Ya había pasado mucho tiempo desde que Nam estaba en ese hospital y ahora que era el último día no sabía cómo enfrentaría al mundo de nuevo sin poder haber logrado el objetivo de recordar.
Algunos lo llamaban loco, otros le daban nombres cientificos a lo que tenía y que según lo hacía como un método de defensa para no enfrentar las cosas pero el sabía que no era verdad y que luchaba día a día por recordar lo que había pasado aquel día pero no podía.
Lo había intentado tanto que ya se había dado por vencido y entonces ahora se había dicho así mismo que seguiría su vida sin pensar en el pasado y así lo hizo.
Seis meses estuvo en coma y luego otros nueve meses en recuperación y terapia y al fin ese día salía de allí totalmente renovado.
No recordaba nisiquiera a su familia ni a que se dedicaba hasta antes de su accidente pero comenzó a explorar en la fotografía y en eso trabajó.
Luego de vivir un tiempo con su hermano decidió mudarse a su casa ya que comenzó a tener problemas con él debido a que Nam tenía constantes sueños sobre el accidente y a veces sufría ataques de angustia y en vez de Hoseok ser una ayuda se estaba volviendo un problema más así que se fué de allí.
Los sueños vagos seguían, los recuerdos de su infancia y de su adolescencia comenzaron a llegar haciendo que el poco a poco fuera juntando todo como un rompecabezas.
La vida estaba siendo buena pero siempre había un vacío que no podía explicar. Siempre seguía ese sentimiento de angustia y por más que buscara respuestas no encontraba nada.
Sus padres y su hermano Hoseok se habían encargado de guardar todo lo que tenía que ver con ese chico con el que habia estado y así como también los detalles de ese accidente en el cual había perdido la memoria.
Nam rebuscaba en su casa, rebuscaba también en su mente pero nada pasaba, nada tenía respuesta pero todo cambiaría aquella noche cuando vería a Seokjin.
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Seokjin era pintor y a las afueras de Seoul tenía un estudio donde a veces iba por mucho tiempo hacer sus obras y parecía que ahora había estado más tiempo del habitual porque nisiquiera el mismo podía recordar exactamente cuanto tiempo hacía que no estaba en casa.
Aquella noche después de trabajar Seokjin entró a su casa y como siempre lo primero que hizo fué ir a la habitación de sus padres para ver como estaban. Ambos estaban durmiendo abrazados y en la habitación de al lado estaba su hermano Yoongi quien ya no estaba como el lo recordaba.
— Que grande estás... –dijo bajito.
Dió la última mirada a sus padres y sonrió al verlos, la verdad no sabía cuanto tiempo había estado fuera pero estaba seguro de que a la mañana siguiente cuando lo vieran en casa todos estarían felices y con ese pensamiento fué hasta su habitación la cual al abrirla se dió cuenta de que ya no tenía ni su cama ni sus muebles si no que ahora parecía ser una sala de estudios llena de libros.
— ¿Que hicieron con mi habitación?
Caminó dentro y comenzó a mover las cosas sin entender porque sus padres habían hecho aquello.
El gato entró a la habitación y le regaló un maullido mientras que rosaba su pierna.— Garfield... –dijo poniéndose en cunclillas y acariciandolo.
De pronto Jin escuchó unos pasos por el corredor y se giró, eran sus padres que se habían levantado al escuchar ruidos.
— Ten cuidado puede ser un ladrón – dijo su madre caminando detrás de su marido.
— Garfield son ellos, morirán de impresión al verme. – dijo bajito y sonriendo.
— Sshh ve a la pieza – dijo el hombre quien sostenía un bate entre sus manos dispuesto a pegarle a quien fuera que estuviera ahí. — ¿Yoongi eres tú? –preguntó pensando que podía ser su hijo menor.