Levantando el mentón y cuadrando los hombros, Kuroko entró en el restaurante intentando parecer calmado y decidido ¿Lo consiguió? Lo dudaba mucho. En cuanto vio a sus antiguos amigos, su corazón se saltó un latido y su estómago pareció dar un giro de 180 grados. Mientras caminaban hacia allí, había repasado mil y una veces lo que haría al llegar, qué podría pasar, qué reacciones habría... De forma que, en un principio, su intención había sido ser el último en entrar, así la elección de dónde sentarse no caería sobre él.
Porque siendo sinceros, si fuese por Kuroko se sentaría en la mesa más apartada del restaurante él solo.
Pero sabía que eso era una cobardía, tenía miedo y, bueno, era algo normal. Sin embargo, estaba ahí esa noche porque quería evitar seguir asustado. No podía dejarse llevar. Ocho años atrás, lo había hecho, había dejado que el miedo lo condujese lo más lejos posible, y aunque el resultado no había sido malo, se marchó de Japón sin despedirse, sin ni siquiera dar una razón y ahora sabía que no había sido lo adecuado. Y esa noche esperaba que la comunicación volviese a fluir como antaño, quería recuperar a sus amigos, a aquellos que una vez consideró familia.
Y por todo esto, fue el primero entrar y decidió sentarse al lado de Aomine —quien ya conocía su historia—, con Arni a su otro lado y Akashi y Furihata delante. Al principio, una extraña atmosfera se instauró en la mesa, hablaban entre ellos de forma ligera y alegre, se reían, pero una extraña tensión reinaba en el ambiente.
— Bueno...— Comenzó a hablar Kuroko llamando la atención del resto, mientras se levantaba de su asiento, sosteniendo una copa. No sabía muy bien cómo expresar lo que quería decir, estaba tan nervioso que le temblaban hasta las piernas y sentía su rostro enrojecer por segundos. — Yo... Estamos aquí... — Inesperadamente notó como Arni le acariciaba la pierna, infundiéndole ánimos. — Ya sé que todos saben por qué estamos aquí. Sin embargo, me gustaría que por un momento brindáramos, no solo para celebrar el futuro matrimonio de estas personas tan inmensamente increíbles, sino también por nosotros. Quizá no soy el más adecuado para decir esto, pero... El pasado no se puede borrar, las cosas malas, los problemas...las discusiones, — Añadió mirando a Daiki. — No se pueden hacer desaparecer. Pero, también creo, aunque hace poco que lo he descubierto... Que no deberíamos dejar que estas cosas opaquen lo bueno, los buenos recuerdos, las buenas personas... Por eso hoy quiero brindar por vosotros — Acabó, haciendo un gesto hacia el futuro matrimonio—, por nosotros y por el futuro que tengamos juntos.
— Por nosotros— Contestaron todos mientras alzaban sus copas.
Cuando acabó el brindis se sentó, dejando escapar un suspiro de alivio.
— Ha estado muy bien, Tetsu, relájate. No sabía que podías hablar así. — Añadió Aomine, mirándolo con media sonrisa y la ceja ligeramente alzada.
— "Sexy... mierda, este hombre es muy sexy..."— Pensó Kuroko. Quizá era la tensión, o quizá que hacía mucho que no tenía una relación puramente física con alguien, pero su mente comenzó a divagar y se olvidó por completo de contestar.
— ¿Tetsu? — Intentó llamar su atención, fracasando por completo.
— ¿EH? — Escuchó sin embargo, desde el otro lado de la mesa. — Con que Tetsu ¿eh? — Apartando la cabeza de Tetsuya, que le impedía ver, Arni se asomó buscando captar la atención de Daiki. — Mucho gusto, mi nombre es Arnold, aunque todos me llaman Arni ¿tú debes de ser Aomine Daiki, no? — El moreno miró fijamente la mano que este le tendía, sintiendo que, aunque su actitud fuera amable y juguetona, su mirada era la de alguien en guardia y dispuesto a atacar.
— Sí... — Contestó, sin poder apartar la vista de la mano del noruego, alegremente posada en la pierna de Kuroko. —
— Eh, sí, este es Arni, es un buen amigo...— Volvió en si Tetsuya— Nos conocimos cuando me mudé y bueno, nos hicimos amigos pronto...—
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¡Solo quiero ser libre!
FanfictionKuroko Tetsuya ha cambiado, ha crecido, ha experimentado. Hace 8 años Kuroko huyó de Japón, alejandose de todos aquellos que habían abusado de él, dejandolo roto, hecho pedazos. Fue una decisión difícil pero poco a poco consiguió resurgir y volver a...