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— Se ve bien la camisa — elogió Billy mirando a su amigo desde la cama.

— Cómo dices eso cuando sólo ves a tu cuaderno?

Hal miró por el reflejo de su espejo al ojiverde quien escribía en su cuaderno. El menor dejó a un lado las cosas y fijo su vista en el Jordan.

— No siempre tenía mi vista en la tonta redacción que hago — comentó y se sentó en la orilla de la cama —. A qué hora llegaría Barry?

— En menos de cinco minutos debería estar aquí — contestó el castaño —. Espero que Carol no se dé cuenta de que cerramos temprano.

— Si no, estaremos muertos y vetados — hizo una mueca el menor y negó rápidamente —. No es como si quisiera hacerlo pero-¡AY NO!

— ¿Qué? — lo miró alarmado Hal al ver cómo este se levantó rápido de la cama —. ¿Qué sucede?

— Olvide mi teléfono — mordió su labio nervioso y el castaño alzó su ceja —. Y bueno...no pude hablar con Freddy.

— Toma mi teléfono y habla con él.

— No me sé el número — confesó el menor haciendo que este soltara una risa y negó —. Oh vamos, a ti se te olvida nuestros cumpleaños — hizo un puchero el ojiverde.

— Pero lo tengo en los calendarios para que no pase nuevamente — sonrió Hal —. No es para que te pongas así, Rayito.

Billy iba a hablar pero el sonido de alguien tocando la puerta hizo que ambos se miraran y arreglaran rápido su ropa para salir.

El ojiverde abrió la puerta y se encontró a Barry con su sonrisa plasmada en el rostro.

— ¿Listos? — preguntó el rubio.

— Nacimos listos, qué es lo que esperas? — interrumpió Hal tomando su chamarra de cuero y pasó el brazo sobre los hombros del menor —. Andando, que mi cuerpo necesita algo de alcohol.

Barry asintió emocionado para hacerse un lado y que sus amigos salieran de ahí, Hal cerró la puerta y comenzaron a caminar para pedir un taxi.

Billy miró a sus dos amigos que comenzaron a discutir sobre quién debía ir de copiloto y quien en la parte de atrás, el menor rodó los ojos y empujó a Barry para entrar adelante de copiloto.

— Los dos irán atrás — soltó el ojiverde poniéndose el cinturón de seguridad, llevándose la mirada de impresión de sus amigos.

Barry y Hal se miraron y asintieron sentándose atrás. El camino comenzaron a hablar sobre el cómo deberían evitar que uno de ellos hiciera algo que no debe. Ayudar si uno se pone más ebrio y sacarlo antes de que haga una locura.

— Yo le apuesto a Barry que hará todo lo que evitaremos — habló Hal y Billy asintió apoyándolo.

Barry los miró indignado:— Son malos, me rompieron el corazón.

— Pero es mejor eso que a otra cosa — le guiño el ojo el castaño.

— Y cómo le va señor? Veo que no hay tráfico — Billy habló con el taxista para evitar escuchar la charla de sus dos amigos.

Cuando aparco el taxi, los tres chicos salieron del auto y miraron aquella Mansión Queen donde muchas personas entraban y salían en un estado de ebriedad, riendo o jalándose.

— Excelente — sonrió Hal —. Este lugar tiene de todo.

Barry le pago al taxista y miró a sus amigos:— Bueno...deberíamos entrar.

Bruce Wayne Donde viven las historias. Descúbrelo ahora