salía detrás de mi, tocaba mi hombro y volvía a provocarme.

Sus tonterías me hacían sonreír abiertamente y sentir felicidad como hace mucho no lo sentía.

Me hacías sentir con vida.

Dios, ¿Porqué había olvidado esto?

He estado tan ocupado en mi trabajo, todos los días en la misma rutina agotadora, estresante y aburrida que había olvidado la sensación.

Llegamos al centro del bosque, Canadá se lanzó a un montículo de hojas de Arce, yo me arroje a su lado justo en el mismo, nos detuvimos a descansar, a pesar de estar agitado y con mis pulmones buscando apresuradamente el aire, no podía parar de reír.

Pero no era el único que lo hacía, estaba siendo acompañado de la tierna risa del leñador.

Él fue el primero en moverse, se veía más recuperado, se acercó a mí y colocó el pañuelo devuelva a mi cuello.

Un Lugar Sin Nombre (CanMex, CountryHumans) (Songfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora