Cimientos

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El anzuelo puntiagudo se mecía en dirección al mayor; el sedal emitía una luz violacia que iluminaba la habitación. 

Las pupilas del rubio se dilataron ante la demostración. Quedó inmóvil ante el filo del curvilíneo gancho.  

Risotto no podía estar más feliz por el descubrimiento de un nuevo usuario,  en su rostro se marcaron pequeños hoyuelos.  Tenía en sus manos un diamante en bruto, con paciencia y tiempo haría de él uno de los mejores asesinos de Italia.

Posó su mano en el  peliverde.

—tu stand se ve increíble -toca el sedal- y merece llevar ese nombre

—¿de verdad?

Pesci se emocionó al escucharlo, pero al mirar con detenimiento su stand no pudo evitar en preguntarse sobre su valor y  utilidad. 

—no deberías dudar de Beach Boys ni tampoco de tus capacidades.  Seras un gran usuario, de eso no lo dudes

Risotto le acaricia la enmarañada  cabellera verdosa. 

El hermano mayor no podía creer lo que veía.

— ¡guarda eso! 

 —  aniki, ¿no estas feliz?

—¡para nada!

—pero ...pero ahora podré cuidarte... y trabajaremos juntos

—¡olvídate de esa  idea de una buena vez!   te llevaré a Estados Unidos, buscaremos un lugar seguro y no hará falta que uses ese stand

— ¡no!

La insistencia del menor le desesperaba, parecía que le estaba hablando a un muro de concreto.

Intenta agarrarlo  del brazo pero Risotto se interpone

—Prosciutto no debes hablarle así, él ya ha tomado su decisión.

El rubio a pesar de llevarle la desventaja en altura y en fuerza se enfrentó al de negro

—¡no te metas!  

—¿piensas que alejándolo de todo lo estarás cuidando? 

—no lo arrastrarás a esto, ya deja de alentarlo

—no confías de lo que tu hermano sea capaz de hacer 

—¡no pongas palabras en mi boca que yo no dije Risotto Nero! tu no me conoces 

Risotto tenía muy cerca su rostro, tanto lo estaba, que podía ver de sus labios salirse un espeso humo

—entonces

El rubio tragó saliva, si hablaba su voz se quebraría.

—desde cuando el gran Prosciutto le teme a esto, pensé que eras diferente

Los tres escucharon en una de las habitaciones un fuerte gruñido, seguido del crugido de los cristales. Pesci supo que el stand de su hermano estaba acercándose.

—tu y yo sabemos muy bien las consecuencias que trae una vez que entras a esta mierda

—no deberías pensar en ello

—es inevitable

—eso no pasará 

—¿como puedes estar tan seguro?  

El mimo quedo callado

—ya ves

Prosciutto se aleja  y mira hacia la ventana, quiso evitar el rostro de ambos. No quería que lo vieran desesperado.

La Squadra di EsecuzioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora