El viento es lo único que se escucha en todo el granero mientras sus ojos ámbar se clavan en mi mirada.
-¿Disculpa? -una risa nerviosa se me escapa- no soy un asesino y tampoco los dioses, ninguno, me ha dado una oportunidad.
Ella no me responde, se limita a desviar su mirada unos centímetros a lado de mi cara y la sigo.
-¡Por un carajo!
El salto del susto me choca contra la pared del granero cuando me encuentro con otros ojos azules llameantes. Una sombra pequeña sale de mi lunar como si una columna de humo se tratase, su aspecto es suave, la base es de color más claro y sube de tono hasta ser hollín oscuro alrededor de los ojos.
La chica se levanta para tomar un saco de viaje escondido entre la paja.
-Bueno, fue un error que entraras por esa puerta en el momento equivocado pero al menos ganaste el favor de los dioses de la muerte.
Lo dice todo de una manera tan sencilla que pareciera me está explicando el precio de la fruta o de una prenda.
-En realidad será tu protector. -una voz femenina me saca del trance.
Como si de cámara lenta se tratara observo la sombra de mi lunar mirándome curiosa.
-¿Qué? -las palabras que dice me transmite calma a pesar de los ojos de fogata.
-No, ni hablar, no necesito una niñera.
Al alzar la vista la sombra grande con aspecto de búho discute en voz baja con la bruja o lo que sea; no alcanzo a escuchar lo que dicen, sólo que su lenguaje corporal la hace denotar preocupada a la vez que enojada.
-Ejem... No es de buena educación escuchar conversaciones ajenas.
Intento sonreír pero mi boca sólo hace una mueca apenada.
-¿Debería decir lo siento, ehm, diosa?
La sombra se ríe produciendo un sonido parecido a un eco.
-No, no, yo no soy la diosa, soy una humilde mensajera que estará en contacto con los dioses cuando quieras hablarles, yo les comunicaré tus deseos directamente, desde ahora tu trabajo...
Murmullo por lo bajo un "lo dudo" pero ella parece pasarlo por alto mientras sigue hablando sin percatarse de mi atención ausente; la bruja es extraña, su ropa es toda holgada con varios remiendos; usa un pantalón de lana que apenas le queda de largo y su capa parece más la de un indigente.
-...un protector debe cuidar a los sacerdotes...
-¿Protector, sacerdotes? -me exalto al escuchar esas palabras- no, no; la religión y yo no nos llevamos.
-No es que tengas opción Qaran -su aspecto se vuelve serio y sombrío- de ahora en adelante deberás cuidar a la última sacerdotisa de los dioses o cada vez que ella sienta dolor tú sufrirás el doble gracias a la marca, sólo debes acompañarla hasta que nosotros no seamos olvidados.
-Vale, vale, ya lo entiendo. No tengo forma de negarme -digo pesadamente- entonces debo cuidar a esta bru-...¡sacerdotisa! hasta que encuentre a alguien a quien transmitirle sus conocimientos.
Sonrío de un sólo costado.
-Y pensar que iba a ser guardia del emperador y he terminado aquí hasta quién sabe cuando.
-Su primera parada será en la Cordillera de Serdín, ahí he encontrado al primer candidato -la voz tranquila de la sombra me saca de mis pensamientos.
-¿¡Qué!? -palidezco y me quejo gritando- ¡Pero eso está muy lejos moriremos congelados!
-Nada que la escolta del emperador no pueda cumplir ¿o sí? Ah, cierto... -sus ojitos se vuelven picaros y traviesos- ...se me olvidaba, tuuuuuu no podrás morir.
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Ser quien sirve a la muerte.
Science FictionSokar y Sokaris lo han perdido todo, sus templos, sus sacerdotes, la gente que los adoraba y creía en ellos dejándolos al borde de desaparecer incluso siendo dioses. ¿La causa? Los sacerdotes de otros les han dicho a las personas que siendo dioses d...