Los humanos creen que las brujas son seres despiadados y sin alma, porque algunas trabajan con los seres del averno, sin embargo, fueron hechas por el Creador (indirectamente). Cada una con tres dones, cada una con su libre albedrío. Pero, esta historia no va de como el Creador (des)cuida su creación, si no que de cómo el amor de un ángel y una de estas brujas, le hizo darse cuenta a algunos humanos, de que no todas son malas.
En la edad media, repartidas en clanes, había una solitaria bruja joven que destacaba por su maldad. Los dones de la bruja eran la clarividencia, la telepatía y una aparente inmortalidad, puesto que no envejecía. Usaba la clarividencia a su favor, si veía un buen futuro para alguien, dejaba que sucediera, pero luego, con la telepatía, se encargaba de destruirlo, obligándolo a cometer actos incorrectos que acababan con el sacrificio o el suicidio de la víctima.
Los motivos por los que lo hacía, eran por odio, un odio ciego a la humanidad, aquella que le había arrebatado a su familia, sus sueños y su corazón. Disfrutaba ver a los causantes de su sufrimiento, pasar lo mismo que ella, sus manos, chorreaban sangre ajena, incluso, sangre inocente.
Al Creador le molestaba la maldad que poseía y el caos que causaba entre su adorada creación, estaba ligada profundamente al odio que la mantenía cautiva, por lo que decidió enviarla al infierno. Para ello envió a un ángel, que se encargaría de darle fin.
El ángel bajó, tonto de él queriendo hacerlo a plena luz del día, afortunada ella que se vio su bondad. Un triste oso, atrapado en una trampa, cazadores alrededor, seguro un trágico final. Desviando atención y confundiéndolos, unos a otros se dispararon, creyendo tener la presa.
El ángel la vio, acariciando aquello que debió ser un cadáver y, algo llamó su atención: el respeto con el que trataba a aquel animal, aún había indicios de bondad.
"¿Qué deseas aquí?" Interrogó la bruja al notarlo "¿Vienes a llevarme? Sabes que no puedes, pertenezco al infierno, mis actos me condenan ahí y no tengo ningún arrepentimiento por ellos" afirmó con sonrisa burlona
"No veo su marca en ti y no veo tu alma totalmente perdida" Apuntó el ángel con naturalidad, viendo como la bruja liberaba al animal, ella soltó una risita y viendo innecesaria la provocación así lo dejó.
Pasaban los días, buscando alguna salvación para ella, la seguía a todas partes, notando mayoría de buenos actos hacia la naturaleza e incluso se dio cuenta que sus consideradas maldades, eran en realidad intentos de actos de justicia que realizaba. Poco a poco, viendo aquello, fue cayendo en el amor.
¿Qué pasa de un ángel si se enamora? Desea renunciar al paraíso por su amor, más a veces el deber gana sobre ello, así que intentó negociar con la bruja. Lejos de cumplir su misión, él la protegía y ella cada vez le tomaba más cariño.
"Por favor, deja de hacer daño a tus iguales" Le pidió una noche mientras preparaba un nuevo conjuro, la bruja lo miró sin expresión, ya acostumbrada a su presencia "renuncia a tu odio, sé que queda luz en ti"
"¿Todos los ángeles son cómo tú? ¿Buscan siempre algo que salvar?" Se burló, el ángel negó, cualquier otro en su lugar habría acabado el trabajo hace mucho tiempo, conociendo por su don sus pensamientos volvió a hablar "El libre albedrío es un don y una maldición, por la elección de algunos, otros sufrimos" y esa fue la primera vez que la bruja se abrió a alguien
"No todos los humanos te dañaron ¿No es suficiente con las víctimas que ya has tenido? Ya sacrificaste a todos los que te dañaron"
"Falta uno, falta él, será mi trabajo final, que sufra lo que yo, cuando eso pase, quizás así, pueda dejar esto"
Un día, la bruja su venganza consiguió y abandonar su magia decidió. Sin deseo de redención al centro del pueblo acudió y más bien como burla a la iglesia se entregó, fue condenada a la hoguera.
El ángel, sabiendo el destino de su alma, pensó en su probabilidad de salvarla y la única opción que le quedó fue la reencarnación, ocultándola a otro cuerpo la entregó, para que así viviera en un ciclo de reencarnaciones sin descanso hasta que sea de vuelta a donde pertenece.
Conociendo su pecado, volvió al cielo para tomar su castigo por su desobediencia, el Creador lo condenó a vagar por la tierra, inmortal, sin sus alas, sin poder regresar al paraíso hasta que devuelva el alma de la bruja.
Pasaron reencarnaciones y al Creador y al, ahora ya no, ángel, se les escapó un detalle: los poderes de la bruja, no solo estaban ligados a su primer cuerpo, sino que unidos a su alma, por lo que ella aún podía saber el futuro y lo que pensaban los demás.
En una de sus reencarnaciones, cuando aún era niña, vio venir a un ángel que le juraba amor eterno, sorprendida, pero feliz. Lo esperó por mucho tiempo, hasta que, a sus 25 años, vio acercarse a un joven, alto, con cabellos dorados y ojos azules como el cielo, ya opacos por su paso en la tierra. Él creyó que ella lo reconocía por sus vidas pasadas, sin embargo, solo lo recordaba de sus visiones, en esa vida se quedaron juntos, hasta que ella volvió a morir.
Volvió a reencarnar, pero no la encontró, él ya estaba cansado del sufrimiento que pasaba en la tierra, no le gustaba estar entre tantos humanos, que cada día estaban peor, causando caos y destruyéndose entre sí, así que se juró a si mismo que cuando la encontrara le daría fin a su existencia y la enviaría al infierno. Pero, el Creador ya tenía otra cosa planeada, en esta reencarnación, cuando se encontrarán, sería la última, él podría llevarla al cielo, puesto que los pecados cometidos por ella en su primera vida fueron suprimidos por sus buenas acciones en las siguientes, además de que hubo una en la que salvó muchas vidas de un terremoto.
En sueños, la bruja volvió a ver al ángel, pero este la dejaba marcada y le decía que, si debía morir para que él deje de sufrir, él mismo se encargaría de enviarla al infierno. La mujer se resignó a su destino, ser asesinada por un ángel, del cual se enamoró sin haberlo conocido aún. Al momento del encuentro, con un toque de él, recordó todas sus vidas pasadas y él por lo que tanto había luchado. El ángel renunció a su deseo de matar y así cumplió con el plan del Creador. Ambos murieron con el paso del tiempo y ascendieron, recuperando el ángel sus alas y ella ganándoselas.