Una tempestad se acercaba, pero eso, solo ellos lo sabían, la casa bajo el barranco, junto al río, alejada de la ciudad y aislada de la vista por la naturaleza.
Las invitaciones, la comida y bebida, por último, la música, tan alta que inundaba la casa imposibilitando que se escuchen entre sí, sería una gran fiesta de noche de brujas y lo mejor, ellos podrían alimentarse.
Los invitados eran originalmente 10, dos para cada uno, aunque en estas ocasiones, siempre había colados, mejor para ellos, más comida. Mientras ellos se alimentaban, ella observaría, realmente no le interesaba alimentarse de alguno de este pueblo, no les atraía su esencia, sus preferencias eran otras.
La gente empezaba a llegar, como lo sospechado, no solo eran los invitados y algunos colados, había asistido más gente de lo calculado, el clan se relamió los labios, con todos ellos, pasarían un buen tiempo sin necesidad de alimentarse, podrían reiniciar su vida en otro lado, e incluso pasar desapercibidos. Cada uno a sus puestos, aparentaban normalidad, bebían, simulaban divertirse esperando el momento.
El cielo empezó a nublarse, ella empezaba a trabajar, sentada desde una esquina, manejaba el clima, una sonrisa oscura estaba plasmada en su rostro, ninguno de los presentes le prestaba atención, observaba todo desde la mejor vista.
Con una mirada, supo que algo andaba mal, era el momento de actuar, con un rayo dio la señal para que empezaran, cada uno tomó a un humano y lo apartó del lugar, fueron los primeros en morir, luego volvieron a la fiesta y el espectáculo comenzó, los gritos se confundían con los truenos, una masacre se llevaba a cabo, el clan no solo robaba la esencia humana por medio de la sangre, sino que también al terminar destrozaban los cuerpos, creando baños de sangre.
Un grito de dolor la hizo reaccionar, el mas joven del clan cayó al suelo atravesado por una estaca, los otros cuatro dejaron lo que estaban haciendo, Ryan, el segundo al mando, cerró todas las puertas evitando que los que aún estaban vivos, despertando del hechizo hipnotizador de Luna, escaparan.
Miranda se levantó de su lugar, fastidiada por la interrupción del espectáculo, con una mano, indicó que continuaran, mientras ella, lentamente y con una expresión de aburrimiento, se acercó a la infiltrada, la que había despertado en ella sospechas, ahora ya confirmadas, de que no era una humana normal, en vez de eso, estaba claro, era una cazadora metida en un nido de demonios, se le notaba nueva e inexperta.
La chica empezó a temblar, apuntaba su arma hacia ella, empezaron a rodearla siguiendo a su lider, ignorando la orden anterior, Luna volvía a lanzar el hechizo y Miranda aumentó la energía del lugar, sabía que era una trampa, sintió a otros cinco chicos levantarse, mientras los otros caían rendidos ante su compañera, además de que estaban demasiado aterrados para luchar.
Lucas fue el primero en actuar, tomó el agua del ambiente, lo congeló formando cuchillas que apuntó hacia los chicos, él era el más sádico de todos, ni siquiera esperó a que Miranda ordenara algo, atacó tomando a los cazadores desprevenidos, quienes a duras penas lograron esquivar. Su melliza, Ian, los rodeó con fuego, uno de ellos no tuvo oportunidad de escapar, fue calcinado, los otros no se quedaron atrás, empezaron a atacar.
Luego de tomar a la chica y apartarla de la lucha, Miranda se sentó a observar como su gente acababa con los cazadores, sonreía con sadismo, hace bastante que ya no tenía un show como el que estaba ocurriendo frente a ella, mantuvo a la joven cazadora junto a ella, obligándola a ver. Cuando acabaron con los compañeros de ella, el clan continuó con los humanos, la tormenta iniciada por Miranda estaba acabando.
Lucas se acercó a ellas preguntando qué harían con la chica, Ryan pareció adivinar las intensiones de Miranda y negó rotúndamente, ella rió, eso no era lo que quería, tomó a la chica del cuello, lo rompió, dándole una muerte rápida y sin dolor. Con su poder, atrapó un rayo y lo estiró, provocando un incendio, todos entendieron, debían irse. Al salir, Ian dio mas vida al fuego, que de a poco iba consumiendo la madera de la casa y con ella, los cuerpos de las víctimas, los cazadores y un compañero.
Otra masacre, una sed aparentemente insaciable, satisfecha por el momento, otra casa que debían desaparecer, otra ciudad que abandonar, un amigo menos y una eternidad por delante, la tormenta había cesado.
-Soy quien decide, Ryan -Miranda tenía el cuello de su compañero en una mano y con la otra clavaba un cuchillo de cocina normal en su estómago, no lo podía matar, pero aún así lo dañaba -llevarme la contraria sería una mala idea, si hubiese querido, ella se quedaba con nosotros, de una forma u otra debía pagar la deuda que dejó, aunque sea tomando su lugar -lo soltó, el hombre se deslizó hasta caer al suelo, tenía suerte de seguir vivo, miró con temor hacia la dirección en que se retiró su jefa, a veces olvidaba el temor que ella podía llegar a infundir.